Para entender la fascinación de los chinos por los productos falsificados hay que ser no solo pragmáticos sino profundizar en su cultura y en su forma de ver el mundo.

Si queremos ser prácticos, vale la pena recordar las palabras del fundador del gigante chino del comercio electrónico Alibaba, Jack Ma, quien en junio dijo que muchos de los productos falsificados de fabricación china son "de mejor calidad" que los artículos genuinos.

"El problema es que los productos falsificados de hoy en día tienen mejor calidad y mejores precios que las marcas originales", indicó Ma.

"Exactamente las mismas fábricas, los mismos materiales, pero no usan sus nombres".

Las declaraciones de Ma se produjeron en medio de denuncias sobre la venta de artículos falsificados en la plataforma digital de Alibaba, Taobao.

Sin embargo, Ma dijo que su compañía haría "cualquier cosa" para frenar esas ventas y que se sentía "más confiado que nunca de que podía resolver el problema".

De vuelta a la lista

Seis meses después, las autoridades de Estados Unidos anunciaron que, tras una ausencia de cuatro años, Alibaba regresaba a su lista de los "mercados notorios" por la venta de productos falsificados.

La compañía rechazó las acusaciones e insistió que los controles en su sitio son más estrictos que en el pasado.

El presidente de Alibaba Group, Michael Evans, dijo que se encontraba "decepcionado" por la decisión y cuestionó si estaba "basada en hechos o estaba influenciada por el actual clima político".

Y es que el presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, acusó, durante la campaña electoral, en repetidas ocasiones a empresas chinas de robar la propiedad intelectual.

En mayo, Alibaba fue suspendido de la Coalición Internacional contra la Falsificación (IACC, por sus siglas en inglés Anti Counterfeiting Coalition) por preocupaciones relacionadas con piratería.

Shanzhai

Sin embargo, más allá de calidad y precios, la práctica de copiar y producir artículos falsificados está tan entrelazada con la cultura china que incluso hay una palabra para ello -Shanzhai- cuenta la periodista de la BBC, Katie Hope.

En 2014, Ben Goodger, experto en propiedad intelectual de la compañía Edwards Wildman, planteaba que en China el concepto de la imitación es muy diferente al que existe en Occidente.

En China, copiar algo es mostrar un profundo respeto por su manufactura
Ben Goodger, experto en propiedad intelectual

"En China, copiar algo es mostrar un profundo respeto por su manufactura. La sociedad china tradicional es muy jerárquica: están los maestros de su arte y muchos artistas copiando a esos maestros en cada detalle, tan minuciosamente como sea posible. Eso es entendido como un homenaje porque el maestro es el gran genio".

"La idea de que la obra que el artista crea es una manifestación de su personalidad individual es en gran medida una idea típicamente occidental. Así, la idea de la copia como engaño no tiene mucho sentido en China".

En ese país, señala el experto, existe esa actitud cultural que ve la copia como un signo de respeto.

La periodista de la BBC Ruth Morris investigó cómo la "cultura de la copia" se extiende también a la arquitectura.

Y es que los chinos copian hasta pueblos enteros.

Hay lugares en China, donde se puede encontrar una réplica de la Torre Eiffel, un Puente de la Torre como el que está frente a la Torre de Londres en una mini réplica de la capital británica, o incluso una recreación del famoso sitio arqueológico de Stonehenge.

No es tabú

Bianca Bosker, autora de "Copias originales: mimetismo arquitectónico en la China contemporánea", indica que mientras que en Occidente se considera a la arquitectura de la réplica como esencialmente kitsch, artificial y de mal gusto, a muchos en China les resulta verdaderamente encantadora.

"En China es muy diferente a lo que encontramos en Occidente, donde hay una idea de que la copia es algo tabú y que debe ser evitado a toda costa", apunta la experta.

En China, dice, el mimetismo es visto como "una muestra de habilidad creativa" y, por lo tanto, no sólo no está mal visto sino que es incentivado.

Esta cultura de la copia tiene profundas raíces históricas. Como primer emperador de China, Qin Shi Huang -cuya fama está asociada al ejército de terracota, concebido como su custodio- conquistó reinos rivales en el siglo III a.C. y luego construyó una réplica de cada uno de sus palacios dentro de su propia ciudad capital.

"Fiebre del oro"

La economía del gigante asiático se ha expandido a tasas aceleradas por cerca de tres décadas y se ha convertido en la envidia de sus rivales occidentales.

Pero a medida que se desacelera el crecimiento, los negocios chinos tienen ante sí el reto de volverse innovadores para tener éxito.

De acuerdo con Joe Baolin Zhou, gerente de la firma de educación privada Bond Education, la tendencia a copiar se debía parcialmente de la especie de "fiebre del oro" que ocurrió cuando el gobierno chino empezó a abrir su economía en la década de 1980, permitiendo la entrada de las empresas privadas.

Se trataba de una época en que invertir tiempo y dinero en investigación y desarrollo simplemente no era una opción para esos pioneros, con recursos limitados y personal sin experiencia.

"Los dueños de empresas que buscaban éxito instantáneo simplemente copiaban. En esa época era una copia rígida y mecánica. Simplemente lo copiaban todo", asegura.

Gobierno

Pero más allá de que la imitación sea vista por algunos sectores en China como algo normal, el gobierno asegura que ha implementado medidas para frenar la producción y comercialización de productos falsificados.

En su página web China Daily, un periódico en inglés que se publica en China, tiene una sección dedicada a noticias dedicadas a este problema.

De hecho, se titula: "Hecho en China: la lucha contra los productos falsificados".

"Por algunas décadas, China ha sido la fuerza motriz manufacturera. Al capturar 22% del mercado manufacturero global, el país fabrica y vende de todo, desde agujas hasta carros", indica ese medio digital.

"Pero la producción a escala industrial también ha creado algunos problemas. En su búsqueda por hacer dinero rápido, compañías han optado por hacer productos falsificados. Para acabar con esta práctica que no solo afecta a los consumidores, sino el comercio del país, el gobierno ha intensificado su campaña para reformar la infraestructura legal y enmendar las leyes de derechos de autor, patentes y marcas".

Uno de los ejemplos más emblemáticos de esa campaña ocurrió en julio de 2015, cuando una fábrica que supuestamente había hecho 41.000 iPhones falsificados fue allanada por las autoridades a las afueras de Pekín.

Nueve personas fueron arrestadas.

Se informó que en la fábrica trabajaban "cientos" de trabajadores que reempacaban partes de smathphones de segunda mano y nuevos iPhones para exportar y se hallaron teléfonos falsificados valorados en US$19 millones.

En 2011, un bloguero estadounidense descubrió una tienda Apple falsa en la ciudad de Kunming, lo que llevó a una investigación oficial que descubrió 21 tiendas similares en el suroccidente del país.

Eran tan convincentes que incluso algunos de los empleados pensaban que trabajaban para el gigante informático estadounidense.

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