Charlie, el hijo de Joanne Senior, fue sacudido por su padre cuando tenía 15 meses de edad, lo que le provocó lesiones que lo dejaron discapacitado y casi ciego.

"Quedó luchando por su vida, (los médicos) no pensaban que sobreviviría la noche", dice la mujer.

"Sufría una convulsión tras otra y tuvieron que ponerlo en un coma inducido".

El padre del niño, Paul Sykes, lo había sacudido. Admitió haberle causado lesiones corporales graves y fue condenado a cuatro años de cárcel.

Senior dice que sólo Syker sabrá por qué lo hizo.

Este es solo uno de los decenas de casos que se dan cada año en Reino Unido de bebés que son sacudidos con excesiva fuerza por sus progenitores, en lo que se conoce como "síndrome del niño sacudido".

Nueve años después, Charlie "no puede hacer nada de forma independiente" y necesita cuidado constante. Su madre afirma que ella ha sufrido depresión debido a esta situación.

"Logro permanecer fuerte casi todo el tiempo pero tengo momentos en los que sigue afectándome".

"Sólo puedo describirlo como un duelo por el hijo que se suponía debía tener".

Se calcula que el número de bebés que sufren "lesiones no accidentales de cráneo" en Reino Unido cada año oscila entre 14% y 33,8% de cada 100.000, según la organización NSPCC (Sociedad Nacional para la Protección de los Niños).

Basado en una población de unos 800.000 bebés, esto significaría entre 112 y 270 casos anualmente.

Los expertos subrayan, sin embargo, que muchos padres han sido erróneamente acusados de sacudir a sus bebés.

A menudo se describe las lesiones como las de Charlie como "síndrome del bebé sacudido", pero el término médico es trauma cerebral abusivo (TCA).

Sabine Maguire, de la Universidad de Cardiff, afirma que la edad en que ocurren más los casos de TCA es entre los dos y los seis meses.

Afirma que estudios en EE.UU. demuestran que el momento en que los bebés suelen llorar más es a los tres meses de edad, cuando pueden llorar durante cinco horas al día, y ésto, dice, puede "desencadenar" la violencia.

"Oscuridad y dolor"

Los bebés tienen cerebros más blandos, músculos más débiles y cabezas relativamente más grandes que los adultos. Esto significa que un sacudimiento súbito puede causar graves lesiones, dice Maguire.

Agrega que "nunca es seguro sacudir a un infante", sin importar la edad que tengan.

La NSPCC produjo un documental titulado "Enfrentando el llanto", diseñado para "influir en la forma cómo los padres reaccionan al llanto de sus bebés" y ayudarles a controlar la "frustración" que esto causa.

Mae Pleydell-Pearce aparece en la película y dice que está agradecida a la NSPCC por la campaña.

Cuando su hijo Ellis tenía tres meses de edad, su pareja lo sacudió "tan fuerte que (el niño) dejó de respirar".

"Los ojos de Ellis sangraron, tuvo tres costillas y una pierna rota y su cerebro resultó gravemente dañado", dice.

Ellis quedó discapacitado, en un mundo de "oscuridad, dolor y con la incapacidad de moverse", y en necesidad de constante cuidado.

Murió en 2009 cuando tenía casi 14 años y un médico forense dijo que su muerte había sido causada por las heridas que sufrió siendo bebé.

Mae urge a los padres a no subestimar "lo delicados que son los bebés".

"En un parpadeo puedes perder la calma y hacer algo que cambiará no sólo la vida de tu bebé sino la tuya y la de tu familia para siempre".

Cifras oficiales muestran que los niños menores de 12 meses son proporcionalmente las víctimas más probables de homicidio en Inglaterra y Gales.

Alice Haynes, analista de política de la NSPCC dice que "la mayoría, si no es que todos" los asesinatos de bebés pueden prevenirse si se ofrece a los padres más apoyo.

Acto impulsivo

Cuidar a un bebé coloca a los padres bajo gran presión, cambia sus relación y los deja privados de sueño.

Y este período es aún más difícil para la gente que tiene que enfrentar otros problemas como pobreza, abuso de sustancias o mala salud mental, agrega Haynes.

Peter Sidebotham, de la Escuela Médica de Warwick, afirma que los asesinatos de bebés son "casi exclusivamente" llevados a cabo por miembros de la familia, y una gran proporción son resultado de un "acto impulsivo" del padre o padrastro.

Dice que estos asesinatos a menudo son provocados por estrés causado por factores como falta de sueño y el llanto del bebé y los culpables no siempre tienen la intención de matar.

Pero agrega que a menudo estos actos ocurren en "un ambiente de conducta violenta, que incluye violencia doméstica", una situación que hace a un bebé más vulnerable.

A pesar de que las investigaciones sugieren que los hombres son responsables de dos veces más casos de TCA que las mujeres, Maguire afirma que los nuevos padres tienen muy poco apoyo y educación.

"Estamos ignorando a los padres y esto lleva un riesgo", dice.

"El receso de 10 minutos"

Neil Sinclair, padre de tres niños, dice que cuidar a un bebé "completamente saca a la gente de su territorio conocido".

Su hijo mayor, que ahora tiene 14 años, "lloró desde el momento en que nació hasta que cumplió unos dos años".

Sinclair recuerda que pensaba en dos alternativas: "O se escapaba de allí o aprendía a tratar con la situación".

Dice que los hombres sienten enojo y frustración cuando tienen que pedir ayuda.

"Recuerdo lo horrible que me sentí cuando esos sentimientos me agobiaban", dice.

Pero entiende que muchos padres no hablan sobre estos sentimientos porque sienten que se les verá como "abusadores potenciales".

Asegura que él solía pedirle a su esposa que tomara al bebé o simplemente lo colocaba en algún lugar seguro para poder tomar "un receso de 10 minutos".

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