El sentido común nos dice que si cae el precio de una fuente de energía, las fuentes alternativas se vuelven menos atractivas. Por esta razón, es fácil pensar que la caída del precio del petróleo significa un duro golpe para las energías renovables.

Un hecho relativamente reciente en la historia de Estados Unidos parece confirmar este razonamiento.

Cuando el valor del crudo repuntó en la década de los 70, el entonces presidente Jimmy Carter hizo instalar paneles solares en el techo de la Casa Blanca.

No duraron mucho: su sucesor, Ronald Reagan, los retiró cuando cayó su precio. La caída de su valor, pocos meses atrás, también pareciera confirmar la premisa: las acciones de varias compañías de energías renovables sufrieron un impacto negativo.

Áreas diferentes

Sin embargo, la realidad no se ajusta estrictamente a esta lógica. El mundo de la energía ya no es el de antes. Para empezar, el petróleo no compite con la energía eólica y solar.

Cumplen roles diferentes: el petróleo es dominante en el área de transporte mientras que las renovables se emplean para generar electricidad. Desde los 70, se ha reducido el uso de crudo en las centrales eléctricas.

Fue reemplazado por el gas, considerado como una opción más limpia y segura, y menos vulnerable a las crisis internacionales. Por ende, el precio del petróleo no afecta directamente el mercado en el que operan las energías renovables.

Luego están las turbinas de viento y los paneles solares. Con el desarrollo de nuevas tecnologías y la producción en masa, los costos suelen bajar, y esto es lo que ha ocurrido en los últimos 10 o 15 años.

La mejora en las técnicas de producción, el incremento de la demanda y la intensa competencia provocaron una reducción en los precios de las turbinas y paneles solares, lo cual aumentó aún más su uso y difusión.

Políticas de inversión

Y, por otra parte, las políticas de numerosos gobiernos de otorgar subsidios para impulsar a las jóvenes industrias verdes continúan en boga. China, en particular, -que atraviesa una crisis por la contaminación del aire- preside el mayor programa de inversión en energía limpia que nunca antes se haya visto.

El gobierno de Pekín se encuentra bajo presión de su sus ciudadanos de hacer algo para combatir la contaminación y una de las respuestas más obvias es favorecer la inversión en energías renovables.

Por más profundo que sea el cambio en el precio del petróleo, es muy poco probable que afecte esta decisión. Para Pekín hay demasiadas cosas en juego. Y, en otros países que se inclinan por apoyar las energías limpias, los ministros no tienen previsto cambiar sus políticas.

Incertidumbre, el verdadero facto de peso

Sin embargo, existen una serie de complicaciones. En algunas partes del mundo, una caída en el valor del crudo provocará un desplome también en el precio del gas, y como el gas es una de las energías que compite directamente con las renovables, esto, a largo plazo, puede –obviamente- constituir una amenaza.

Mientras tanto, en Estados Unidos, la revolución del gas de esquisto generó tal cantidad de gas, que su valor casi colapsó, lo cual pondría en riesgo a la energía solar y eólica si no estuviesen protegidas por las políticas del gobierno.No obstante, esta situación podría cambiar en el futuro.

Estas pueden correr más riegos. Los biocombustibles empiezan así a parecer más caros, en comparación con el petróleo. Sin embargo, el factor de más peso es uno de los menos tangibles: la incertidumbre.

Nadie sabe hasta cuándo el precio del petróleo permanecerá bajo. ¿Menos de un año, un año, varios? Quienes trabajan en el sector de las renovables dicen que eso, la volatilidad, es precisamente la razón para optar por las energías verdes: los precios son más estables. Después están las energías verdes diseñadas para el transporte más que para la generación de electricidad.

Acuerdo

Otro factor que entrará en juego a fin de año es la cumbre sobre cambio climático en París. Allí se reunirán representantes de cerca de 190 países con la misión de llegar a un acuerdo para recortar emisiones de gases con efecto invernadero.

Las ideas que pondrán sobre la mesa están centradas en reducir el uso de combustibles fósiles. ¿Será el precio del petróleo el invitado no deseado a la mesa de conversaciones?

 Seguramente, las delegaciones de las economías petroleras –Rusia, Irán y Venezuela-, no estarán de un humor brillante. Arabia Saudita probablemente vuelva a exigir una compensación en caso de que el mundo abandone el uso de combustibles no renovables.

Y, para concretar soluciones, estas cumbres necesitan consenso y concesiones. Por otro lado, muchos creen que si bajar los precios del petróleo ayuda a impulsar el crecimiento en los próximos meses, algunos gobiernos, especialmente los europeos, pueden sentirse más seguros económicamente como para implementar más medidas para frenar el calentamiento global.

De acuerdo a este razonamiento, el fracaso de la última cumbre –en 2009 en Copenhague- se debió a que los líderes estaban demasiado distraídos y debilitados por la crisis bancaria y financiera que todavía estaba en desarrollo.

Y, con ese escenario en mente, si se llega a un acuerdo, no importa cuál sea, seguramente implicará el desarrollo de más energías renovables, independientemente del precio del petróleo. Esta es una perspectiva, pero hay muchas otras. He hablado con muchos expertos en este campo y ninguno de ellos tiene certezas.

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