Muchos jóvenes que leen historias de aventuras sueñan con recrear esas grandes hazañas, pero pocos se lo tomaron tan en serio como Antoine Tounens.

Nacido en 1825 en el seno de una familia noble en Francia, Antoine quedó fascinado cuando leyó el poema épico "La Araucana" de Alonso de Ercilla.

Allí, el autor vasco describe la valiente lucha de los mapuches contra los conquistadores españoles en la región de la Araucanía, en el centro de Chile, lindando con Argentina.

Cuenta la leyenda que fue así como empezó la obsesión de Tounens con este pueblo originario, que los españoles llamaban "araucanos" y que habitaba -y aún habita- en el extremo sur del continente americano, entre Chile y la Patagonia argentina.

Admirador de los mapuches y de su lucha independentista, el francés decidió que quería convertirse en su líder y crear un reino propio en Sudamérica.

Con ese fin, a los 33 años decidió dejar atrás su trabajo como abogado en el distrito de Périgueux, en el departamento de Dordoña, en el sudoeste de Francia, y viajó hasta Chile a finales de la década de 1850.

Allí se hizo llamar "príncipe De Tounens" y se puso en contacto con comerciantes franceses que lo ayudaron a tejer relaciones con los círculos de poder local.

Alberto Sarramone, un historiador argentino que en 2005 publicó una biografía sobre Tounens ?"Orllie-Antoine I: un rey francés de Araucanía y Patagonia"?, cuenta que cuando llegó a Chile no hablaba español, pero que a los dos años no solo dominaba ese idioma sino también el "araucano".

Sarramone, cuyo interés en el personaje surgió gracias a las historias que contaba sobre él su abuelo francés, quien emigró desde Gascuña a Sudamérica, le dice a BBC Mundo que aunque la gesta de Tounens suene alocada, en esa época no era tan inusual.

"Tounens era un aventurero en un momento en el que la ola de venirse a la América era tan actual y fuerte como lo es hoy la de los pueblos africanos y asiáticos, y el colonialismo estaba en boga", afirma.

"Tierra de nadie"

Las pretensiones de Tounens también tenían un trasfondo geopolítico: él sostenía que la Araucanía nunca le había pertenecido legítimamente al Imperio español ya que el rey Fernando IV había acordado la independencia de la nación mapuche en el Tratado de Quilín, ratificado en 1643.

Por ende consideraba la región "tierra de nadie" y denunciaba que el gobierno chileno buscaba ocupar la zona de forma ilegal.

Esto lo alió con los líderes mapuches, los "lonkos", en su lucha contra las autoridades chilenas.

Según Sarramone, también el hecho de que había aprendido a hablar correctamente el araucano y que, además, era un brillante orador, "sedujo" a este pueblo, famoso por defender su independencia.

Fue así como, bajo la promesa de obtener apoyo diplomático francés para la lucha mapuche, en noviembre de 1860 Tounens declaró a esa región Reino de la Araucanía y se autoproclamó su monarca, bajo el nombre de Orélie Antoine I.

A los pocos días, "anexó" a su reino la enorme región de la Patagonia argentina, nombrándose a sí mismo "rey de la Araucanía y la Patagonia".

El intrépido francés también promulgó la constitución de su territorio, que en Europa se conoció con el nombre de Reino de Nueva Francia.

Incluso contrató a un músico alemán para componer el "himno real" y mandó a confeccionar la bandera de su reino, que consistía en tres bandas horizontales de color azul, blanco y verde.

Varios intentos

Según Sarramone, los líderes mapuches, ávidos del apoyo de una potencia extranjera, respaldaron la propuesta, votando a favor durante una asamblea nacional de la que participaron miles de delegados.

No obstante, otros indican que si bien el francés fue aceptado como un aliado, nunca fue reconocido verdaderamente como un soberano.

A pesar de ello, lo cierto es que Orélie Antoine I fue considerado una amenaza por las autoridades chilenas, quienes lo mandaron arrestar y lo enviaron a un manicomio.

De ahí fue liberado por el cónsul francés en Chile, quien lo envió de regreso a Francia.

Pero eso no puso fin a la ambición del autoproclamado rey. Volvió no una, no dos, sino tres veces más a Sudamérica, para insistir con su proyecto.

Lo hizo, cuenta Sarramone, con el apoyo del emperador Napoleón III Bonaparte.

Pero a pesar de ese respaldo volvió a fracasar, y una y otra vez debió regresar a Francia sin haber logrado su objetivo.

Su último viaje a la región fue en 1876 y resultó breve, ya que padecía problemas de salud.

Dos años después falleció en la comuna de Tourtoirac, en Périgueux, donde aún descansan sus restos.

En su lápida, la municipalidad colocó la leyenda: "Aquí descansa Antoine Orllie De Tounens, 1er Rey de Araucanía y Patagonia".

Legado

A pesar de que Tounens no logró instaurar su reinado, el título que dejó vacante siguió existiendo tras su muerte y hubo otros que "heredaron" el cargo (y que no tenían relación con el primer "rey", quien no tuvo hijos).

El motivo, explica su biógrafo, es que existía "un negocio muy típico de las potencias europeas de atribuirse un título perimido y, en muchos casos, como en este, molestando la soberanía de los países independientes de América".

Pero lo curioso es que incluso hoy, en pleno siglo XXI, aún sigue existiendo este cargo, aunque ahora adopta una forma simbólica.

Quienes lo "heredan" son activistas que defienden la causa de los mapuches, un pueblo que aún hoy mantiene reclamos territoriales -a veces violentos- con las autoridades chilenas y argentinas.

Es decir, que a 160 años de la gesta de Antoine Tounens, su lucha aún continúa.

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