Este jueves Apple perdió US$ 150 mil millones en su valorización bursátil, casi un 8%, su peor derrumbe desde marzo, mientras que Amazon, Alphabet -la matriz de Google-, y Microsoft cayeron más del 4%. El índice Nasdaq, que reúne a las empresas tecnológicas más importantes de Estados Unidos, cayó casi un 5%, en su peor movimiento en un día en más de dos meses. Y la verdad es que no son pocos los que lo veían venir, más allá de que las acciones tecnológicas han sido una pieza fundamental en la recuperación de los mercados financieros desde fines de marzo.  

Las acciones superestrellas de la era del coronavirus, como Tesla y Zoom, que se han potenciado con el confinamiento mundial, sufrieron caídas incluso peores. Así, el retroceso de las gigantes tecnológicas ofreció, a ojos del Financial Times, un recordatorio de que el repunte del 55% del mercado de valores estadounidense, desde la profundidad de la crisis en marzo, sigue siendo vulnerable a los shocks a corto plazo.

Es efectivo que las acciones de tecnología se beneficiaron de la demanda desenfrenada de los inversionistas en los últimos meses, lo que generó efectos como el que Elon Musk, CEO de Tesla, ganara miles de millones de dólares en un día, y que su patrimonio neto haya aumentado casi US$ 88 mil millones este año, convirtiéndose en la tercera persona más rica del planeta.

 

Pero analistas de mercado miran desde hace un tiempo con suspicacia la sostenibilidad de este repunte. Y grandes empresarios, como el multimillonario Warren Buffet, en vez de apostar por compañías tecnológicas, como algunos esperaban, decidió invertir US$ 6.000 millones en acciones de cinco de las empresas cotizadas más grandes de Japón, todas con intereses en negocios “convencionales”, incluidos la energía y las materias primas. 

Lo que sucedió ayer en el mercado accionario en Estados Unidos es una corrección saludable para todos quienes piensan que las Faang (Facebook, Amazon, Apple, Netflix y Google) han crecido en forma tan explosiva que ya no es negocio seguir apostando allí. En cambio, algunos se aventuran en señalar que “la antigua economía” está de vuelta, y que son los actuales sectores que han visto caer su valorización por la pandemia los que van a tomar fuerza: el comercio, el área industrial, las materias primas, por poner algunos ejemplos. 

El miércoles los títulos de Tesla -que este año no ha parado de crecer- cayeron casi 6% en el Nasdaq, luego de que el administrador de fondos Baillie Gifford, el mayor accionista externo de la fabricante de autos eléctricos, redujera su posición en la firma. Suma y sigue: arrastradas por las tecnológicas, Wall Street tuvo ayer su peor día en meses y el S&P 500, el principal indicador del país, cayó un 3,5 %.

Algunos como Juan Cristóbal Alcalde, socio fundador de Noosa Capital, multi family office, fundado por los ex socios de Munita, Cruzat & Claro, le llama a este fenómeno, “rotación de activos”. O sea, los inversionistas pasan desde el sector tecnología a sectores más rezagados, como el sector financiero, la energía, aerolíneas, hoteles y materias primas, deprimidos por la crisis, y que ahora se ven estimulados sobre todo por la reapertura de las economías. 

Con una mirada adicional: que el panorama podría además favorecer a los mercados emergentes, que según Alcalde “llegarían a tener muy buenos años en la medida que la debilidad del dólar se siga acentuando y en consecuencia las materias primas suban su valor, ayudado también por el crecimiento de China, algo que podría ser una oportunidad muy relevante para Chile”.

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