En la previa del regreso de New Order a nuestro país, fueron varios los cambios que hizo el quinteto con respecto a su anterior visita a Chile. Después de lo hecho en la versión local de Lollapalooza, en 2014, la banda de Bernard Sumner asumió la partida de Peter Hook (2007) con la publicación de su primer disco sin el histórico bajista; abrazó la vuelta de la tecladista Gillian Gilbert y dio un paso hacia adelante en su romance con la música electrónica. 

Aunque al momento en que la banda de Manchester pisó el Teatro Caupolicán —pasadas las 21:00 horas de este domingo 4 de diciembre—, ninguno de esos ajustes fueron más importantes que la forma en que los hombres de "Ceremony" han clavado su nombre dentro de la línea de tiempo de la música popular: hits incombustibles, aleación entre el post-punk y la pista de baile y la melancolía sonora de una agrupación que nació de la muerte de Ian Curtis y Joy Division.

Ante 4 mil personas que repletaron el recinto de San Diego, New Order mostró siete canciones de su más reciente álbum "Music complete" (2016), reforzado en sintetizadores envolventes como los de "Plastic" y las crudeza de las guitarras detrás de "Singularity".

Pero también ese playlist de éxitos que encabeza "Bizarre love triangle", con el Teatro Caupolicán convertido en un karaoke, y "Blue monday", esa producción que en 1983 definió buena parte de lo que sería el synthpop en las décadas posteriores. 

Además, la banda que compone el baterista Stephen Morris, el bajista Tom Chapman y el guitarrista Phil Cunningham llegó acompañada de un completo espectáculo visual. 

Una propuesta que incluyó cinco pantallas LED con proyecciones geométricas y coloridas, junto a imágenes de clavadistas olímpicos al comienzo y de piezas documentales como "B-Movie: Lust & Sound in West-Berlin 1979-1989", con el desarrollo de la movida vanguardista de Berlín en la República Federal Alemana.

Hacia el final, con la fiesta en su apogeo y con Sumner habiendo mostrado sus mejores pasos de baile a lo Drake, New Order dio el merecido reconocimiento a la banda que prologó su sonido: con la foto de Ian Curtis en el centro, sonaron "Decades" y una luminosa versión de "Love will tear us apart", canción que suena esperanzadora en los teclados y las guitarras, con la batería de Morris como lo único que permanece imperturbable. 

"Superheated" fue elegida para el cierre de una noche que fue de bailar y llorar.

Publicidad