¿Por qué algunas personas pueden ir a acampar todo el verano sin sufrir de ninguna picada de mosquito, mientras que otras se convierten en víctimas totales de estos insectos?

La revista científica LiveScience publicó un estudio, donde -luego de una ardua investigación- se logró constatar que todo esto se reduce a los compuestos químicos que viven en nuestra piel. 

¿Cómo los mosquitos eligen sus víctimas? 

Los mosquitos eligen a sus huéspedes porque se sienten atraídos al dióxido de carbono, que es lo que nosotros expulsamos al momento de exhalar. 

Cuando exhalamos, el dióxido de carbono de nuestros pulmones no se mezcla inmediatamente con el aire, permanece temporalmente rodeándonos. Por lo que los mosquitos toman ventaja de sus órganos sensoriales para identificar estos químicos y así encontrar a sus víctimas. 

Sin embargo, lo que hace que estos insectos sigan a ciertas personas más que a otras son los diferentes compuestos químicos producidos por las colonias de microbios que viven en nuestra piel.

"Las bacterias convierten las secreciones de nuestras glándulas sudoríparas en compuestos volátiles que se llevan a través del aire al sistema olfativo en la cabeza de los mosquitos", explicó Van Loon, entomólogo de la Universidad de Wageningen a Live Science. 

Estos productos químicos son complejos y son diferentes según cada persona, su variación genética y su entorno.

"Si comparas a un padre y una hija en la misma casa, puede haber diferencias en las proporciones de los químicos que producen los microbios", aseguró Jeff Riffell, profesor asociado de biología en la Universidad de Washington.  

Las diferencias sutiles en la composición de estos químicos pueden explicar las grandes diferencias en la cantidad de mordidas que recibe una persona.

Finalmente, Riffel explicó que si bien no se puede tener mucho control sobre los compuestos químicos que se desarrollan en nuestra piel, sí se pueden tomar ciertas precauciones. Por ejemplo, evitar usar negro, ya que estos insectos se sienten muy atraídos por ese color. 

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