Fue a las 13:11 del 11 de marzo de 1990 que el salón plenario del Congreso Nacional recibía con una ovación a Patricio Aylwin. A los 71 años, el militante DC -fallecido en 2016- asumía como el primer Presidente de la República electo democráticamente desde 1970.

Luego de darle la mano a Augusto Pinochet (fallecido en 2006), Aylwin recibió la banda presidencial de manos del entonces presidente del Senado, Gabriel Valdés (fallecido en 2011). Esto, en medio de un ambiente a todas luces tenso. Ese día, han dicho asistentes al ceremonia, pocos tenían claro lo que había que hacer: el último cambio de mando había ocurrido en 1970.

Pasadas las 19 horas, Aylwin ofreció un discurso en uno de los balcones del Palacio de La Moneda: "Gracias por este recibimiento tan alegre, tan entusiasta, tan afectuoso. Yo sé que esta alegría, este entusiasmo y este afecto no son para un hombre. Son para la Patria que se reencuentra con la libertad. Queremos un Chile de todos los chilenos, con todos los chilenos, para todos los chilenos". 

"Chile vuelve a la democracia y vuelve sin violencia, sin sangre, sin odio. Vuelve por los caminos de la paz", agregó.

Un día después de asumir en el gobierno, Aylwin protagonizó un masivo mensaje presidencial.

“Es hermosa y múltiple la tarea que tenemos por delante: Restablecer un clima de respeto y de confianza en la convivencia entre los chilenos, cualesquiera que sean sus creencias, ideas, actividades o condición social, sean civiles o militares… ¡Sí señores!, ¡Civiles o militares!, ¡Chile es uno solo!”, exclamó Aylwin en medio de algunos vitores y pifias.

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La tensa relación con Pinochet

Tras el retorno a la democracia, Pinochet continuó como Comandante en Jefe del Ejército. La convivencia de ambos tuvo episodios tensos como el "ejercicio de enlace" -en diciembre de 1990- cuando el ex dictador ordenó un acuartelamiento de tropas presionando al gobierno de Aylwin para que no iniciara acciones legales por el caso "Pinocheques", en el que estaba involucrado su hijo mayor. Ante la consulta, el general dijo a la prensa que las acciones habían sido parte de un "ejercicio de alistamiento y enlace".

Otro momento complejo se vivió en mayo de 1993, ante la noticia de que el gobierno reabriría el caso. En esa oportunidad un grupo de comandos del Ejército se reunió en las cercanías del Palacio de La Moneda, portando armas y vestimenta de combate. El episodio se conoció cono el "Boinazo". 

"Fuera del ruido, esa manifestación no produjo ningún otro efecto. Ni el Gobierno cedió a la presión ni tuvo ningún apoyo de la opinión pública. Hoy día el general Pinochet no tiene más poder que el de cualquier comandante en jefe de un ejército en cualquier país democrático, aparte de su inamovilidad, y de que el presidente tenga que consultar su opinión para los retiros", sostuvo en una entrevista a el diario El País, en 1994, donde abordó el polémico episodio.

Junto con esto, planteó que "Pinochet no intentó cogobernar desde que yo asumí la presidencia. Me dijo: 'Yo como militar sé mandar y sé obedecer. Ahora usted es el presidente y yo le obedezco a usted'".

"Tuvimos desacuerdos, naturalmente, pero en definitiva, nunca pretendió intervenir en la orientación de la política de mi Gobierno. Nunca me desobedeció. La imagen del general Pinochet con la que yo salí de la presidencia, de su conducta durante mi Gobierno, no es la que pude temer cuando asumí el cargo. Y más: tal vez la permanencia de Pinochet ha ayudado a la estabilidad del proceso", agregó.

"Es una personalidad bastante más compleja de lo que la gente cree y no es una figura que se pueda definir, simplemente, como en blanco y negro; tiene sus haberes y sus deberes". (Dijo el 30 de octubre de 1995, en visita a Punta Arenas)

Asimismo, declaró que durante el régimen militar "no todo fue negro", y destacó obras como "las reformas económicas de saneamiento, liberalización y apertura de la economía chilena".  (16 de marzo, 1995. En un discurso ante la fundación Gulbelkian en Lisboa)

Entrevistado por El País en 2012, Aylwin continuó entregando su visión sobre Pinochet: “Sabía hacerse el simpático cuando quería. Era socarrón y diablito, jugaba para su propio lado. Pero Pinochet no fue un hombre que obstaculizara las políticas del Gobierno que yo encabecé”. 

El perdón a las víctimas de la dictadura

El 4 de marzo de 1991, Patricio Aylwin entregó a la ciudadanía el informe de la Comisión de Verdad y Reconciliación, denominado "Informe Rettig"- por el nombre del presidente de la comisión, Raúl Rettig-.

El informe cifró en 2.279 las personas que perdieron la vida entre el 11 de septiembre de 1973 y el 11 de marzo de 1990. 

Casi un año después del regreso de la democracia, Aylwin emitió uno de sus discursos más recordados: "La sociedad chilena está en deuda con las víctimas de las violaciones de Derechos Humanos. Por eso es que yo me atrevo, en mi calidad de Presidente de la República, a asumir la representación de la nación entera para, en su nombre, pedir perdón a los familiares de las víctimas".

"Pido solemnemente a las Fuerzas Armadas y de Orden, y a todos los que hayan tenido participación en los excesos cometidos, que hagan gestos de reconocimiento del dolor causado y colaboren para aminorarlo", finalizó.

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