Su esposo estaba desempleado y ella embarazada. Bajo esas circunstancias, la estadounidense Kendra Scott sabía que se le tenía que ocurrir algo para generar ingresos.

Mientras esperaba el nacimiento de su primer hijo, comenzó a diseñar joyas en su casa.

Corría el año 2002 y la joven de 28 años tenía apenas US$500 en ahorros para invertir en su nuevo proyecto.

Después del nacimiento de su hijo, Scott decidió que iría a vender sus diseños con el bebé en brazos.

"Cuando tuve mi primera colección, envolví a mi hijo en un cargador de tela y puse mis joyas en una caja de té", cuenta la empresaria, que hoy tiene 44 años.

"Fuimos a tocar las puertas de las boutiques de Austin (Texas). Vendí todo el primer día. A partir de ese momento, tenía un negocio".

Hoy su empresa, Kendra Scott Design, está evaluada en más de US$1.000 millones y su fortuna personal en US$500 millones.

Más rica que Taylor Swift y Beyonce

En la lista de las mujeres más ricas de EE. UU. elaborada por la revista Forbes (que incluye a las que hicieron su fortuna y no la heredaron), Scott ocupa el lugar 36, por encima de cantantes como Taylor Swift y Beyonce.

Cuando comenzó su empresa, la emprendedora vio que en el mercado había joyas muy caras o joyas muy baratas, pero no existía una oferta intermedia.

Entonces su plan fue producir piezas con piedras preciosas de calidad a un precio conveniente.

"Cada mujer, no importa cuál sea su situación económica, quiere sentirse segura y bonita", dice.

Al inicio, la empresaria le vendía a otros negocios. Contrató trabajadoras competentes que le ayudaron a hacer crecer la firma, a pesar de los desafíos personales que en aquella época la tocó enfrentar, como el fin de su matrimonio después del segundo hijo.

"Me propuse crear un equipo de gente talentosa. Siete de mis empleadas originales aún están conmigo", dice Scott.

Marcar la diferencia

El año 2010 la empresa abrió su primer local en Austin y la emprendedora se propuso marcar la diferencia.

"Las joyerías son conocidas por ser intimidantes y formales, con cuerdas de terciopelo y cajas cerradas", cuenta.

"Yo quería crear una experiencia cálida, interactiva y especialmente, divertida".

Como resultado, los clientes pueden probarse las piezas, pedir diseños personalizados, mezclando diferentes piedras con distintos aros, collares, pulseras y anillos.

Actualmente la firma tiene 80 tiendas en Estados Unidos, 2.000 empleados y un sitio web que le vende a un mercado global.

Y aunque en ella participan fondos de inversión, Kendra Scott sigue siendo la dueña mayoritaria.

Una característica del negocio que ha tenido buena acogida entre sus clientes es su activa participación en donaciones caritativas.

El año pasado donó US$5 millones y miles de joyas a varias organizaciones sin fines de lucro, fundamentalmente para mujeres y niños. Las empleadas de la firma hicieron 2.000 horas de trabajo voluntario y la empresa organizó más de 10.000 eventos para recaudar fondos.

Scott dice que su joyería seguirá desarrollando este tipo de trabajo social porque ella la levantó sobre la base de tres pilares, "familia, moda y filantropía".

¿Pero de qué manera la firma apoya a las familias?

Una de las vías, es ofrecer generosos permisos de maternidad para las trabajadoras que están empleadas a tiempo completo o medio tiempo. El permiso se extiende en caso de adopción.

La empresa también entrega ayuda financiera para tratamientos de infertilidad y ofrece apoyo económico a las familias que están pasando por alguna crisis, además de permitir que las empleadas lleven a sus bebés o niños pequeños al trabajo.

"Aunque la moda y la joyería parezcan una industria superficial, yo lo veo como una oportunidad para hacer el bien en nuestras comunidades", dice la empresaria.

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