-Según el parlamentario de EEUU, Marco Rubio,  existirían redes financieras de Hezbollah en Chile. ¿Hay bases para sostener que hay presencia de ese grupo?

-Hace años que se habla de que Hezbolá opera en la llamada Triple Frontera, entre Paraguay, Brasil y Argentina. También ha habido versiones que hablan del norte de Chile. Me parece que más allá de las presunciones, es importante reconocer que nuestro control fronterizo es muy deficitario y que eso no solo es un problema por la inmigración indocumentada, sino también por la posible amenaza que puedan representar operativos de grupos terroristas en nuestro territorio.

Hemos visto que en los últimos años un número importante de grupos extranjeros del crimen organizado se han instalado en Chile, generando una crisis de seguridad que están causando graves consecuencias. En ese contexto, ¿qué impide que grupos terroristas extranjeros entren a Chile? Nada.

Por eso, me parece que es urgente reforzar el trabajo de inteligencia interna y externa, establecer una mayor cooperación con agencias extranjeras y mecanismos de control migratorio más eficiente. El ataque terrorista a la Embajada de Israel en Argentina (1992) y luego a la AMIA (1994) demuestran que estar ubicados en América Latina no impide llegar a ser un blanco del terrorismo.

– Respecto del ataque de Irán a Israel,  según el gobierno israelí, el 99% de drones y misiles fueron interceptados. ¿Cuál fue el objetivo de Teherán?

-El ataque lanzado por Irán tuvo la particularidad de que careció totalmente del factor sorpresa. Al menos tres días antes, ya se hablaba a nivel internacional de que Irán pretendía atacar a Israel el sábado 13 de abril. Y cuando lo hizo, utilizó misiles crucero que demoraron dos horas en llegar al espacio aéreo israelí, además de drones que tardaron entre seis y nueve horas. Eso le dio tiempo suficiente a Israel y sus aliados para preparar una defensa eficiente, lo que minimizó los daños.

En ese sentido, la actual guerra entre Israel y Hamas, hace meses que traspasó las fronteras de Gaza, con el involucramiento de Hezbolá, en el sur de Líbano; las milicias hutíes, en Yemen; y todos los grupos afines a Irán en Siria e Irak.

El gobierno iraní lleva décadas en una especie de “guerra en las sombras” contra Israel a través de estos grupos regionales que financia y entrena. El punto es que esta es la primera vez que Irán ataca directamente a Israel y no a través de terceros actores.

-La discusión es cuál será la respuesta de Israel. ¿Hay una pugna en el Gobierno de Netanyahu?

-En general, el gobierno del primer ministro Netanyahu es bastante duro. Hay muchos “halcones” que se inclinan por medidas militares y de gran intensidad para neutralizar cualquier amenaza a Israel. En ese sentido, más que una pugna interna, Netanyahu enfrenta la presión del gobierno del presidente Joe Biden, su más estrecho aliado, que no desea que este conflicto en Medio Oriente siga escalando.

Irán, en Naciones Unidas, afirmó que la operación aérea del sábado pasado no fue un ataque, sino una represalia producto del bombardeo del consulado iraní en Damasco (Siria), y del cual responsabiliza directamente a Israel. Y agregó que consideraba terminadas sus operaciones militares, salvo que hubiera un nuevo ataque atribuible a fuerzas israelíes.

Ahora, la gran interrogante es saber si Israel responderá de manera militar contra intereses iraníes en la región o, incluso, contra Irán mismo. En este punto, nada está del todo claro, tomando en cuenta que los mismos países aliados que ayudaron a Israel el sábado, ahora lo están tratando de convencer de que no lleve adelante un contraataque.

-Aún existen rehenes israelíes a manos de Hamas. ¿Cómo se mantiene el apoyo a Netanyahu en su país?

-El respaldo de la ciudadanía ha ido variando en el tiempo. Tras el atentado de Hamas del 7 de octubre, hubo un apoyo bastante masivo que se fue matizando en función de la urgencia de rescatar a los rehenes prisioneros en Gaza, la extensión de la operación militar israelí en el tiempo, el altísimo costo en términos de civiles palestinos muertos y los episodios en que entidades humanitarias fueron atacadas.

Las gestiones de los familiares de los rehenes han generado una fuerte presión sobre el gobierno de Netanyahu, porque han dicho públicamente que están dispuestos a cualquier negociación que permita su regreso con vida. Y eso representa un desafío enorme para el actual gobierno israelí.

-Según la experta Lina Khatib, Irán quiso “poner en marcha una especie de espectáculo para que el mundo fuera testigo”. ¿Estás de acuerdo?

-Sí, estoy de acuerdo. El ataque de Irán contra Israel, más que causar un daño profundo o iniciar una guerra abierta, buscaba “salvar el honor” del gobierno de Teherán. A pesar de su poderío militar, el régimen teocrático iraní enfrenta problemas profundos. Producto de las sanciones económicas impuestas a modo de castigo por el programa nuclear iraní, la economía del país persa se encuentra en una situación muy precaria. Por ejemplo, además de los altos índices de desempleo, sobre todo juvenil, se suma una inflación cercana al 57%.

Todavía hay consecuencias de las masivas protestas causadas por la muerte de la joven Mahsa Amini y que dejaron cerca de 500 muertos y miles de detenidos.  A eso se suma la presión de la propia Guardia Revolucionaria Iraní, que exigía una respuesta por la muerte de sus comandantes en el ataque de Siria.

Eso llevó al gobierno iraní a considerar una respuesta inédita, como un ataque directo, pero que no escalara a una guerra abierta. Irán sabe que Israel cuenta con aliados de la talla de Estados Unidos y Reino Unido, que podrían causarle importantes daños. Al menos, hasta que Irán no demuestra que cuenta con un arma nuclear, porque eso cambiaría completamente el escenario geopolítico en Medio Oriente.

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