Para el gobierno de Trump está claro: sin trabajadores mexicanos, satisfacer la demanda de consumo de millones de estadounidenses en medio de una pandemia no es posible.

Por eso su política migratoria de mano dura ha sido considerablemente más flexible con los inmigrantes que llegan al país a trabajar en el sector agrícola, la gran mayoría ciudadanos mexicanos.

Al tiempo que congelaba la emisión de green cards (residencias permanentes para extranjeros) y otros visados tras la expansión de la pandemia por EE.UU., el gobierno establecía nuevas reglas muy distintas, de bienvenida, a trabajadores del sector agrícola.

Los mexicanos constituyen el grupo de extranjeros más numeroso en EE.UU. Conforman el 25% de los 44,5 millones de inmigrantes que había en 2017, según estimaciones del Migration Policy Institute, un centro de estudios especializado en temas migratorios con sede en Washington.

Las relaciones entre México y Estados Unidos se remontan a siglos atrás, pero existen momentos históricos concretos que ilustran las políticas de Washington para absorber mano de obra mexicana y por qué lo hizo.

A propósito de la visita a EE.UU. el 8 y 9 de julio del presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, hacemos un repaso por esos momentos y la situación actual de la contribución de los mexicanos a la economía de su país vecino.

El rol de las dos guerras mundiales

Las dos guerras mundiales tienen un vínculo directo con el abastecimiento de trabajadores mexicanos en industrias estadounidenses.

Los mexicanos sustituyeron en muchos casos a los hombres que combatían lejos de su país.

"Los historiadores estiman que alrededor de 16.000 mexicanos trabajaron en las ferrovías a principios de la década de 1900 y representaban hasta el 60% de la fuerza laboral ferroviaria de Estados Unidos en ese momento", indica un artículo del Council on Foreign Relations (CFR, por sus siglas en inglés), un centro de análisis de ese país.

El segundo programa de trabajadores visitantes, esta vez establecido por ley, fue el Bracero, entre 1942 y 1964.

"Fue el primer programa y el más numeroso de trabajadores invitados, que atrajo a un estimado de 2 millones de trabajadores temporales mexicanos a los cultivos de 30 estados", le dice a BBC Mundo Ron Mize, profesor de lenguaje, cultura y sociedad de la Universidad Estatal de Oregón y autor de Consuming Mexican Labor: From the Bracero Program to NAFTA sobre la historia de la mano de obra mexicana en EE.UU.

El experto dice que el programa Bracero es clave para "entender la dependencia de EE.UU. con respecto a la mano de obra mexicana".

En concreto, estos dos programas de absorción de trabajadores de México cumplieron un rol fundamental en el desarrollo del suroeste de Estados Unidos, indica Mize.

"La agricultura, las vías férreas y la minería fueron las tres industrias que desarrollaron económicamente esa región y los trabajadores mexicanos estuvieron presentes en -si no dominaron- cada una de esas industrias por al menos 100 años", acota el académico.

El programa Bracero fue controvertido porque, pese a que existían protecciones establecidas para los trabajadores, "muchas reglas fueron ignoradas y los trabajadores nativos y mexicanos sufrieron mientras los productores se beneficiaron de una mano de obra abundante y barata", destaca un artículo del Archivo de Historia del Programa Bracero, un proyecto de varias universidades de EE.UU.

Nuevo marco de industrialización

El fin del programa Bracero en 1964 hizo que el gobierno de México implementara un nuevo marco de industrialización para crear empleos para los trabajadores mexicanos que regresaban al país.

Esto llevó a la instalación en ciudades fronterizas de plantas de ensamblaje o "maquiladoras", que servían principalmente al mercado estadounidense haciendo uso de materias primas que venían de ese país.

"Las plantas emplearon a alrededor de medio millón de mexicanos y constituyeron el 40% de las exportaciones internacionales de México", señala el CFR.

Décadas después, con la firma en 1994 del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (NAFTA, por sus siglas en inglés), fábricas estadounidenses establecieron operaciones en ciudades mexicanas como Tijuana.

Leyes migratorias

Durante el siglo XX, dos reformas a las leyes migratorias de EE.UU. influyeron en el número de mexicanos que podían migrar al país de forma legal.

La primera se implementó en el año 1965 en la presidencia de Lyndon B. Johnson y, por primera vez, limitó el número de inmigrantes admitidos en EE.UU. provenientes de países del hemisferio occidental.

"La combinación del fin del programa Bracero y los límites a la inmigración legal desde el hemisferio occidental impulsaron el aumento de la inmigración irregular [a EE.UU.]", advierte en un análisis en línea el Migration Policy Institute.

En 1986, la Ley de Reforma y Control de Inmigración (IRCA, por sus siglas en inglés) estableció un sistema de visados tipo "H" que se subdividen en distintas categorías y que se han mantenido hasta la fecha, con cambios recientes hechos por Trump.

Muchos mexicanos obtuvieron entonces esos visados para trabajar temporalmente en Estados Unidos, principalmente en los sectores agrícolas y otras labores de temporada.

El visado H2-A ampara específicamente a los trabajadores agrícolas temporales.

La legislación, además, permitió que se regularizara el estatus de más de 2 millones de inmigrantes indocumentados que llegaron al país antes de 1982, el 70% inmigrantes mexicanos.

Pero, al mismo tiempo, aumentó la vigilancia en la frontera y empezó a penalizarse la entrada de inmigrantes sin documentos, así como su contratación en empleos de EE.UU.

Algunas de las medidas implementadas en el marco de esta ley han sido señaladas por analistas como inefectivas, lo que llevó a que la población indocumentada en EE.UU. creciera todavía más hasta llegar a un estimado de unos 11 millones, una cifra que se ha mantenido estable desde 2005.

La situación actual

Los trabajadores mexicanos representan porcentajes notables en industrias más allá de la agricultura en EE.UU.

Tienen una amplia presencia, especialmente en estados como California y Texas, en sectores de construcción, preparación de comida y restauración, industrias de producción de lácteos y empacado de carnes, cuidado infantil y labores de jardinería.

Por motivo de la pandemia, algunos de los empleos en esas industrias han sido considerados como "esenciales" para mantener el país en marcha y abastecido.

Se calcula que entre un 60% y 70% de los trabajadores del campo en EE.UU. son inmigrantes indocumentados, la mayoría mexicanos.

En lo que se refiere a la emisión de visados H2-A para agricultores extranjeros de temporada, el 91% de los visados se otorgó a ciudadanos mexicanos en 2018, de un total de casi 200.000, de acuerdo a estadísticas presentadas por el CFR y compiladas a partir de datos de diferentes instituciones del gobierno.

"Sin la presencia de los mexicanos en la agricultura, la mecanización de los procesos hubiese avanzado más rápido y algunas operaciones se hubieran reubicado en México para abaratar costos", señala Jennifer Hunt, profesora de economía de la Universidad de Rutgers (New Jersey), cuya investigación se concentra en inmigración y desigualdad salarial.

"Los mexicanos están manteniendo bajos los precios de la comida en EE.UU.", sentencia.

Los expertos consultados concuerdan en que uno de los elementos más problemáticos de la presencia de trabajadores mexicanos en EE.UU. es que muchos sean indocumentados.

"Muchos sectores se han apoyado en mano de obra mexicana sin otorgarles acceso total a beneficios o derechos", dice el profesor de economía Giovanni Peri, quien también es director del Centro de Migración Global de la Universidad de California, Davis (UC Davis).

"Muchos indocumentados a este punto ya llevan más de una década en EE.UU. y tienen hijos estadounidenses", señala.

Un elemento novedoso de la última década, subraya Peri, es el decrecimiento de la población de inmigrantes que llegan a EE.UU. desde México.

En 2014, la población de inmigrantes de México disminuyó tras décadas de aumento sostenido. En 2007, alcanzó un punto álgido de 12,8 millones y para 2014 se situó en 11,7 millones.

Algunas de las razones que llevaron al retorno de más de un millón de mexicanos a su país de origen, según exponen centros de estudios especializados en inmigración, están relacionadas con la lenta recuperación de la economía de EE.UU. después de la crisis de 2008, el endurecimiento de las leyes migratorias, la mejora en la economía de México y una población que está envejeciendo.

"La realidad es diferente de la retórica de que hay 'demasiados' inmigrantes y están absorbiendo los puestos de empleo de los estadounidenses", advierte el académico.

En estados como California existe desde hace años una preocupación de no tener suficiente mano de obra para cubrir las necesidades de cultivos de temporadas.

El debate sobre el impacto de la mano de obra mexicana

Algunos expertos han analizado el impacto de la mano de obra mexicana en Estados Unidos como algo positivo y otros como algo negativo.

En cualquier caso, es una cuestión compleja con muchas aristas.

De acuerdo a investigadores como Hunt y Peri, los trabajadores mexicanos han contribuido a crear una fuerza de trabajo que requiere habilidades básicas y eso ha permitido que los estadounidenses accedan a empleos, incluso en los mismos sectores, que exigen más entrenamiento y educación.

"Hay muy poca evidencia que indique que los trabajadores mexicanos afectan a los estadounidenses, pues estos últimos se están apartando de ese tipo de empleo", dice Peri.

El economista señala que los inmigrantes mexicanos ganan salarios más altos en EE.UU. que en México, y que a su vez esto permite que EE.UU. mantenga salarios mínimos bajos y con ello garantice su operación en ese país.

La profesora Hunt indica que el trabajo de los inmigrantes mexicanos ha beneficiado en mayor proporción a estadounidenses con educación secundaria y superior, y que rivaliza con aquellos estadounidenses de menor nivel educativo que sí pueden experimentar una reducción de salarios en esa competencia.

"Sin embargo, solo el 10% de la población estadounidense en edad laboral abandona la escuela secundaria y la disminución del salario no es muy grande", dice.

"Deberíamos ayudar a los nacidos en Estados Unidos con otras medidas que no sean la reducción de la inmigración", apunta.

Otros académicos, como el reconocido George Borjas, de la Universidad de Harvard, considera que el flujo de inmigrantes "afecta las posibilidades de futuro [de estadounidenses] significativamente".

El experto argumenta que los sectores que "recibieron a más inmigrantes van a seguir ofreciendo una paga más baja en comparación con aquellos que recibieron menos inmigrantes", escribió en un artículo de 2016.

"Debido al porcentaje desproporcionado de inmigrantes con habilidades básicas, son los trabajadores estadounidenses con habilidades básicas, incluidos muchos negros e hispanos, quienes han sufrido esta baja salarial", añadió.

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