La policía y los servicios sociales de Hereford, una ciudad inglesa cercana a Gales, poco se podían imaginar lo que descubrirían sobre aquel hombre cuando el 7 de noviembre de 2015 lo encontraron extraviado en las calles del municipio.

Tenía acento estadounidense, pero no sabía quién era.

Tampoco portaba identificación, y las ropas nuevas que vestía -procedentes de una cadena de supermercados inglesa- no les dieron muchas pistas sobre su identidad.

¿Quién era, pues, aquel señor?

Antes que nada lo llevaron al hospital del condado, donde lo sometieron a varias pruebas y concluyeron la razón por la que no sabía quién era: tenía demencia.

Así que le asignaron a la sargento Sarah Bennett, de la Policía de West Mercia, la que cubre entre otros el condado de Herefordshire, la tarea de averiguar su identidad.

En un principio la agente asumió que sería una mera formalidad.

Y es que los pacientes con demencia suelen perderse con frecuencia y los encuentran e identifican en cuestión de horas.

Pero cuando revisó las denuncias por personas desaparecidas en la zona no pudo hallar nadie en la lista que se ajustara a la descripción del hombre misterioso.

Así que amplió la búsqueda a todo el país.

El equipo a su cargo repasó horas y horas de grabaciones de cámaras de vigilancia de circuito cerrado (CCTV), publicó un anuncio en la prensa, contactó con la Agencia Nacional del Crimen y a la Organización Internacional de Policía Criminal (Interpol).

Se revisaron las bases de datos de personas desaparecidas en Reino Unido y en el extranjero, y también fueron puestas al tanto las autoridades de Estados Unidos y de Canadá.

Pero nada.

Mientras estuvo en el hospital, al hombre le preguntaron su nombre en repetidas ocasiones.

Y tan sólo una vez, contestó: "Roger Curry".

La policía era consciente de que podía no ser su nombre sino, por ejemplo, el de alguien que formaba parte de su pasado.

Aun así, el personal de la residencia de ancianos al que lo habían trasladado mientras la investigación seguía su curso lo empezó a llamar Roger.

Pasaron los meses, y la policía seguía sin saber quién era aquel hombre realmente.

Barajaron varias posibilidades, como que estaba al cargo de alguien y algo le pasó a éste, o que sus familiares o cuidadores murieron y él se quedó en la calle.

"Tenemos a una persona y un posible nombre, pero nada más", me dijo la sargento Bennett.

"No tenemos ningún documento de identidad, ni ningún indicativo de dónde puede ser".

Una tarde de marzo, en 2016, visité a Roger en la residencia de ancianos.

Parecía contento, aunque vivía absorto en su propio mundo.

Le pregunté cómo se llamaba y de dónde era.

Pero las preguntas, ni qué decir las respuestas, lo superaban.

Parecía un tipo apacible. Perdido.

Lo cuidaban bien. Los empleados adoraban a aquel caballero que disfrutaba con los muffins de chocolate y con un traguito de jerez por la noche.

Amanda Bow, la gerente del asilo, me contó que no habían logrado averiguar nada sobre Roger.

"Es un lienzo en blanco, completamente en blanco", me dijo.

Y me reconoció el día que dieran con su identidad y tuviera que dejar la residencia, lloraría.

"Sería devastador, porque es nuestro Roger. Lo hemos adoptado".

Al poco tiempo, BBC Midlands, la televisión pública de esa región del centro de Inglaterra, hizo público el caso.

Y eso llevó al primer descubrimiento.

El programa tuvo una gran respuesta por parte de los espectadores e inspiró a un pequeño ejército de investigadores que empezó a indagar sobre el tema en las redes sociales.

Pero un comentario dejado en la página de Facebook de la BBC fue particularmente intrigante.

Una mujer llamada Debbie Cocker había colgado allí una fotografía de un hombre al que identificaba como Earl Roger Curry.

Era una imagen del anuario de 1958 de una escuela secundaria de Estados Unidos.

El joven de la imagen tenía unos 18 años.

Así que, además de parecerse ligeramente a Roger, ambos eran contemporáneos.

El anuario era de la Escuela Secundaria de Edmonds, una ciudad situada a 25 kilómetros al norte de Seattle, en el estado de Washington.

Así que viajé allí, para encontrarme con una mujer llamada Helen, quien estaba a cargo del apartado de la página web de la escuela dedicado a la promoción de 1958.

Había sido compañera de clase de Roger, y también el que ahora era su marido, Jim.

Y ambos me explicaron que creían que el joven de la foto y Roger, en hombre sin memoria de la residencia de ancianos, eran la misma persona.

Así que, en las próximas semanas, empecé a seguirle la pista a Earl Roger Curry, lo que me llevó por la costa oeste de EE.UU. hasta Los Ángeles, a una zona llamada Whittier.

Whittier es el clásico suburbio estadounidense; allí se rodó la película "Back To The Future" o "Regreso al futuro".

Y la calle en la que vivió Earl Roger Curry era la viva imagen de la respetabilidad de la clase media.

Sin embargo, había algo que la hacía destacar de entre las demás, algo que la volvía una visión antiestética en un área por lo demás próspera.

Un incendio la había dañado seriamente y quedó abandonada.

Jerry Maiques es el vecino de enfrente, así que le mostré una fotografía de Roger en la residencia de ancianos en Inglaterra.

"Es Roger", me dijo sin vacilación.

"No hay duda".

Y no fue el único vecino que reconoció a Roger en la imagen.

Aquel fue el fin de la investigación, pero marcó el inicio de otra misión: descubrir cómo y por qué fue Roger aparentemente abandonado al otro lado del mundo.

Es que, nadie se creía que Roger pudiera haber llegado solo a Inglaterra.

Y todo el mundo en el vecindario hablaba bien de él.

"Le veía ir y venir del trabajo. Usaba una bata blanca, por lo que pensaba que era enfermero", me contó otra vecina, Jennifer Apon.

Dice que le gustaba: "Siempre me pareció un maravilloso y amable hombre de familia".

Cuanto más hablábamos, más averiguaba sobre Roger.

Estaba casado, tenía dos hijos ya crecidos, pero la enfermedad había minado a la familia.

Además de la demencia de Roger, su esposa Mary Jo también estaba enferma.

Su hijo Kevin se hizo cargo de ellos al principio, pero hace no mucho empezó a no ser bienvenido en la casa familiar.

Zania, otra vecina, describe la relación entre Kevin y sus padres como "volátil".

"Lo podías oír (a Kevin) a distintas horas de la noche golpear la puerta y tratar de entrar, gritarles obscenidades", me cuenta.

"Así que temíamos por su seguridad (la de Roger y su esposa Mary Jo)".

En 2014 un incendio dañó la casa y las autoridades locales obligaron a cerrarla.

Cuando ardió no había nadie en ella y tras el incidente Roger y su mujer se mudaron. O eso pensaron los vecinos.

Y es que no los volvieron a ver hasta una sofocante mañana de agosto, en 2015.

Poco después de las 6:00am, Jerry vio a Roger caminar sin rumbo tras la valla que rodeaba la casa familiar.

Así que trepó el cercado, y se encontró con Mary Jo tumbada sobre un colchón hinchable en el patio de la casa calcinada.

Junto a ella había una hielera con comida y agua.

El día anterior el termómetro llegó a marcar 32 grados y se había pronosticado otro día de calor.

Y como la pareja estaba encerrada tras la valla, sin poder salir, Jerry llamó a la policía.

Se supo entonces que Kevin, de quien se sospechaba que había aprisionado a sus padres, les había estado llevando comida.

Pero su hijo no fue procesado.

Su madre le dijo a la policía que había sido idea de ella. Y los agentes no emprendieron ninguna acción.

Todo esto ocurrió antes de que Roger fuera encontrado en Inglaterra.

Mientras yo hablaba con Jerry, éste vio a Kevin aparcar el coche al otro lado de la calle.

Su madre, Mary Jo, estaba sentada junto a él.

reconocimos un gesto de alarma en la cara de ella. Parecía asustada.

Kevin nos miró y aceleró.

Más adelante supimos que el hijo era un personaje complicado.

Hacía 17 años las autoridades habían dictado contra él una orden de restricción, para proteger a Roger de posibles amenazas o maltrato.

¿Fue, entonces, Kevin quien abandonó a su padre en Reino Unido?

No sería la primera vez que algo así ocurría en Estados Unidos.

De hecho, existe hasta un nombre para esa práctica: granny dumping.


¿Qué es el "granny dumping"?

Granny dumping significa deshacerse de los ancianos como si fuera basura, para no tener que hacerse cargo de sus gastos médicos y de otros costos que implica cuidarlos.

Hace años que se empezaron a reportar casos de ese tipo a la prensa.

Ya en 1992, el Colegio Estadounidense de Médicos de Emergencias calculaba que el año anterior 70.000 personas de la tercera edad habían sido abandonadas por sus familiares, porque estos no podían cuidarlos ni pagar para que alguien los atendiera.

Y más recientemente, asociaciones de varios países, entre ellas Reino Unido, Japón o Nueva Zelanda, han encendido la alarma por el fenómeno, al que denominan una forma de abuso contra ancianos.

Como último ejemplo, varios médicos de Nueva Zelanda denunciaron en diciembre del año pasado que hay familias que, cada periodo navideño, dejan a sus mayores a las puertas de los servicios de emergencia de los hospitales, "para poder descansar de ellos en vacaciones".

Así, la secretaria nacional de la Asociación de Médicos Residentes de Nueva Zelanda, Deborah Powell, denunció ante la prensa que el "granny dumping" es "una realidad creciente".

"Cada año que pasa, vemos que es más frecuente".

Y también en Japón, se está hablando del "granny dumping", al que llaman "ubasute".

Ya se practicaba hace siglos, cuando los ciudadanos pobres de las zonas rurales que no se podían hacer cargo de sus ancianos los llevaban a las montañas y los dejaban allí.

Pero ahora, varias asociaciones insisten en que el fenómeno está volviendo, como consecuencia de la crisis económica y demográfica, las mismas causas a las que atribuyen el "karoshi".


Sea como fuere, intenté ponerme en contacto con Kevin.

Lo llamé. Le escribí. Y no me contestó.

Pero logré encontrar a su hermana, Jeannette, quien según me habían contado llevaba algunos años alejada de la familia.

La mujer, de 27 años, se enfadó cuando le hablé de su padre.

No sabía que había aparecido en Inglaterra, pero me dijo que pensaba que su hermano Kevin pudo haber estado detrás de eso.

Pero su mayor temor era que su padre pudiera regresar a Los Ángeles.

Según me dijo, en Inglaterra estaba bien, seguro.

Pero para entonces, en Reino Unido las autoridades ya estaban al tanto de toda esta información.

Y a los dos días un hombre fue arrestado en Inglaterra, tras la investigación conjunta de los servicios sociales de EE.UU. y la Oficina Federal de Investigaciones (FBI, por sus siglas en inglés).

Después, en julio de 2016, sacaron a Roger Curry de la residencia en la que había vivido durante los últimos ocho meses y discretamente lo montaron en un avión con destino a EE.UU.

Volví a Los Ángeles hace algunas semanas.

Roger vivía ahora en una residencia para ancianos a pocos kilómetros de su antigua casa.

Fue allí directamente, pero por poco no lo reconocí.

Apareció ante mí desaliñado, sin asearse, y más delgado de lo que lo recordaba.

También lucía lo que parecía un corte en la coronilla.

La segunda vez que lo fui a visitar tenía mejor aspecto. Lo habían afeitado y estaba limpio.

Pero seguía sin saber cómo había llegado en su día a Reino Unido. Y no tenía dudas de que Kevin debía saber la verdad.

Me lo encontré un día junto a los restos de lo que había sido la casa familiar de los Curry.

Al verme, corrió y se escondió en la propiedad.

Aunque luego se mostró de acuerdo en contestar a mis preguntas.

Me invitó a cruzar la valla para poder hablar, pero lo que me contó no tenía mucho sentido.

Negó que tuviera algo que ver con el abandono de su padre en Inglaterra.

Más bien me explicó que su padre enfermó mientras la familia visitaba el país durante unas vacaciones y que él le pidió a alguien que lo llevaran al hospital.

Pero había algo que no encajaba.

¿Por qué no había buscado a su padre todos estos meses en los que había estado en la residencia?

Kevin salió de la propiedad, cubriéndose la cara con la capucha de la sudadera.

Y cuando le pedí una entrevista formal, me acusó de acosarlo, se montó en el coche y condujo, muy lentamente, porque con la capucha no podía ver hacia dónde se dirigía.

Fue una despedida de lo más extraña.

El futuro de Roger está ahora en manos de los tribunales estadounidenses, y las autoridades de Los Ángeles se han hecho cargo de su cuidado.

Kevin y su madre han apelado esa última decisión, pero las autoridades los acusan de haber llevado a Roger a Reino Unido y haberlo abandonado allí.

Ahora se sabe que los tres volaron al país en noviembre de 2015, pero que sólo dos de ellos regresaron a EE.UU.

Dejaron allí a un hombre de edad avanzada, con demencia y muy vulnerable, el padre de uno, el esposo de la otra.

El misterio fue resuelto.

Pero con ello no terminó la triste historia de Roger Curry.

Ahora enfrenta un futuro incierto.

Y yo me quedo pensando si no hubiera sido mejor si jamás se hubiera descubierto su identidad.

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