Los irlandeses son reconocidos como buenos bebedores y una de las costumbres tradicionales es frecuentar el bar del vecindario, tu pub local, para compartir un par de copas y charlar con conocidos.

El pub es el punto de encuentro, el lugar de intercambio de información entre la gente, es como estar en la sala de tu casa. Así lo describen muchos de sus clientes.

En 1970, sin embargo, estos bares también se convirtieron en improvisados centros financieros saliendo al rescate de la República de Irlanda, cuando estuvo afectada por una prolongada huelga bancaria que duró 6 meses y hubiera podido paralizar la economía del país.

Clientela asegurada

En ese entonces, Tommy Smith era dueño de un pequeño pub en la calle Parnell, en Dublín, la capital de Irlanda. En esa calle había entre 15 y 20 bares, casi todos negocios independientes de familia.

"La mayoría de nuestra clientela era de clase trabajadora, estibadores. A ellos se les pagaba con cheque y los bares les cambiaban los cheques. Casi ninguno de esos estibadores tenía una cuenta bancaria", le señaló a la BBC.

Cómo era una comunidad cerrada, conocida, el pub no tenía problemas en cambiar los cheques. Eso le permitía al empleado tener efectivo para pagar su arriendo, comprar comida y, naturalmente, beber. Era una transacción de beneficio mutuo, indicó Smith.

"Les cambiábamos los cheques y el efectivo lo recibíamos de vuelta con la venta de licor. Ya ves, si no cambiabas el cheque no tenías clientela".

Así era como los estibadores podían asirse de su dinero hasta que, en 1970, toda la población de Irlanda, unos 3 millones, se vieron en la misma situación.

Parálisis bancaria

El costo de vida en Irlanda había subido marcadamente y la asociación de empleados bancarios entró en disputa por un aumento salarial con los bancos mismos.

Los cinco bancos principales del país y varios otros más pequeños tuvieron que cerrar sus puertas. En una época anterior a los cajeros automáticos y tarjetas de débito, la mayoría de la población no tenía acceso a efectivo.

El sindicato de trabajadores tenía un curtido secretario general que mantuvo un férrea postura frente a los bancos.

"Él pensó que paralizando efectivamente el sistema bancario de Irlanda los bancos estarían forzados a negociar rápidamente con él", comentó Antoin Murphy, profesor de Economía de la Trinity College, en Dublín.

Pero una huelga anterior, en 1966, había preparado a la gente para una crisis similar.

"En la de 1970, la mitad de los empleados de los bancos irlandeses se fueron a Londres y encontraron otras alternativas laborales", indicó. "Había anuncios publicitarios en los diarios irlandeses ofreciendo vuelos fletados para trasportar a funcionarios de los bancos fuera de Irlanda".

Alternativa

Al mismo tiempo que sucedía ese éxodo, se desarrolló un sistema bancario alternativo. Los aproximadamente 11.000 pubs que había en ese entonces en Irlanda, más otros negocios minoristas y tiendas, sustituyeron el sistema.

Murphy describió así el método: "Si recibías un cheque de tu trabajo y no podías consignarlo en el banco, podías ir a tu pub o tienda local y preguntarle al dueño si recibía tu cheque. La mayoría de las veces lo hacía. Te daba efectivo y producto a cambio del cheque".

La transacción funcionaba porque los dueños de los pubs sabían con quienes estaban transando.

"Principalmente le prestaban a sus clientes regulares. No a los extraños", le dijo el economista a la BBC. "Si alguien ha estado bebiendo en tu pub durante 15 o 20 años, tienes una buena idea de su estatus crediticio y su liquidez".

Miles y miles de cheques

Naturalmente, los dueños de pubs como Tommy Smith tenían que cuidarse de qué cheques aceptar.

"Dábamos prioridad a los cheques del gobierno, eran bastante seguros. Pero algunas veces había que decir que no, que no había efectivo, alguna excusa. El cliente podía ser fidedigno pero tal vez el que emitió el cheque no lo era", expresó Smith.

No obstante, tenía sentido mantener el dinero en circulación. Como no había cómo consignar sus ganancias en los bancos, los pubs hubieran quedado con grandes cantidades de efectivo en sus predios.

"Era un grave problema", afirmó Tommy Smith. "Si te quedabas en posesión de 5, 10 o 20 mil libras, eso era mucho dinero que se volvía un gran problema de seguridad. Por eso necesitábamos los cheques. Eran más seguros. Si había un robo, los ladrones no estaban interesados en cheques".

Después de seis meses de huelga, los bancos finalmente reabrieron y tuvieron que procesar el equivalente a unos US$7.500 millones en cheques.

Eso equivalía a tres o cuatro veces el PIB de Irlanda. Una cifra enorme. Algunos dueños de pubs podían estar en posesión de miles de cheques a la vez y muy pocos no tuvieron fondos, aseguró Antoin Murphy.

"Fue una viñeta extraordinaria de cómo una economía pudo sostenerse sin su manera usual de pagos", indicó.

"Logramos superar sin graves consecuencias lo que pudo haber resultado en una muy dañina disputa laboral".

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