“Los pleitos están superados”, dijo el Presidente de Perú, Pedro Pablo Kuczynski, en una rueda de prensa conjunta con su par chilena, Michelle Bachelet.

“La imagen no pudo ser mejor”, decía un diplomático chileno: en el palacio de La Moneda, el gobernante peruano había dado una potente señal pública del acuerdo que ya habían sellado ambos países hace algunas semanas, durante un encuentro en Lima de los cancilleres Heraldo Muñoz y Ricardo Luna: la controversia por el límite terrestre no será parte de la agenda bilateral, al menos en el corto plazo.

La ausencia de la tensión limítrofe permitió, a ojos de la Cancillería, que Bachelet y Kuczynski reafirmaran que la relación entre ambos países será de cooperación y que, más allá del litigio marítimo concluido el 2014 en La Haya, Santiago y Lima están en condiciones de impulsar una alianza que buscará oportunidades de desarrollo.

Kuczynski lo reiteró varias veces en público y en privado: está preocupado por el enfoque “proteccionista” que pueda impulsar Donald Trump desde EE.UU. y cree que Chile y Perú deben unirse para enfrentar dicho escenario. “A él pocas cosas le importan aparte de dar un envión a la Alianza del Pacífico”, dice un personero chileno.

En ese contexto, la visita del mandatario peruano tuvo una positiva evaluación en Santiago. No sólo por sacar de la agenda la tensión por el triángulo terrestre, sino porque también ayuda a enfrentar en mejor pie la permanente ofensiva boliviana contra Santiago.

¿En qué sentido? El buen clima instalado por Kuczynski con Bachelet contradice la tesis de Morales de que Santiago es un mal vecino. Además, ambos presidentes acuerdan impulsar el libre comercio, en las antípodas del modelo boliviano.

Y, más importante, La Paz pierde a un aliado estratégico para su causa marítima.

Tomar distancia

“Nosotros no entramos en ese tema, y ya veremos pues qué pasa con el litigio”, dijo el martes en la mañana Kuczynski ante una consulta de la prensa sobre la demanda de Bolivia contra Chile por un acceso con soberanía al mar.

A ojos de la Cancillería chilena, la declaración del mandatario limeño confirmó la línea que impuso Kuczynski tras asumir en julio pasado: tomar distancia de la aspiración marítima paceña, marcando un claro contraste con el diseño implementado por el ex gobernante peruano, Ollanta Humala.

Antes de dejar la presidencia, en junio del año pasado, Humala firmó una declaración conjunta con su par de Bolivia, Evo Morales, en que dio un respaldo explícito a La Paz.

“El Presidente del Perú expresó sus fervientes votos para que pueda alcanzarse una solución satisfactoria a la referida situación de mediterraneidad", decía dicha declaración, en que agregaba que "La República del Perú mantiene su más amplio espíritu de solidaridad y comprensión en relación a la situación de mediterraneidad que afecta a Bolivia. En ese contexto, los mandatarios reafirmaron la significación de las normas del Derecho Internacional y de los principios consagrados en la Carta de las Naciones Unidas, en particular, el rechazo a la amenaza o al uso de la fuerza y la solución pacífica de controversias".

El texto molestó en Santiago. No sólo por el emplazamiento a encontrar “soluciones”, sino que también por la alusión al “uso de la fuerza”: se vio como una velada acusación contra Chile.

En contraste, a principios de noviembre pasado, Kuczynski realizó su primera visita a Morales. Se reunieron en Sucre. La declaración es bastante más “moderada”, dicen en Santiago. “La República del Perú mantiene su más amplio espíritu de solidaridad y comprensión en relación a la situación de mediterraneidad que afecta a Bolivia”, dice el documento. “Lo mínimo de un país que quiere mantener un buen clima con su vecino”, agregan diplomáticos chilenos.

"Y no es que Bolivia no haya tratado de obtener alguna declaración mejor", señalan en círculos diplomáticos.

En Cancillería agregan un dato más: en dicha visita a Sucre, Kuczynski impulsó el proyecto -codiciado profundamente por Morales- de una vía férrea desde Brasil a Perú, pasando por Bolivia. En privado, dicen diplomáticos chilenos, el mandatario peruano ha señalado que le interesa que La Paz utilice de mejor forma el puerto de Ilo, en el sur de Perú, para su comercio con el exterior.

El respaldo de Kuczynski a dicha iniciativa no tiene que ver sólo con razones comerciales: si Bolivia da más importancia al puerto de Ilo, puede disminuir la presión sobre Arica.

Algo que beneficiaría a Chile, pero también a Lima: la aspiración boliviana de un corredor con soberanía por el norte de Arica choca directamente con el reclamo peruano por el triángulo terrestre.

En ese sentido, en Santiago creen que la decisión peruana de congelar el tema de la frontera terrestre es más bien táctica. “El día que La Paz insista en el corredor, Lima levantará el asunto del triángulo, bloqueando y complejizando todo”, dicen un diplomático chileno.

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