Por: Isabel Ovalle

Ignacio Briones Rojas (46) dice que jamás imaginó que sería convocado para ser el próximo ministro de Hacienda. Ese sábado que el presidente Sebastián Piñera le pidió la renuncia a todo su gabinete, él estaba en Paine junto su mujer, la arquitecta Francisca Cisternas, y sus tres hijos. Durante el fin de semana, más de un cercano le preguntó: ¿te irán a llamar? Pero él, hasta entonces, lo descartaba. Sabía que lo podían estar sondeando para asumir algún tipo de responsabilidad, pero no sospechaba que
Piñera barajaba su nombre para ser el titular de la cartera de finanzas.

A las 10:15 am del lunes 28 de octubre, mientras el ingeniero comercial, máster en Economía y Ciencias Políticas de la Universidad Católica, presidía el directorio de Horizontal, recibió el llamado del mandatario. “Nunca dudé mi respuesta. Acepté feliz la invitación a sumarme a esta tarea”, reconoce el secretario de Estado.

Telefoneó a su mujer y a sus padres para que partieran a La Moneda: a mediodía se concretaría el cambio de gabinete. Sus hijos –Aurelia, Elisa y Vicente– también llegaron al salón Montt Varas. Después de eso se sumergió en Teatinos 120 y recién el miércoles se volvió a conectar al grupo de Whatsapp familiar para agradecer el apoyo.

Briones, militante de Evópoli, llega en un momento complicado. Incluso hay quienes sostienen que su bautizo será de fuego: debe negociar la ley de presupuesto 2020, sacar adelante la agenda social y concretar en un proyecto de ley los acuerdos tributarios alcanzados esta semana con la oposición.

“Estaré muy abierto al diálogo, como lo manifesté desde un principio, a buscar alianzas con la oposición para salir de la situación actual y, luego, desarrollar acuerdos de largo plazo en pos de un Chile mejor y más inclusivo. Hay que buscar nuevas formas de conversar, nuevos tonos, nuevas miradas, más empatía y menos peleas”, indica.

Primeros pasos

El jueves 31 de octubre, el flamante ministro se reunió con los presidentes de los partidos de la oposición -PS, PPD y DC-, donde declaró que la integración, el corazón de la reforma tributaria que empujó este gobierno y su antecesor, Felipe Larraín, sería revisada. Con Ricardo Lagos Weber, presidente de la comisión de Hacienda del Senado, ha mantenido un diálogo fluido en este proceso.

Al día siguiente se juntó con los principales dirigentes empresariales, entre ellos, Alfonso Swett, (CPC) Bernardo Larraín (Sofofa) y Germán Dastres (Conapyme). Quienes lo conocen cuentan que Briones tiene buena sintonía con ellos. Con Larraín trabajó en un comité de políticas públicas y con Swett colaboró en la comisión presidencial de crecimiento integral en 2018.

También tiene buena llegada con los integrantes de Cieplan, en particular con el presidente, Alejandro Foxley, a quien considera el ministro de Hacienda más importante de la historia de Chile. Mantiene una relación fluida con otros investigadores de ese centro, como José Pablo Arellano, René Cortázar y Manuel Marfán. Con el presidente del Banco Central, Mario Marcel, se conocen hace tiempo. Todos, dice, son puentes que espera le permitan alcanzar los acuerdos.

El sábado 2 de noviembre, a las 8:30 de la mañana, se encontraba instalado en sus oficinas de Teatinos 120, reunido con su equipo de trabajo para adelantarse a los próximos días. Y el domingo a primera hora estaba sentado en los estudios del programa Mesa Central de Canal 13. Esta vez no como panelista, sino como invitado. Fue en esa oportunidad cuando aseguró que se siente esperanzado del futuro y empoderado por el presidente.

Ignacio es el segundo de cinco hermanos: dos hombres y tres mujeres. Durante veintitrés años vivieron en El Arrayán rodeados de naturaleza, en una época en que solo había casas de veraneo, no tenían vecinos, ni juegos en la calle. “Ahí están todos sus recuerdos de infancia”, dice un amigo.

Su padre, el arquitecto Roberto Briones, recuerda una anécdota de este tiempo: “Ignacio tenía diez años. Con una rama larga que cortó de un árbol, más algunos metros de nylon y un anzuelo, fabricó su primera caña de pescar. Esa misma tarde y con mucha paciencia se inició en la pesca en las aguas del estero El Arrayán. Al atardecer, llegó a la casa con su primer pescado. Limpió el mesón de la cocina, faenó la trucha y finalmente la cocinó en un sartén con mantequilla. Puso la mesa con un puesto, con los cubiertos correctos, una copa de vino blanco y sirvió la comida. ‘Siéntate, papá, es para ti. Este es mi primer pescado y quiero que lo comas tú’”. Esto, dice el padre, fue un acto premonitorio de dos facetas de su hijo: el de avezado pescador con mosca y experto cocinero. Ambas pasiones, que deberá poner en pausa mientras esté en Teatinos.

Al ministro lo describen como un hombre con formación ligada al pensamiento europeo. Aquel sello lo recibió primero en el colegio Alianza Francesa y luego en la universidad. Posee un doctorado en Economía Política en el Instituto de Estudios Políticos de París que, según él ha dicho a sus cercanos, le proporcionó una visión de sociedad abierta y liberal.

Sus amigos describen a “Ibneuille” -sobrenombre francés con el que lo llaman medio en broma- como un buen conversador -“hasta largas horas”- y un gran anfitrión. “Todas las comidas de fin de año de la UAI eran en su casa”, cuenta un conocido. Pese a que nunca mostró una veta de líder -no fue presidente de curso ni pretendía ser dirigente estudiantil-, sus amigos apostaban a que tendría un rol destacado en el futuro. “Siempre pensé que terminaría en un puesto como el actual.

Por la carrera que fue desarrollando, y porque sus opiniones fundadas y su razonamiento acaparaban crecientemente la atención de las personas”, comenta Pedro Bouchon, vicerrector de investigación de la Universidad Católica y amigo de Briones desde niño. Y complementa: “De la Sciences Po, el Instituto de Estudios Políticos de París, donde estudió Ignacio, egresa la élite política francesa”.

En París vivió en el distrito X, barrio de estudiantes conocido por las cafeterías bohemias del canal Saint Martin y los restaurantes indios del pasaje de Brady. En esa ciudad desarrolló su afición por la cocina. “Le encantaba recibir a los chilenos que andaban de paso por ahí. Les preparaba ají de gallina y otros platos, cuyas recetas recibía de su madre”, dice un amigo. Así conoció a su mujer. Su hermana, Andrea Cifuentes, era compañera de ingeniería en la PUC y también vivía ahí.

Quienes lo conocen aseguran que fueron esos años en Europa donde él se forjó. Su estilo, coinciden varios, difiere del clásico economista dogmático y ortodoxo enfocado principalmente en resultados y estadísticas. Lo describen como un profesional lejano al estereotipo de “Chicago Boy” o de un ex alumno de MBA de Estados Unidos, perfiles comúnmente a cargo de las arcas fiscales.

Su look también es catalogado como vanguardista y menos tradicional que el de sus antecesores: a la hora de vestirse opta por chaquetas de lino, calcetines de colores y corbatas poco convencionales. Le gusta el brit pop, la música clásica, y es un gran lector: en su velador tiene el libro Climate matters: Ethics in a warming world, de John Broom.

Es capaz de ver el lado moral y ético del cambio climático”, indica el ministro sobre el texto.

En su cuenta de Twitter @ignatiuswilde -que ya superó los trece mil seguidores- se define a sí mismo como un “economista, liberal, fan de una sociedad de acceso abierto -sin discriminaciones- de la competencia, la diversidad, la libertad y condiciones para su ejercicio”. El nombre que escogió es una mezcla de Ignatius J. Reilly, el personaje principal de La Conjura de los Necios, de John Kennedy Toole -uno de sus libros favoritos-, y por su gran admiración a la obra de Oscar Wilde, en especial por el libro The Profundis.

Sus novelas favoritas son La sociedad abierta y sus enemigos, de Karl Popper, y La teoría de los sentimientos morales, de Adam Smith. Admira al nobel de economía Richard Tahler, y cuando le preguntan su opinión del francés Thomas Piketty -catalogado como el padre intelectual de la reforma tributaria chilena empujada por Michelle Bachelet-, responde que sus trabajos son interesantes “porque hablan de historia económica”, pero no coincide en todos sus postulados.

UAI y el primer salto a Teatinos

Volvió a Chile en 2004. Ahí, mientras hacía clases de Economía y Desarrollo e Introducción a la Economía en la Universidad Adolfo Ibáñez, estableció una estrecha relación con Leonidas Montes, quien era decano de la Escuela de Gobierno; con el actual rector Harald Beyer, y con el cientista político Cristóbal Bellolio, profesor de la misma escuela.

Aportó una perspectiva de la economía y las políticas públicas más allá de los números, entregándole su merecido sitial a la filosofía política, la historia, sociología y la ciencia política. Siempre se caracterizó por su sentido de la responsabilidad y su facilidad para trabajar en equipos de manera horizontal, con empatía y claridad. Es directo y confiable en lo que dice y hace”, dice Montes.

Bellolio agrega: “Siempre estuvo muy alineado con Harald en hacer de la UAI una universidad potente en términos de investigación y promover fuertemente debates políticos en la academia, como el ciclo ‘Liberalismo y Debates Contemporáneos’,
que se imparte hasta hoy”.

El año 2010, durante el primer gobierno de Sebastián Piñera, su ex profesor, Felipe Larraín, con quien mantiene un estrecho vínculo, lo nombró asesor de Finanzas Internacionales de esa cartera. “Fue entonces cuando Piñera se hace la primera impresión de él”, indica una persona del gobierno. Ahí también trabajó con Carolina Fuensalida, parte del equipo tributario.

La abogada y ex coordinadora de Modernización Tributaria de este gobierno destaca de esa época el proyecto sobre colocaciones de bonos “a tasas atractivas, lo que significó un gran aporte para el país”. “Su mirada sociológica le permite sintonizar con las necesidades y el diálogo actual. Leyó antes la obligación de hacer cambios y su posición política más liberal lo hacía muy transversal”.

 En noviembre de 2011 fundó -junto a Felipe Kast, Juan Carlos Jobet y Luis Felipe Merino- Horizontal, el think tank de Evópoli. Después de eso, entre 2013 y 2014, volvió a París. Esta vez, como embajador de Chile en la OCDE. Según Klaus Schmidt-Hebbel, quien ocupó ese puesto con anterioridad, “su experiencia ahí es fundamental: fue capaz de exportar lo mejor, generando un puente con las mejores prácticas internacionales”.

De a poco, su voz comenzó a ser más escuchada y citada entre los expertos. Por ello, no solo fue fichado por Mesa Central, sino también por La Tercera, donde escribía columnas hasta hace dos semanas. “El presidente las leía con detención”, cuenta alguien de su entorno.

En 2017 participó activamente en la candidatura presidencial de Felipe Kast. Quienes formaron parte de ese grupo reconocen en Briones una gran capacidad de formar equipos y sacar adelante proyectos en los que logra plasmar sus postulados. Eso ha hecho. Para Fernando Medina, jefe de División del Ministerio de Desarrollo Social y profesor de la Escuela de Gobierno de la UAI, “Ignacio tiene habilidades sociales que son escasas entre los economistas.

Tiene la capacidad de comunicar lo difícil en fácil y de llevar las ideas abstractas a proyectos concretos en un corto plazo, como cuando impulsó ‘Los niños primero en la fila’,
que propuso Felipe Kast en su programa de gobierno en las primarias de Chile Vamos en 2017”. 

Por su parte, el economista Pablo Correa, consejero directivo de Horizontal, afirma que el secretario de Hacienda “es un liberal de tomo y lomo. Y no se siente poseedor de la última palabra ni de la verdad absoluta. Promueve el debate y la interacción con gente que piensa distinto e incluso que eventualmente pudiera convencerte de otras cosas”.

La dificultad

Pese a que varios aseguran que tiene créditos de sobra para el puesto, el desafío que asumió no deja de ser complicado: no le va a ser fácil hacer contrapeso al presidente y no es un político con demasiado “carrete”. En la misma línea hay quienes creen que, al menos en el papel, su carrera académica no está al nivel de sus antecesores, en especial de Andrés Velasco y Felipe Larraín.

Según el senador RN Andrés Allamand, Briones tiene condiciones de sobra para ser un gran ministro de Hacienda y agrega: “Deberá realizar un ejercicio de flexibilidad para estar a tono con la cantidad e intensidad de las demandas sociales. Pero en su gestión va a ser probado no solo por las veces que diga que sí, sino que también, y muy especialmente, por las veces que diga que no. La vara para medirlo será el equilibrio entre las medidas que apruebe y aquellas que rechace”.

Juan Benavides, presidente de Codelco, reconoce que le sorprendió el nombramiento. En todo caso, dice que “me parece un director de carácter fuerte, independiente, analítico. Tiene una visión diferente a la tradicional. Es responsable y de crítica dura frente a la gestión deficiente. Con fuerte foco en la sustentabilidad, pero con mucha conciencia sobre la necesaria competitividad de las empresas”. En 2018 Briones fue nombrado director de la cuprífera, experiencia que, según el actual titular, le dará un soporte clave en Hacienda. Principalmente, dice, en temas de sustentabilidad.

En la misma línea, Klaus Schmidt-Hebbel lamenta la salida de Felipe Larraín “porque históricamente realizó una labor excepcional como ministro”. De todas formas, indica, “lejos el mejor candidato era Ignacio Briones, con quien trabajé en la Mesa de Trabajo por el Desarrollo Integral en La Moneda en 2018 y anteriormente en la propuesta de reforma tributaria que hizo Evópoli. Destaco su brillantez. Es el hombre correcto en el lugar y momento correcto”.

Con todo, su madre, María Isabel Rojas, asegura que pese al “enorme orgullo que siento por él”, no deja de tener temor por el riesgo que implica este desafío. “Hoy, la situación está complicada y él estará muy expuesto. El diálogo no está fácil.

Pero Ignacio es un hombre sumamente respetado, conciliador, estudioso y que no larga palabra sin argumentos. Ahora solo me queda dejarlo trabajar”. Hernán Larraín coincide: “La crisis política y social obliga a que todos seamos humildes y tengamos una capacidad de diálogo y escucha. Nacho comprende la complejidad de que le toca un momento muy difícil y para eso se requiere tener mucho coraje”.

La intensa agenda del ministro Briones en los próximos días lo mantendrá alejado de sus aficiones más recurrentes, como las escapadas a Quintay, lugar donde le gusta irse a descansar con su familia. Fanático de la moto, el mismo lunes 28 cambió ese medio de transporte por la escolta que le asignaron como ministro: lo pasan a buscar a las 7:30 am a su casa en Vitacura y lo dejan de vuelta pasadas las 9 de la noche. El squash -deporte que practica habitualmente en el Santiago Squash Club de Bellavista- lo reemplazó por los escalones que hay en los doce pisos que lo llevan a su oficina en el edificio de Hacienda.

Foco social

Su interés por las políticas públicas surgió cuando era universitario. A fines de los noventa, se acercó a Infocap, entidad liderada entonces por el sacerdote jesuita Felipe Berríos. Ahí hizo clases de matemáticas y creó programas para alumnos con baja escolaridad, muchos de ellos analfabetos. “Me pareció siempre un tipo brillante, no era del montón. Era maduro, afable. Callado, reflexivo y bueno para escuchar”, dice Berríos, con quien mantiene cercanía hasta hoy, tanto que fue él quien ofició el matrimonio. A mediados de este año Briones visitó al sacerdote en La Chimba, en Antofagasta, donde actualmente vive el jesuita. “Lo vi conectado con la realidad del país, muy dialogante. Tengo muchas esperanzas en él”, afirma el sacerdote.

A su equipo le ha dicho estos días que le interesa impartir justicia y equidad a la sociedad en su conjunto. “Tiene claro que en medio del crecimiento que ha tenido el país en las últimas décadas hay grupos que se han quedado desprotegidos”, dice Fernando Medina.

Sergio Urzúa, profesor de la Universidad de Maryland, Estados Unidos, y cercano al ministro de Hacienda hace casi diez años, cree que “una buena labor en el fortalecimiento de la competencia en los mercados a través de incentivos y sanciones bien pensadas y la modernización de Estado serán materias que el ministro Briones priorizará. Un empuje adicional puede ser importante en aliviar la tensión social”.

Publicidad