La cadena internacional Kentucky Fried Chicken lucha por solucionar una dura crisis de desabastecimiento para sus locales en el Reino Unido e Irlanda que se quedaron sin pollo, el alimento base de todas sus preparaciones de comida rápida.

La escasez fue tan importante que la cadena llegó a tener gran parte de sus 900 locales en la zona cerrados, situación que se ha ido regularizando con el pasar de las horas.

En la empresa del coronel Sanders se lo trataron de tomar con humor: "El pollo cruzó el camino, sólo que no a nuestros restaurantes", se leía en un comunicado.

En el texto se explicaba que la cadena cambió su servicio de envíos y que la puesta en marcha de la nueva alianza se complicó. "No pondremos en peligro la calidad, por lo que la falta de entregas han significado que algunos de nuestros estén cerrados, y otros estén operando un menú limitado".

Cuando la empresa de repartos DHL anunció en octubre pasado que había ganado la licitación de KFC prometió "reescribir las reglas y establecer un punto de referencia para la entrega de productos frescos a KFC de una manera sostenible".

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