Chagabi Etacore era un niño pequeño en 1986, cuando escuchó un helicóptero sobrevolando su hogar en el bosque del Chaco de Paraguay.

Chagabi, miembro de la tribu de los ayoreos totobiegosodes, nunca antes había visto el mundo exterior. Su familia vivía de forma nómada y cultivando melones en el suelo arenoso del bosque.

La llegada del helicóptero le cambió la vida Chagabi.

Llegaron camiones y un grupo de indígenas corrió hacia el claro donde la tribu de Chagabi había establecido un campamento. Los indígenas que habían sido cooptados por misioneros intentaron capturar a toda la tribu.

Hubo una batalla, pero la tribu de los ayoreos totobiegosodes finalmente fue sometida y se vieron obligados a subir a los camiones. Fueron conducidos a una base establecida por un grupo de cristianos fundamentalistas estadounidenses conocidos como New Tribes Mission (Misión Nuevas Tribus).

Los misioneros habían enviado a los indígenas que ya habían evangelizado a una "cacería humana" para capturar a la tribu de Chagabi. En la misión, Chagabi y su tribu vivieron durante años en un estado de servidumbre y estuvieron expuestos a enfermedades. Muchos murieron.

Chagabi contrajo una infección pulmonar crónica que padeció de por vida, y que finalmente causó su muerte esta semana.

Aunque se desconocía su edad exacta, se cree que Chagabi tenía poco más de 40 años.

"El objetivo de Chagabi era un mundo en el que se respetaran los derechos humanos", dice Lucas Bessire, profesor asociado de antropología en la Universidad de Oklahoma, EE.UU., quien pasó mucho tiempo con los ayoreos y trabajó estrechamente con Chagabi.

"Un mundo donde las personas puedan tener sus propios objetivos en sus propios términos".

En la década de 1990, Chagabi fue una fuerza impulsora de los movimientos de los ayoreos totobiegosodes fuera de la misión para establecer sus propias comunidades.

Como maestro, trabajador de la salud, cineasta, activista contra la deforestación, negociador político, traductor y padre de tres hijos, Chagabi logró mucho en su corta vida.

Liderando la lucha contra la deforestación

Los bosques chaqueños de Paraguay y Bolivia están habitados por unos 5.000 ayoreos, de los cuales los totobiegosodes, son un subgrupo. Su nombre se traduce como "gente de la tierra de los cerdos salvajes".

Como los miembros de la comunidad aún viven aislados, son oficialmente los últimos indígenas no contactados en las Américas fuera de la Amazonía. No está claro cuántos viven aún en aislamiento.

Desde que granjeros menonitas invadieron el Chaco por primera vez en la década de 1940, se ha convertido en uno de los bosques que más rápido desaparece a nivel mundial.

Durante el régimen de 35 años del general Alfredo Stroessner en Paraguay, que terminó en 1989, la región norte se dividió y vendió a terratenientes privados, principalmente ricos ganaderos paraguayos y brasileños. Cada año se destruye un área dos veces y media más grande que Hong Kong.

En las últimas décadas, los miembros no contactados de los ayoreos han huido de la selva para escapar de las excavadoras que ellos llaman "bestias con piel de metal", que han destruido sus aldeas.

Chagabi jugó un papel crucial en la lucha para que el gobierno devolviera la propiedad de 550.000 hectáreas de tierra a los ayoreos totobiegosodes en 1993.

Debido a que hablaba español, Chagabi a menudo servía como intermediario entre los ayoreos y la sociedad.

Hubo pequeñas victorias. En abril, los ayoreos totobiegosodes recibieron documentos de propiedad de 18.000 hectáreas de bosque. Pero eso es insignificante en comparación con las 250.000 hectáreas de bosque chaqueño que se destruyen cada año.

"Él estaba muy decidido a salvar la mayor cantidad de bosque posible, en parte porque tenía parientes que todavía viven en el bosque", dice Jonathan Mazower de Survival International, una ONG que trabaja por los derechos de los pueblos indígenas.

Chagabi también fue un activista en la batalla contra la tala ilegal. Estableció un puesto de control justo en la entrada del bosque y construyó casas allí para que los ayoreos totobiegosodes pudieran turnarse para monitorear cualquier actividad ilegal.

El primer enfermero

"Chagabi era alguien que había pasado por un trauma extremo", dice Xilo Clarke de Survival International. Pero como trabajador de la salud, "estaba brindando apoyo para salvar vidas".

Chagabi fue el primer miembro de los ayoreos totobiegosodes en comenzar la capacitación en enfermería, sirviendo a una comunidad que sufre tasas desproporcionadas de enfermedades y mortalidad. La discriminación contra los indígenas y los problemas con la traducción les dificultan el acceso a los servicios de salud a los Ayoreo.

Al estar excluidos de una economía de mercado, los ayoreos están atrapados entre dos mundos, explica Xilo, pero Chagabi actuó como un puente entre los dos, incluso cuando luchaba para proteger a los miembros que aún estaban aislados.

Chagabi también mostró sus habilidades artísticas cuando hizo una película sobre la importancia del agua en su comunidad.

Xilo conoció a Chagabi en abril y filmó una entrevista con él. En ella, Chagabi se presentó como un héroe reacio, obligado a asumir el papel de una figura paterna para los ayoreos sin que esa fuera su elección. Xilo lo describió como "humilde y estoico".

En el video, Chagabi no mostró enojo ni resentimiento hacia las personas que lo sacaron de su hogar y que lo expusieron a la enfermedad que lo estaba matando.

Expresó empatía y perdón. Entendió que los misioneros querían que los ayoreos vivieran en su sociedad para que pudieran tener "una buena vida".

"Creían que vivir en el bosque era difícil para nosotros, no escuchar la palabra de Dios, la Biblia", dijo. "Pensaron que al obligarnos a salir del bosque podríamos ser salvados".

Pero, agregó, "no queríamos este contacto y todavía estamos sufriendo sus efectos, sus consecuencias".

"Víctima del abandono del Estado"

Desde entonces, la Misión Nuevas Tribus pasó a llamarse Ethnos360. La organización no respondió a la solicitud de comentarios de la BBC.

En 1987, su director, Fred E. Sammons, declaró al diario estadounidense New York Times: "Nunca imponemos nuestra religión a nadie". También dijo que los ayoreos vivían "con miedo a los espíritus malignos y con miedo a la muerte violenta porque su cultura es matar. Pero cuando vienen con nosotros, aceptan una nueva forma de vida".

Pero algunos antropólogos argumentan que traer a los ayoreos al mundo exterior los obligó a quedarse al margen de la sociedad y aniquiló gran parte de su cultura.

En su crónica de la vida de los ayoreos, Lucas Bessire dijo que fue testigo de un "mosaico de violencia", describiendo cuántas de las chicas intercambiaron sexo por dinero y "los loros-mascota en un asentamiento imitaban la tos tuberculosa".

Citó a Ticio Escobar, exministro de Cultura de Paraguay, quien dijo que los ayoreos mostraron "todos los efectos secundarios de perder la identidad cultural: alcoholismo, desorganización social, apatía, violencia, suicidio, prostitución y marginación".

Los críticos afirman que Chagabi, como muchos otros indígenas en Paraguay, fue víctima del abandono del Estado. Tres cuartas partes de la población indígena de Paraguay viven en la pobreza, según el Grupo de Trabajo Internacional para Asuntos Indígenas.

En 2007, Paraguay votó a favor de la Declaración de la ONU sobre los derechos de los pueblos indígenas, pero durante una visita de 2014, una relatora especial de la ONU, Victoria Taulo-Corpuz, expresó su preocupación por los derechos territoriales de los pueblos indígenas paraguayos y su acceso a los servicios sociales y el poder judicial.

En la entrevista en video, la enfermedad de Chagabi estaba comenzando a tener un impacto visible. Su respiración parecía dificultosa y Xilo dijo que estaba luchando por mantenerse al día con el trabajo físico que estaban haciendo.

La muerte de Chagabi era evitable, dijo Xilo. "Debió haber recibido atención toda su vida. El gobierno no ha hecho lo suficiente".

Xilo recordó la calidez de Chagabi a pesar de todo lo que había sufrido, y a pesar de sentir que su muerte fue producto de la negligencia. Xilo tiene la esperanza de que la lucha continúe sin él, haciéndose eco del mensaje final de Chagabi en su entrevista.

"Mi esperanza para el futuro es que nuestros jóvenes, los niños, nuestras nuevas generaciones no se avergüencen de nuestra cultura", dijo Chagabi.

"Espero que continúen practicando nuestra cultura ayorea porque si la olvidan será muy difícil recuperarla después".

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