AFP

El crecimiento económico chino se redujo a un 6,9% en 2015, su nivel más bajo en un cuarto de siglo, anunció este martes el Gobierno, que vino a confirmar la persistente tendencia al estancamiento de la actividad del país.

La cifra oficial publicada por la Oficina Nacional de Estadísticas (ONE) está por debajo del 7,3% de crecimiento registrado en 2014, y corresponde a la previsión media de los analistas consultados por la AFP.

El cuarto trimestre, el producto interior bruto (PIB) progresó un 6,8%, en línea con las anticipaciones de los analistas, lo que supone un ligero estancamiento respecto al trimestre anterior (+6,9%).

Unas cifras examinadas con lupa: incluso debilitado, el gigante asiático sigue siendo uno de los principales motores del crecimiento planetario, el actor más importante del comercio internacional y un colosal consumidor de materias primas. Indicio de esta ansiedad, las Bolsas mundiales habían caído a principio de enero tras los sobresaltos registrados en las plazas chinas.

A lo largo de 2015, los indicadores se mantuvieron claramente en rojo: contracción de la actividad manufacturera -agravando severas capacidades en exceso-, enfriamiento del sector inmobiliario, caída del comercio exterior, pilares tradicionales del crecimiento chino que se desmoronan.

Los indicadores mensuales desvelados el martes por la ONE, decepcionantes con respecto a las expectativas, no aclaran mucho el cuadro.

La producción industrial china progresó un 5,9% interanual en diciembre, menos que en noviembre (+6,2%) y menos de lo anticipado por los analistas interrogados por Bloomberg.

Si siguen siendo sólidas, las ventas al por menor -barómetro crucial del consumo de los hogares- también se desaceleraron el mes pasado, al contrario de las previsiones del mercado, al incrementarse un 11,1% interanual.

Pero la ONE insistió este martes en las dolorosas "transformaciones estructurales" en marcha: "Es un periodo crucial en el que deberemos superar los retos (...) y seguirá siendo imperiosa la necesidad de profundizar las reformas".

Pekín se jacta de "la nueva normalidad" de un crecimiento menor pero más estable, fruto de sus esfuerzos para reequilibrar su modelo económico hacia el consumo interior, la innovación y los servicios, en detrimento de las industrias pesadas, de las inversiones fomentadas por el endeudamiento y las exportaciones.

El sector de los servicios constituyó el 50,5% del PIB en 2015, representó más de la mitad de la economía anual por primera vez, según la agencia Xinhua.

Las inversiones en capital fijo, que reflejan sobre todo los gastos en las infraestructuras, aumentaron por su parte un 10% en 2015, menos que la previsión del mercado (10,2%) y en fuerte desaceleración.

¿Hundirá China a la economía mundial?

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