En muchos países del mundo, el 1 de enero se convierte en una fecha emocionante del calendario, tanto para abogados como para creativos.

Es el Día del Dominio Público, cuando expiran los derechos de autor de las obras publicadas hace cierto tiempo. El límite de los derechos de autor en Estados Unidos es de 95 años, mientras que en el Reino Unido es de 70.

El Día del Dominio Público de 2022 en Estados Unidos trajo consigo una perspectiva tentadora: "Winnie Pooh", de A. A. Milne, figuraba entre las obras que habían alcanzado su límite de 95 años.

Ello significaba que el oso de mantequilla podría ser utilizado y representado en adelante por cualquiera y de la forma que quisiera.

El 25 de mayo, se publicó el cartel de una película de terror llamada "Winnie Pooh: sangre y miel", donde apareció un nuevo Pooh: mitad hombre, mitad oso, con un hacha en la mano, gruñendo, salvaje y aterrador.

La imagen culturalmente arraigada de Winnie Pooh, como un tipo amable, sonriente y meloso, había sido destrozada.

Aquella representación se hizo viral en Internet, provocando respuestas que generó dos bandos distintos. Uno parecía reírse, mientras que el otro se indignaba. Incluso, se presentaron peticiones contra el estreno de la película.

De electricista a director

Después de un lapso de cinco meses con Winnie Pooh en el dominio público, un hombre hizo una película de terror con el personaje y comenzó la estrategia de lanzamiento.

Ese hombre es el cineasta británico Rhys Frake-Waterfield, quien hasta hace poco trabajaba para un proveedor de electricidad mientras realizaba películas de terror de bajo presupuesto.

Ahora, gracias a su debut como director, Waterfield es responsable de lo que puede convertirse en uno de los estrenos cinematográficos más rentables de este año.

Al principio, pensó en un lanzamiento en streaming con una exhibición teatral de un solo día en los EE.UU. Ahora, a partir de la inesperada viralidad de su póster y tráiler, la película se estrenará en cines de todo el mundo.

En México, donde se presentó el pasado 29 de enero, la película llegó al número 4 en la taquilla en su primera semana con una recaudación de $700.000. (Waterfield no ha revelado el presupuesto específico de la película, aunque indicó en una entrevista reciente con Variety que se hizo con menos de $100,000).

Esos son buenos augurios para el estreno de esta semana en Estados Unidos, donde se proyecta en más de 1.500 salas.

Waterfield, junto con el productor Scott Jeffrey, había estado "intentando dar con ideas que no se hubieran hecho antes". "Algo extremadamente diferente y extraño", explicó a BBC Cultura.

"¿Qué cuentos de hadas y monstruos hay que podamos retorcer en una dirección diferente? ¿O convertir en monstruo algo que nunca lo fue? Eso sonaba muy interesante".

En cuanto Waterfield se dio cuenta de que Pooh había pasado a ser de dominio público en Estados Unidos, empezó a devanarse los sesos en busca de ideas.

Waterfield había observado un exceso de películas de terror demasiado serias en el panorama actual. Terror elevado, como "The Babadook" u "Hombres" que desplegaban "metáforas".

"Películas que se esfuerzan, en voz alta y sin sutileza, por ser sobre algo más aterrador que un cuchillo afilado o colmillos afilados, algo real e importante", como escribió A. A. Dowd en el periódico The Guardian el año pasado.

"WinniePooh: Sangre y miel", en cambio, busca ser nada más que una película de terror protagonizada por Winnie Pooh y un par de amigos.

La película, que recurre en todo momento a recursos trillados (un villano invencible en una venganza inflexible, mujeres atractivas en bikini con un final desafortunado), no hará avanzar el género; pero, al menos, es diversión buena, sencilla y sangrienta.

El primer problema que se le presentó a Waterfield fue: ¿cómo hacer que Winnie Pooh diera miedo?

"Luego, se me ocurrió que el tema principal de la película sería el abandono", afirmó Waterfield.

"Sangre y miel" comienza con un Christopher Robin convertido en adulto que regresa al Bosque de los Cien Acres, muchos años después de haberlo abandonado para ir a la universidad.

Allí, encuentra a sus amigos Winnie Pooh y Piglet, convertidos ahora en animales salvajes que buscan carne, con sangre y baba colgando de sus hocicos. Están listos para matar y, en última instancia, vengarse de Robin.

"Lo comparo con una mascota. Si tienes una mascota y se vuelve muy dependiente de ti y te quiere, le das comida, le das cobijo, su vida está establecida, espera que eso continúe para siempre. De repente, si un día eso se acaba y se quedan en el bosque, se convierten en un animal muy diferente. Eso es lo que quería", explicó.

Waterfield resolvió así su primer problema de cómo hacer aterrador al querido osito.

Sin embargo, la segunda cuestión que se cernía sobre él era la delicada legislación y los derechos de autor que rodean a Winnie Pooh.

Un tema legal

Hasta ahora, solo uno de los cuatro libros de Winnie Pooh de A. A. Milne ha pasado al dominio público, "Winnie-the-Pooh" de 1926.

Ello significa que no todos los personajes pueden representarse sin repercusiones legales.

Tigger, en particular, no aparece en el universo del Bosque de los Cien Acres hasta La casa del rincón de Pooh, de 1927, razón por la cual no se le ve en Sangre y miel.

Algunos aspectos de Pooh también están sujetos a las leyes de marcas registradas, como su camisa roja, que Disney convirtió en icónica en su posterior representación del oso, por lo que sigue siendo de su propiedad.

Por fortuna, Disney aún no se ha puesto en contacto con ellos, afirmó Waterfield.

"Tampoco se nos permitía que dijera cosas como 'oh, molesta' ('oh, bother')" , dijo Waterfield.

"Hay elementos en los que tenemos que tener cuidado de no invadir su marca y su territorio. La intención no es robar sus derechos de autor y utilizarlos para nuestros propios fines".

Su propia marca

Ahora, la versión de Waterfield de Pooh también tendrá marca registrada.

Un oso, lleno de tripas y pelusas, que no podría estar más lejos de la versión de Disney.

En lugar de una camisita roja, lleva una camisa de leñador, una máscara comprada en eBay y guantes de lavavajillas.

Un disfraz que vistió el actor de Pooh, Craig David Dowsett, por jornadas de 12 horas durante el intenso rodaje de 10 días de la película a principios de 2022.

Dowsett -un antiguo ingeniero que se dedicó a la interpretación cuando fue despedido de su trabajo durante la pandemia- es tan nuevo en el cine como Waterfield.

Aún así, los fanáticos de la película le esperaban fuera de su minibús en Ciudad de México, el día que la película se estrenó allí.

"Cuando me pidieron que interpretara a Winnie Pooh, dije: ¡¿Qué?! Pero ahora que he visto la película, me encanta", afirmó Dowsett a BBC Cultura con su marcado acento de Essex (región periférica de Inglaterra), una voz que rara vez se oye en la película, salvo algún gruñido.

"Queríamos mantener a Pooh en silencio para que pareciera más siniestro", explicó Waterfield.

El aspecto físico de Dowsett era fundamental para su interpretación: se mueve con una especie de torpeza descomunal que guarda una semejanza evidente con el Michael Myers de Halloween. Al final, la indignación contra la película ha contribuido a aumentar su éxito.

Ya se ha dado luz verde a una secuela y Waterfield está trabajando en otros muchos conceptos que arruinan la infancia, como películas de terror basadas en Bambi y Peter Pan.

"Tengo un bloc de notas con otras 20 ideas que creo que serían conceptos increíbles. Estuve mirando cosas como Mr Blobby, Teletubbies y Las Chicas Superpoderosas. Pero la mayoría de ellas aún están dentro de los derechos de autor".

Mientras tanto, lo más terrorífico de "Winnie Pooh: Sangre y miel" es el hecho de que Waterfield esté recibiendo amenazas de muerte casi a diario por su primera película.

"También ha habido gente que nos ha amenazado con llamar a la policía", dirjo. "Me parece una locura que la gente se ponga así por algo que no está obligada a ver. Cuando hacía la película me reía.

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