-¿Qué significa este triunfo por paliza de Republicanos? ¿De qué manera reconfigura el escenario de la derecha?

-En concreto significa que la derecha más dura queda con el sartén por el mango respecto del proceso constituyente. Republicanos fue capaz de encarnar el antagonismo más nítido a un gobierno impopular y presionó especialmente en temas de orden público, que tienen poco que ver con contenidos constitucionales pero que son el talón de Aquiles del presidente Boric.

Probablemente también capitaliza o vehiculiza el hastío en torno a un proceso que se percibe ajeno y extemporáneo, un ánimo anti establishment que campea en los sectores menos politizados que esta vez fueron obligados a votar, y que después de tanta incertidumbre por el estallido, la pandemia y la voracidad refundacional anda buscando certidumbres. Pero tampoco hay que sobre interpretar: la contingencia favorece a Republicanos pero Chile no se convirtió en la fiducia de la noche a la mañana.

-El Consejo Constitucional estará dominado por Republicanos, que prácticamente podría hacer la Constitución a su manera. ¿Crees que estén dispuestos a negociar con parte del oficialismo?

-Creo que Republicanos tiene un ADN rechacista, por así decirlo, porque no cree que necesitemos una nueva constitución y ha sido consistente en esa posición desde el inicio. Ese era el papel que le convenía desempeñar en este proceso para no perder la identidad. Pero ahora curiosamente se encuentra con la posibilidad, y quizás la obligación política, de conducirlo. Como saben los fanáticos de Stan Lee, un gran poder conlleva una gran responsabilidad. O en términos bíblicos como quizás prefiere Republicanos, al final del día les preguntarán qué hicieron con los talentos que se les confiaron, en este caso con la cantidad de consejeros que obtuvieron.

Si hacen la “gran Stingo” y excluyen a la izquierda condenan el nuevo proceso. Me imagino que están evaluando una actitud más constructiva, porque ya no les sirve jugar de amurrados: tal como lo ha sufrido el Frente Amplio, tienen que demostrar que no sólo sirven para alegar sino también para construir confianzas, tender puentes, generar puntos de acuerdo, y en definitiva gobernar.

-Si se alían con Chile Vamos, podrán rechazar normas de la Comisión Experta. ¿Visualizas un panorama áspero, crispado?

-Me da la impresión de que no habrá mucha resistencia al anteproyecto de los expertos. A Republicanos no le conviene estresar mucho la discusión. La Convención pasada fue una moledora de carne reputacional y Kast tiene que cuidar sus pretensiones. Ya en el discurso del triunfo le bajó el perfil a la tarea constitucional.

No conozco a todos los consejeros electos de Republicanos, de seguro habrá uno que otro personaje polémico que quiera dejar el tejo pasado, pero en general no les conviene que la población perciba mucho conflicto, mucha performance, o mucha innovación respecto de lo que ya tenemos.

-¿Cuál es el control de daños de Chile Vamos? ¿La derecha tradicional pierde mucho poder?

-Bastante por ahora. La estrategia del cerco sanitario, valiente en principio, no funcionó. La tentación será salir a copiarle la dureza a Republicanos, pero ahí solo gana Republicanos. Un viraje al centro parece contraintuitivo pero puede ayudar a reconstruir identidad, sin embargo ahí también hay pérdida y un destino incierto. Por de pronto, Kast tiene la pole position presidencial. En todo caso, en Chile nadie paga costos. Antes que ganara Piñera en 2010, la derecha había perdido un plebiscito, 4 presidenciales, 6 parlamentarias y 5 municipales, y su primera línea nunca dio un paso al costado. País generoso.

-Salvo el PS, la centro izquierda prácticamente queda fuera del Consejo. ¿Desaparece el centro en el proceso?

-La tesis que circuló después del 4S, esa que los chilenos se volcaban al centro, moderado y amarillo, este domingo se fue por el wáter. No hay centro, es un descampado, peor que el proceso anterior donde por último andaba Harboe, Chain, Squella. En eso hay una similitud entre ambos procesos: aunque cambió el equilibrio de fuerzas, seguimos polarizados, y aún más polarizados, entendiendo por polarización el alejamiento del centro político.

-Viera Gallo en La Segunda dijo que las fuerzas del Socialismo Democrático deberían reagruparse, y el Frente Amplio convertirse en un solo partido. ¿Es una buena estrategia?

-Podría ser. Lo del socialismo democrático en un solo partido es el viejo sueño de Lagos, ¿no? Pero no veo al PS renunciando a su identidad histórica, a sus símbolos. Más probable que se trague al PPD y al PR. Mal que mal no es una fusión entre iguales. Lo del Frente Amplio tiene sentido también: todavía no hay tanta cultura identitaria construida, están a tiempo, además la gente no distingue entre el eje doctrinario o el ethos de RD, Convergencia y Comunes. Además, con las eventuales nuevas reglas constitucionales destinadas a frenar la fragmentación, es una fórmula pragmática para sobrevivir. Pero bueno, el chauvinismo…

-¿Qué papel puede jugar Boric, quien sufre una derrota ideológica profunda y será difícil que pueda influir en la agenda constitucional? ¿Deberá ceder en las reformas de pensiones y tributaria?

-Boric no perdió este domingo. Perdió en septiembre del año pasado. Ahí naufragó el proyecto original de Apruebo Dignidad y el plan frenteamplista para Chile. Ese fue el verdadero terremoto, lo de este domingo fue la réplica. La señal de moderación ya fue entregada. Pidieron perdón por pasarse de rosca con las críticas al manejo de la pandemia, pidieron perdón por apoyar los retiros, pidieron perdón por maltratar a Carabineros, Boric incluso reconoció que la Convención fracasó por excluir a la derecha, superando la tesis dura de las fake news y la inmadurez del pueblo.

Tiene a la hija política de Lagos en Interior, al presidente del PS en Segpres, una prenda de garantía en Hacienda, sumergió a Jackson, y hasta en Cancillería instaló a un diplomático concertacionista de la vieja escuela. Ahora le pasó la pelota del proceso a Republicanos y esa es la estrategia correcta. Hay que hacerse la idea: no habrá grandes transformaciones, pero cada día tiene su afán y en una democracia liberal el objetivo es pasarle la banda al que sigue sin haber erosionado las instituciones, lo que ya es bastante en Latinoamérica.

-José Antonio Kast es el gran ganador. Igual que Boric, ¿tiene dos facetas que aparecen en las distintas campañas, una dura y otra más conciliadora? ¿Cuál crees que predominará?

-El riesgo de Kast es que le fue demasiado bien y ahora los focos están en sus consejeros. Digamos que funciona como un ensayo general de su eventual gobierno. Si se portan igual que Gonzalo de la Carrera, la posibilidad de conducción es escasa y el ensayo sale mal. Si fuera por Kast, que nadie prenda la tele, para que podamos seguir hablando de lo mal que lo hace el gobierno. Es un dilema: le va bien siendo duro y adversarial, pero para llevar este barco a buen puerto hay que sentarlos a todos a la mesa.

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