Llegan disfrazados de abejas o de apicultores, traen tractores con grandes lienzos y protestan. Los manifestantes suelen hacerse presentes regularmente cuando hay asambleas generales de accionistas de Bayer. Lo mismo ha ocurrido este año. Aproximadamente 300 personas protestaron en Bonn ante el World Congress Center, contra la proyectada adquisición del gigante agroquímico estadounidense Monsanto.

Misereor, la Comunidad de Agricultura Campesina y otras organizaciones llamaron la atención sobre los riesgos. También criticó la proyectada fusión la parlamentaria verde Renate Künast, quien fuera ministra de Alimentación, Agricultura y Protección del Consumidor desde 2001 hasta 2005. "Es lo contrario de lo que queremos”, afirmó.

"Otra empresa”

Mientras los ambientalistas se manifestaban con consignas como "¡Paren a BaySanto!”, en el interior del centro de congresos, el jefe de Bayer, Werner Baumann, defendía los planes. Varias veces fue interrumpido por gritos de protesta como "¡Ustedes envenenan nuestros campos!”, mientras explicaba las ventajas de la fusión ante unos 3.500 accionistas. "Sé que Monsanto no tiene buena fama, específicamente en Europa, y que no siempre ha tenido buena mano en su estrategia comunicacional”, afirmó Baumann, agregando: "Nosotros, sin embargo, hemos conocido una empresa muy diferente; una empresa altamente innovadora, muy querida por sus empleados”. Aseguró además que el temor a la tecnología genética carece de fundamentos.

¿Por el bien de la alimentación mundial?

Baumann argumentó que se prevé que la población mundial llegue a casi 10 mil millones en el 2050 y habrá que ver cómo alimentarla. De acuerdo con la FAO, la producción agrícola tendría que aumentar hasta ese entonces en un 50 por ciento. Y eso sólo será posible mediante la innovación, afirmó el ejecutivo, indicando que Bayer y Monsanto gastan miles de millones en investigación y desarrollo para permitir que la gente viva mejor.

Ambientalistas, organizaciones eclesiásticas y agrupaciones políticas dedicadas al desarrollo tienen una visión diferente. Indican que debido a la compra de Monsanto -que convertirá a Bayer en el mayor productor mundial de semillas y agroquímicos- y a otras fusiones, el mercado se verá dominado por unas cuantas empresas, que dictarán los precios y podrían reducir su oferta a unos pocos productos rentables. Algo que iría en detrimento de la biodiversidad, la soberanía alimentaria y la agricultura sostenible.

"Consecuencias catastróficas”

Misereor exhortó al Gobierno alemán a detener la fusión, asegurando que así no se combate el hambre en el mundo. "Si esta se lleva a cabo, tres megaconsorcios controlarán el mercado mundial de semillas y productos agroquímicos", advirtió la especialista de Misereor Alessa Heuser. Agregó que tendrían así gran influencia en las condiciones de vida, de trabajo y de alimentación de miles de millones de personas, haciendo notar que los campesinos de los países del sur se ven afectados por la pobreza, lo cual "es una paradoja, porque ellos producen los alimentos para el mundo”.

"Las bases de subsistencia de mucha gente en el sur global están en juego”, señaló, por su parte, Thorsten Moll, de la Iniciativa Cristiana Romero. Advirtió que, gracias a la fusión, Bayer podrá controlar tanto el precio de las semillas como de los abonos, "Eso restringe la biodiversidad y tiene consecuencias catastróficas para el medio ambiente y la salud de los campesinos y sus familias”, subrayó.

El jefe de Bayer propuso, en tanto, premiar a los accionistas por su fidelidad con un dividendo de 2,7 euros por acción. El año pasado, la empresa volvió a batir récords de ventas y beneficios, y también en el primer trimestre de este año aumentaron las ganancias. Los accionistas de Monsanto ya aprobaron la fusión en diciembre de 2016. No está contemplado, en cambio, consultar a los de Bayer.

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