Es probable que si alguna vez te sentaste cerca de la puerta de emergencia de un avión te hayas preguntado qué ocurriría si alguien abre la puerta en pleno vuelo, como en una película de James Bond.

El escenario se ha presentado más de una una vez.

Uno de los casos más recientes fue hace unos días en un vuelo de British Airways de Londres, Reino Unido, a Riad, la capital saudita, cuando un hombre sembró el pánico al tratar de abrir la puerta delantera de la aeronave.

"¡Quiero salir!", gritaba mientras tiraba de ella.

Varios pasajeros -entre ellos el hermano del boxeador británico Dillian Whyte- trataron de impedirlo, y finalmente lograron que regresara a su sitio, en donde le obligaron a permanecer el resto del vuelo. Estaba ebrio.

"Nuestro personal de tripulación atendió a un hombre que sufrió un ataque de pánico durante el vuelo", dijo la aerolínea en un comunicado. "Lamentamos las preocupaciones que causó a nuestros clientes".

Y aunque ciertamente muchos se asustaron, en realidad el pasajero no habría podido hacer nada: la presión se lo habría impedido.

Cierre hermético

La primera razón es que las puertas están mecánicamente bloqueadas. De hecho, el piloto controla el sistema que las mantiene herméticamente cerradas.

La Administración Federal de Aviación de Estados Unidos (FAA, por sus siglas en inglés) dice que "deben tomarse precauciones en el diseño para minimizar la posibilidad de que una persona abra la puerta intencionadamente durante un vuelo".

Por eso el manillar -la barra- de las puertas del avión está automatizado.

"Cuando el avión aterriza y se dirige a la puerta de embarque, puedes escuchar al piloto decir "doors to manual"(puertas a [modo] manual). Es solo entonces cuando el piloto libera el control y cuando las puertas se pueden realmente abrir por una persona", le dijo a la revista estadounidense Wired Steve Wright, profesor adjunto de ingeniería aeroespacial en la Universidad del Oeste de Inglaterra.

El piloto Patrick Smith escribe en su blog AskThePilot (pregunta al piloto) que sí se pueden abrir al aterrizar, por si el avión necesita ser evacuado.

También es posible que escuches al piloto dar la orden de "desarmar puertas" para hacer que se abran automáticamente hacia los lados.

Cuando el avión está en pleno vuelo, la historia es distinta.

Presurización

La presurización es el único modo posible de permitir a los aviones volar por encima de los 10.000 metros sin poner en riesgo la salud de la tripulación y de los pasajeros.

Cuando más subimos en la atmósfera, menos presión es ejercida sobre las moléculas de oxígeno, por eso nos cuesta más respirar. Así dice la ley de Boyle-Mariotte, que también explica por qué se nos taponan los oídos en el avión.

¿Y qué tiene eso que ver con las puertas? Muy sencillo: la presión de la cabina las mantiene cerradas, como el tapón de una bañera .

David Birch, profesor titular de Ingeniería Aeroespacial en la Universidad de Surrey, Reino Unido, le dijo a la BBC que las puertas de los aviones están diseñadas para quedarse bloqueadas por la alta presión dentro de la aeronave.

Sin embargo, "la presión de cabina es normalmente más baja que las condiciones normales a nivel del mar, por lo que el bloqueo de la presión solo comienza a funcionar realmente a mayores altitudes".

En el interior de la cabina hay una presión mucho más alta que en el exterior, se lee en un reporte de la revista Fortune. Eso requeriría "una fuerza extrema" para abrir la puerta.

"La presurización interior en realidad sella la puerta hacia el marco", le dijo a Fortune Douglas Moss, quien trabaja como piloto de United Airlines desde hace 20 años.

"Cuando bajes del avión, echa un vistazo a la puerta", explicó por su parte Wright. "Observarás que tiene una forma cónica bastante interesante".

"Eso es porque en realidad está 'taponada': cuando la tripulación de cabina la abre, tiene que hacerlo con un tipo especial de palanca o de lado".

Y no importa lo fuerte que sea quien trate de abrir la puerta: le resultará físicamente imposible.

De hecho, Wright dice que son las ventanas (y no las puertas) el punto más "débil" del avión.

Si una ventana o una puerta llegara a abrirse en pleno vuelo, serías arrastrado automáticamente hacia ella debido a la diferencia de presión, algo que ocurrió en un vuelo de Aloha Airlines en 1988 (y que causó la muerte de su única víctima).

En ese caso excepcional hubo una "descompresión explosiva" que hizo que parte del techo del avión se desprendiera obligando a un aterrizaje forzoso (¡y sin techo!).

Y aunque es difícil -prácticamente imposible- que esto ocurra, es otro motivo para llevar siempre puesto el cinturón de seguridad si todavía piensas en Bond cuando miras las puertas de emergencia.

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