En un operativo del llamado Bloque de Búsqueda de la Policía de Colombia y que contó con la colaboración de los Estados Unidos, se dio muerte a Pablo Escobar Gaviria, el jefe del Cartel de Medellín de Colombia.

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Este histórico procedimiento ocurrido ya hace 25 años fue una noticia de una gran trascendencia en dicho país, ya que ponía a fin al hombre detrás de una serie de atentados que dejaron centenares de muertos civiles, policías, militares y políticos.

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Si bien la figura de Escobar no solo generaba rechazo en el Gobierno del entonces presidente César Gaviria, sino que también en la población, habían personas que defendieron hasta el final al narcotraficante.

Así quedó demostrado en su entierro, donde se generó un caos debido no solo a sus seguidores, sino que a una decisión del Gobierno.

Cambio de fecha del funeral

Una vez confirmado el deceso de Escobar, la familia y sus seguidores decidieron realizar su funeral el sábado 4 de diciembre de 1993, dos días después de su muerte.

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Sin embargo, el Gobierno decidió adelantar el entierro para el día 3 con el fin de evitar una manifestación donde se sospechaba que hiciera un homenaje popular al capo y que podría terminar en incidentes en la vía pública.

"Escobar gozaba de gran popularidad entre las clases pobres de Medellín por haber donado casas a los recicladores de basura y canchas deportivas a los jóvenes de los suburbios. Por eso no resultaba extraño que muchos de los devotos que asaltaron literalmente el cementerio corearan frases ofensivas contra las fuerzas de seguridad y el Gobierno de César Gaviria, hasta que un grupo de policías militares rodeó el féretro y aceleró los oficios fúnebres", asegura un artículo del diario El País de España de ese día.

Destrozos en el cementerio

A pesar de esta estrategia, el caos fue inevitable. Cerca de 5 mi lpersonas con pancartas llegaron a despedir a Escobar a Medellín, provocando destrozos en el cementerio de los Jardines del Montesacro y en su capilla, desde donde se arrancó una puerta y se rompieron sus ventanas.

Incluso, el periódico español relata un insólito episodio ocurrido por la efervescencia de la multitud. Varios de los asistentes destruyeron partes del velatorio del cementerio para sacar el ataúd de Escobar y llevarlo al pueblo para una última despedida. Sin embargo, equivocaron el ataúd, llevándose por la fuerza Álvaro de Jesús Agudelo, "Limón", guardaespalda Escobar y que murió junto a él en el operativo del 2 de diciembre.

Los restos de Escobar siguen descansando en la actualidad en el cementerio Jardines de Montesacro, donde recibe las visitas de seguidores y también de curiosos.

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