Cuando la hija de un año de Rachael Powell finalmente conoció a sus abuelos, después de meses de distancia impuesta por la pandemia del Covid-19, "armó un escándalo" porque "no sabía quiénes eran".

La mamá, de 39 años, estaba de baja por maternidad con Emmeline cuando se anunció el primer confinamiento nacional en marzo en Reino Unido y tuvo que quedarse en casa.

"Tenía muchas ganas de ir a cafeterías, conocer a otras mamás e ir a clases para bebés. Pero todo se detuvo", dice.

Cuando su bebé empezó a gritar al ver a su propia familia, Powell recuerda que se sintió "culpable de que ella no entendiera lo que estaba pasando y tuviera esa reacción".

Pero esta madre de la localidad de Monton, en Reino Unido, no es la única que tiene esas preocupaciones.

Muchos padres creen que el desarrollo de sus bebés se ha visto afectado por el impacto del coronavirus.

Las clases para niños se cancelaron, se reiniciaron más tarde y se volvieron a cancelar.

Y ahora las reuniones con otros padres se recuerdan como un lujo del que se disfrutaba en el pasado distante.

Rachael dice que todo esto la dejó sintiéndose "engañada" respecto a su licencia por maternidad y molesta porque incluso cosas simples como las visitas de los abuelos de Emmeline se habían vuelto tensas.

"Armó un escándalo. Gritó todo el rato", dice.

"No podía dejarla en la misma habitación que ellos porque no sabía quiénes eran".

Rachael dice que Emmeline logró tener algunas interacciones con otros bebés cuando las clases comenzaron de nuevo con las nuevas pautas de seguridad del coronavirus.

Pero "no era lo mismo" que cuando llevó a las clases a su hermano Charlie cuando era un bebé.

"Fue bueno al principio, porque podía cantar y hacer actividades, pero como mamá, no sacabas nada porque yo estaba sentada muy lejos de otras mamás".

"Y, a medida que Emmeline crecía y quería levantarse del tapete y ver a otros niños, todo se centró en cómo mantenerla en el tapete".

Liz Osler, quien dirige las clases de música para niños pequeños en la ciudad de Manchester, está de acuerdo en que las sesiones seguras de coronavirus son "lo opuesto al espíritu de los grupos".

"Por lo general, se anima a los niños a que sean sociables y se acerquen y seleccionen un instrumento, pero ahora les dan instrumentos en una bolsa y tienes que dejar la bolsa en la alfombra".

Sin embargo, ella cree que aún vale la pena organizar las sesiones, ya que les dan a los padres un lugar adonde ir durante un momento difícil.

Distancia para niños

Explica que todos estaban "muy felices de poder hacer algo normal, aunque la situación no lo es".

Sin embargo, cuenta que la reorganización de su negocio significó "un gran desembolso financiero" en artículos como auriculares y altavoces, y en la reserva de lugares más grandes para permitir las actividades sociales dentro de las reglas de distanciamiento.

Ella dice que dirigir las clases también significa estar estresada todo el tiempo.

"Antes del coronavirus, estaba en un muy buen momento ... y ahora la música es lo último en mi mente. Todo lo que hago es pensar en la seguridad de todos constantemente".

"tengo ganas de que los niños puedan ser sociables entre sí y podamos hacer burbujas y simplemente disfrutar de la música juntos".

Delimar Recio, originaria de Venezuela, dice que la presión de tener que adivinar qué va a hacer en cada momento su hija de un año, Sabrina, es difícil.

Le cuenta a BBC que aunque es "frustrante" no poder contar con la floreciente red de apoyo con la que contaba antes del primer confinamiento, la flexibilización de las restricciones también fue estresante debido a la curiosidad natural de Sabrina.

"Quería extender la mano y tocar a los otros bebés y gatear hacia ellos", dice.

"Tuve que retenerla y se puso a llorar".

"Pensé '¿qué sentido tiene si ella se va a enojar todo el tiempo?'".

El consultor educativo y psicólogo infantil Paul Kelly dice que las clases y las reuniones son vitales para el desarrollo de un bebé y que el Covid está teniendo un "impacto masivo".

"Somos criaturas sociales, seres sociales; está preprogramado en nuestro cerebro", dice.

"Cuando se estimula el cerebro de los niños, crecen".

Kelly dice que también hay un impacto en los padres, que se están perdiendo el "apoyo mutuo".

Y añade: "Una reunión informal es enorme en términos de beneficios para padres e hijos".

Hasta que todo pase

Para él, las personas deberían "hacer lo que puedan, cuando puedan" durante estos tiempos de incertidumbre y centrarse en "cómo puede mejorar el desarrollo [de su bebé] ... en lugar de dedicar tiempo a pensar qué ha dejado de aprender el niño".

Ambas madres dicen que se han sorprendido por los avances de sus hijas.

Rachael dice que cuando comenzó la guardería Emmeline "simplemente se aferró a mí" y estaba "bastante llorosa", pero, "después de una semana o dos", dejó de llorar y se acomodó.

Por su parte Delimar dice que Sabrina ahora está acostumbrada a las videollamadas y poco a poco se está acostumbrando a conocer más gente.

"Después del primer confinamiento, lloraba al ver a una nueva persona", dice.

"Ahora es más amigable".

 

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