El jefe de los 13 diputados del Partido Republicano, José Carlos Meza, hace un balance del rol opositor de su colectividad y aclara que están disponibles a colaborar con el gobierno en temas urgentes, como la seguridad. Desde ahí también mira cómo avanza el diálogo constitucional, del cual los dirigentes se restaron.

“Nosotros, como bancada del Partido Republicano, hemos buscado, desde el principio, ser una oposición realista y en ningún caso obstruccionista”, recalca.

 —¿En qué sentido?

—En el sentido de saber a quién tienes al frente. Hay ciertos sectores del gobierno hoy día con los que es posible tener algún tipo de conversación, como por ejemplo, en Seguridad. En la Cámara también se han logrado ciertos puntos de encuentro con algunas bancadas. Pero hay que ser realistas: el Partido Comunista nunca va a ceder así como tampoco lo hará una parte importante del Frente Amplio. Ser oposición realista significa entender por qué no estamos en La Moneda y si queremos llegar a La Moneda tenemos que hacer las cosas como corresponde. Concederle todo al Partido Comunista o al Frente Amplio es un error. El 18 de octubre de 2019, la consigna del PC era 'renuncia Piñera' y lo acusaron constitucionalmente de inmediato. Entonces cuando Chile Vamos dice 'no queremos ser una oposición obstruccionista como lo fue el PC y el FA como lo fue con Piñera' sí puedo estar de acuerdo con eso, pero de ahí a sentarse, por ejemplo, el martes, 13 horas sobre una nueva Constitución, hay un abismo...

—El exministro Jaime Bellolio ha dicho que no se puede ser una oposición que esté por el bloqueo por el bloqueo, porque no vaya a ser que el próximo gobierno sea de oposición... Al final vamos a estar cada cuatro años en un tironeo constante entre la derecha y la izquierda...

—Ser oposición realista significa reconocer también lo bueno. Estamos abiertos por ejemplo a discutir un Acuerdo de Seguridad. Concederle todo a la izquierda no es el punto de equilibrio así como negarle todo al gobierno tampoco. El Partido Republicano ha apoyado el Estado de Excepción siempre, es la izquierda la que no ha apoyado siempre al gobierno en eso. El tono de la oposición se define por sus actos que por lo que uno como líder pueda decir. Es un ejercicio vacío situarse en una posición sin actos.

—Si no son una oposición obstruccionista en el Partido Republicano, ¿cómo responde a acusaciones constitucionales por ejemplo a Izkia Siches? O bien ahora con Giorgio Jackson cuando no se intenta primero con otras herramientas que tiene la oposición...

—En el caso de Izkia Siches tratamos de actuar con la mayor responsabilidad posible, estudiamos los antecedentes y vimos que lo ameritaba. El primer paso de fiscalización que teníamos no se cumplía: no nos respondían los oficios dentro del plazo. Quisimos reunir las firmas seis veces para interpelar a la ministra del Interior y no tuvimos el apoyo del resto de la oposición, entonces, sabe qué, llega un momento en que la situación de una ministra se hace insostenible y hay que hacer algo. Yo creo además que el tiempo nos dio la razón. El primer argumento de Chile Vamos era que esto iba a fortalecer a la ministra Siches e iba a aunar al gobierno detrás de su figura: la ministra Siches nunca se fortaleció, el gobierno nunca se unió detrás de ella. La ministra Siches no fue la heroína que la oposición pensó en que se convertiría con esta acusación. Nosotros buscamos ser una oposición responsable con el gobierno, con la institucionalidad, pero también con la ciudadanía. Por eso creemos que es importante estudiar una acusación contra el ministro Jackson, porque acá hay un laberinto. Si el ministro tiene razón, la exseremi cometió un delito, que es la omisión de denuncia, penado por la ley; si la exseremi tiene la razón, el ministro Jackson cometió delito de injuria: imputar un delito a quien no lo ha cometido y más encima de forma pública. E infringir la ley configura una acusación constitucional. El ministro Jackson hoy pende de un hilo.

—¿Y van a adherir o buscar un pacto de gobernabilidad en la Cámara, como ocurrió en el Senado?

—No. Primero: la gobernabilidad de la Cámara tiene que ser reflejo de lo que pasa en el país y a nivel país la extrema izquierda fue ampliamente derrotada el 4-S. Segundo: sería un tremendo error de Chile Vamos pactar con el FA y el PC que hace tres años buscaban derrocar al Presidente de la República. Un pacto que incluya a la DC, al PPD, creo que sería posible, pero para sumar al PC y al FA no estamos disponibles. Un exministro sugiere replicar este pacto en la Cámara y pienso que es un tremendo error. La Cámara y el Senado tienen composiciones totalmente distintas... el PC y el FA tienen una forma desleal en política, están dispuestos a botarlo todo para conseguir sus objetivos. Chile Vamos no puede validar esa forma de hacer política.

—El Partido Republicano, en presupuesto, votó a favor de una indicación que aumentaba la PGU por lo que justamente era inadmisible… ustedes se habían trazado no votar nada inconstitucional, ¿qué ocurrió?

—Fue una decisión frente a un gobierno que no hay cómo hacerlo entender. A los ministros del Presidente Boric se lo hemos dicho de todas las formas en el Congreso, en todos los tonos: que un acuerdo para aumentar la PGU es posible y puede ser instantáneo. Esa votación responde a demostrarle al gobierno que estamos dispuestos a aumentar la PGU. Ya no supimos cómo hacerle entender al gobierno que a fin de mes la pensión que podía aumentar automáticamente en las cuentas de los chilenos.

—¿El fin justifica los medios?

—En este caso, como en cualquier regla autoimpuesta, hay que aplicar criterio. Fue una discusión profunda entre nosotros y siempre uno tiene que estar abierto a analizar distintos escenarios.

—¿Por qué votaron en contra de la Constitución y su argumento principal es que ésta sigue vigente?

—Un gobierno al que se le ha manifestado de todas las formas de que hay consenso para aumentar la PGU de manera inmediata, que no quiere cambiar su postura por mezquindad política...

—¿Cuál mezquindad?

—Porque ellos lo que quieren es que, cuando salga de reforma, decir a la gente 'vieron que nuestra reforma era buena'...

—¿Cayeron en populismo?

—Esa decisión es parte de nuestro rol como oposición realista. El realismo indica que cuando no hay otra forma de llamar la atención del gobierno claramente hay que usar estas herramientas. No es la regla general...

—De ser así entonces es válido el argumento de la izquierda para los retiros del 10% que ustedes tanto criticaron... la izquierda decía que el gobierno no se abría a ayudas sociales.

—Sí estaban los IFE.

—Se criticó que los entonces 65 mil eran poco...

—A lo mejor no presionaron lo suficiente. No estaba yo en ese momento en el Congreso.

—Se ha planteado otro argumento: que aumentar ahora una PGU frenaría un debate de fondo y de largo plazo para cambiar el sistema previsional... ¿no es válido que un gobierno bregue por su programa? ¿Ustedes van a estar disponibles igual a hacer una reforma si es que a la gente con la PGU ya le suben su pensión?

—Sí. Eso solo demuestra que su reforma es muy débil... que solo se sostiene por la PGU. Ahora, hay otro problema aquí: el gobierno no tiene agenda legislativa. ¿Cuáles son sus medidas administrativas en Seguridad? No nos han sabido decir. ¿Cuál es la agenda del gobierno en materia medioambiental? No hay urgencias legislativas ni tienen proyectos de ley presentados en la comisión de MA. El gobierno no tiene agenda. Si el gobierno está más empecinado en hacer una nueva Constitución que en empujar su agenda es muy difícil avanzar.

—¿Chile Vamos ha jugado un rol laxo como oposición?

—Dentro del Congreso yo veo a Chile Vamos como socio. Para nosotros fue muy fácil sentarnos con ellos para ver cómo íbamos a enfrentar la votación de la mesa de la Cámara. Tampoco nos costó organizar el tema de las censuras de las comisiones. Hay muchas coincidencias en materia de seguridad, educación, que, pensamos, son los dos principales temas. Fuera del Congreso no tenemos sintonía con Chile Vamos sobre todo con los liderazgos de los partidos de Chile Vamos que están empujando el tema de la nueva Constitución.

—¿A quiénes se refiere?

—A los presidentes de los partidos que están empecinados en llegar a un acuerdo por el tema constitucional...

—Chile Vamos se comprometió con una nueva Constitución, de hecho, a esa razón se adosa el apabullante triunfo del Rechazo...

—Es totalmente incorrecto que, por esa promesa, ganó el Rechazo. No hay estudio que apunte hacia eso. El Rechazo ganó porque la propuesta de la Convención Constitucional era inaceptable para la gran mayoría de los chilenos. Por ejemplo, la Convención tenía una propuesta en materia de pensiones que fue lo que dio vuelta la elección. Cuando se inició esa discusión surgieron movimientos como 'con mi plata, no'; la gente se empezó a preguntar si los fondos iban a ser o no ser heredables. Si uno hace un análisis de cómo subió el Rechazo en las encuestas, mientras más se hablaba del contenido de la propuesta, más Rechazo había; mientras menos se hablaba de ese contenido, menos Rechazo.

—¿La gente ya no quiere una nueva Constitución?

—No lo sé. Yo creo que no es necesaria. Nosotros en el Partido Republicano no vinimos a ser voceros de mayorías circunstanciales sino para conducir a la ciudadanía hacia los caminos que nosotros creemos convenientes. El otro día lo conversaba con unos amigos, y les decía 'fíjense ustedes en las redes sociales de los que eramos dirigentes del incipiente Partido Republicano en 2019, la noche que se firma el acuerdo'... Todos, sin ponernos de acuerdo, como José Antonio Kast, el Rojo, yo mismo, todos dijimos 'vamos a decir NO a esta cuestión'. Y esa minoría se convirtió después en mayoría. La gran mayoría del espectro político prefiere ir con la corriente porque es más fácil.

—Ustedes en la campaña para el 4-S llegaron a un entendimiento con Chile Vamos para entregar un mensaje en la franja, una nueva Constitución...

—Pero la postura del Partido Republicano nunca ha variado...

—Pero el mensaje que daban en general en la franja era que se comprometían que pese a un Rechazo había una nueva Constitución...

—Ese era el mensaje de Chile Vamos.

—Era la misma franja. Era un mensaje único, ¿no cree que eso influyó en el amplio margen con el que ganó el Rechazo?

—Cuando tienes tantos votos, como ocho millones en este caso, es evidente que no todos votaron por las mismas razones y nosotros aspiramos a representar a quienes votaron Rechazo y que ya no quieren más.

—¿Y eso no es una minoría?

—No lo sé, habrá que verlo en una próxima elección. Hay un dato importante, la elección parlamentaria y presidencial fue en noviembre de 2021, donde José Antonio saca la primera mayoría y el Partido Republicano sorprende con su votación y, un mes después, entre primera y segunda vuelta, Javier Macaya dice que hay que hacer todo lo posible para que gane el Apruebo. Ese era el mensaje de Chile Vamos a esa altura del partido con una Convención funcionando: decían que había que sacar esto adelante y nosotros, en el Partido Republicano, estábamos en contra de lo que estaba pasando adentro de la Convención y la gente, con esa información, votó por José Antonio Kast mayoritariamente. Esa fotografía a mí me hace pensar que hay un número importante de chilenos que están hartos del proceso constituyente porque no les soluciona nada.

—¿Chile Vamos no debería estar en esa mesa? ¿No es iluso pensar que porque la derecha no hubiese dialogado, el tema constitucional no hubiese avanzado?

—Yo no soy quién para pautear a Chile Vamos. Pero cualquier avance de este proceso necesita una reforma constitucional, todos lo saben, y saben que se requieren al menos 4/7 que nadie los tiene por sí solo. Para avanzar en este tema, se necesita a la oposición, si la oposición se restara completa se acaba el tema. Mientras más se dilate esto, las urgencias de los chilenos se van a convertir en más urgentes aún... yo entiendo a la gente que se indigna cuando ve que la gran mayoría de los políticos se encierra en el excongreso un día completo para ni siquiera llegar a un acuerdo... y en cambio se dejó pasar dos semanas para una nueva reunión por el Acuerdo de Seguridad. Yo por eso no participo del diálogo constitucional: no tengo cara para explicárselo a la gente. Prefiero decirle: mire, yo no estoy conversando el tema constitucional; yo estoy conversando el tema de la seguridad con el gobierno.

Acuerdo de seguridad: “Estamos perdiendo el tiempo”

—Usted dice que van a buscar consensos en Seguridad, ¿cómo avanza ese acuerdo?

—Los plazos no dan, no se logra de aquí al 31 de diciembre de 2022. En las reuniones no se están hablando los temas urgentes, son temas importantes, pero no urgentes.

—¿Qué esperan ustedes?

—Que hablemos de cómo vamos a mejorar la situación de Carabineros, de la PDI, no solo en sueldos sino implementos, en materia jurídica cuando son acusados de delitos en ejercicio de sus cargos. Me gustaría ver cómo vamos a mejorar la seguridad dentro de las cárceles, muchos de los delitos se provocan desde las cárceles, el delito de extorsión ha aumentado dentro de la cárcel.

—¿Y qué hablan en esas reuniones?

—De la reforma del sistema de inteligencia, que es muy importante, pero que es tan profundo que de aquí al 31 de diciembre no vamos a alcanzar un consenso en esa materia. Yo se lo dije a la ministra: estamos perdiendo el tiempo. Hay voluntad para llegar a acuerdo en materias urgentes y el gobierno no está aprovechando esa oportunidad.

Rol y futuro del Partido Republicano: “Debemos aspirar a representar a una clase media”

—Su partido es el que más renuncias de militantes ha tenido en 2022, ¿cuál es su análisis?

—Este año tuvimos que tomar decisiones difíciles. Nosotros no buscamos popularidad sino que intentamos hacer lo correcto. Tuvimos que tomar acciones respecto a una diputada que no respetó una decisión técnica que había tomado la bancada. Tuvimos también que tomar una decisión difícil respecto a un diputado miembro de nuestra bancada que agredió físicamente a otro diputado. Eso evidentemente tiene un efecto inmediato en la militancia?

—¿No hay más factores?

—Lógico que sí, por ejemplo, la tercera papeleta propuesta por el senador Edwards, que no se dialogó con la bancada, que generó roces con miembros de la bancada. Eso también tuvo impacto en la militancia. Pero así como el Partido Republicano ha tenido renuncias de sus militantes, también ha tenido nuevas incorporaciones relevantes. Yo destaco el reingreso de Johanes Kaiser, destaco la militancia de Martín Arrau, un artífice del triunfo del Rechazo. Este episodio tiene luz y sombra.

—¿Pesa la falta de participación? El senador Edwards acusó que no quiere hacer elecciones internas  ‘un militante, un voto’...

—La elección dentro del Partido Republicano es un militante, un voto, porque el órgano más importante dentro del Partido Republicano es el cabildo general que es el que designa los otros órganos ejecutivos como la comisión política, la directiva, es el que define si hacemos o no pactos con otros partidos. Ese cabildo debe representar a todas las regiones. Es una polémica artificial decir que el Partido Republicano no tiene representación 'un militante, un voto'.

—¿Pero por qué no elegir de manera directa al presidente del partido?

—Porque la mejor forma de que estén representadas todas las regiones es a través del cabildo.

—El expresidente Rojo Edwards dijo que el partido ahora tenía que entender que son una colectividad y no un comando presidencial que gira en torno a José Antonio Kast. ¿Eso está ocurriendo?

—El partido es muy distinto a lo que era el año pasado. Hoy tiene una bancada, una agenda, una coordinación interna, hoy el partido tiene una presidenta con voz clara. El Partido Republicano funciona como un partido, lo que no podemos permitir es que se convierta en el comando de nadie, ni del que fue candidato presidencial ni el que quiera serlo en el futuro.

—¿Cómo debe ser el proyecto republicano a largo plazo?

—Nosotros debemos aspirar a representar a una clase media que en los últimos años resintió un frenazo súper fuerte. Chile era un país que venía creciendo y de pronto, en la reforma tributaria de la Presidenta Bachelet dejó de crecer. Existía una promesa de recompensa al esfuerzo que en los 90, 2000 y 2010 se había recompensado. Había movilidad social, una persona pasaba del quintil más pobre al quintil más rico en una generación. Eso se frenó en el segundo gobierno de Michelle Bachelet. Hay expectativas frustradas en la clase media que el Partido Republicano debe representarlas.

—¿Cómo debe ser el rol de José Antonio Kast?

—El rol que está jugando ahora está perfecto: recorre el país, está formando nuevos liderazgos, uno lo ve en Acción Republicana (AR) y cómo se ha ido diversificando. Siempre le he dicho a José Antonio que cuando yo era director ejecutivo nosotros éramos un negocio de barrio, hoy AR tiene una infinidad de productos a disposición: formación de jóvenes, de mujeres, académica...

—Usted dice que hay que representar a una clase media, que es mayoritaria. Pero en el Congreso ha habido presentación de proyectos de ley como el del aborto y el de los deportistas transgeneros. ¿Han errado al concentrarse en iniciativas más identitarias y que no apunten a mayorías?

—Si uno analiza la totalidad de los proyectos de ley que ha presentado la bancada yo creo que apuntan a representar a esa clase media que hoy ve sus sueños frustrados. El proyecto de la inexpropiabilidad de los fondos de pensiones es una idea que nosotros empujamos y que el gobierno adquirió con nosotros. La reforma para garantizar el derecho a la vivienda también. La forma en que hemos enfrentado la aplicación del principio de subsidiaridad del Estado, que significa Estado presente cuando es necesario y ese cambio puede ser súper positivo. Y respecto a los proyectos que me nombra, nosotros somos un partido con valores claros y vamos a empujar también esos temas. Hay que encontrar un equilibrio.

—¿Cuánto afectan a su identidad grupos como los patriotas -“Pancho Malo”- en la cercanía que se les vincula?

—No existe vínculos. Es más: en redes sociales, el fin de semana, yo fui funado por ese grupo. Ellos han dejado claro que el Partido Republicano no los representa.

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