Hay algo en Amy Lee que cautiva como si fuera la primera vez. Han pasado más de 13 años desde el debut discográfico de Evanescence —"Fallen" (2013)—, y su líder mantiene su voz intacta. En su regreso a Chile, la frontwoman nacida en Riverside, California, presentó una performance vocal casi idéntica a lo hecho en sus discos, pero sumando los arranques interpretativos apasionantes e intermitentes que permite el vivo.

El conjunto no especula, y tiene los hits para hacerlo. Su estreno en la industria musical dejó tantos éxitos que esas canciones siguen siendo los pilares de un espectáculo que disfrutaron más de 6 mil personas en nuestro país.

"Everybody’s fool" y "Going under" son parte del arranque, con ese sentido oscuro y teatral del metal gótico al que le añaden la mira puesta en el pop y los hits radiales.

Apoyada por el bajista Tim McCord, el baterista Will Hunt, y los guitarristas Troy McLawhorn y Jen Majura —la alemana que destaca en los coros y también por su voluminosa cabellera—, Amy Lee ha reformulado la banda de tal forma que se sienta fresca sin perder su esencia ligada a las canciones sombrías, que hablan de la vida y de la muerte, y también de amores que solo dejan melancolía.

"Lithium" y "My immortal" son parte de ese catálogo que la cantante expone en soledad frente al piano, con la capacidad para llenar todo el escenario con su interpretación, y de los pocos momentos en que el Movistar Arena se conmueve en tranquilidad. Porque el resto de la noche se caracteriza por la estridencia de las guitarras y  una estrella indiscutida que se mueve por todo el frente, regalándole una sonrisa a sus fanáticos cada vez que puede, como respuesta a un público que canta cada vez que se le requiere.

Hacia el final, Evanescence exhibe los hits restantes que quedaron marcados durante la década pasada, como esa imagen de Amy Lee reinterpretando a la “Caperucita Roja” en “Call me when you're sober” y “Bring me to life”, el single que inició todo en abril de 2003.

Por más que la banda no haya lanzado material nuevo en más de cinco años, pueden darse el lujo de recurrir a sus éxitos pasados para montar un espectáculo al que fuerza no le falta.

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