Estados Unidos es una nación obsesionada por los deportes.

Y es una obsesión que se ha monetizado a un nivel astronómico, incluso en las competencias estudiantiles.

Ello ayuda a explicar el fenómeno de la "Locura de marzo" o March Madness.

Amateur

En teoría, es una competencia amateur.

Los equipos universitarios están integrados por estudiantes que en el tiempo libre que le queda de sus estudios, representan a sus centros educativos en competencias, sin recibir pago alguno por ello.

El torneo es visto por millones de personas.

La realidad es que forman parte de un universo deportivo hipercompetitivo y ultracomercializado en el que se mueven miles de millones de dólares.

Y que en última instancia es algo parecido a las divisiones inferiores de la NBA, la liga profesional de baloncesto estadounidense.

Existe todo un fenómeno social alrededor del torneo.

La Asociación Estadounidense de Juegos de Azar estima que se apostarán cerca de US$10.000 millones en torno a los resultados del torneo, la mayoría en apuestas informales (y en su gran mayoría ilegales) en lugares de trabajo de todo el país.

Las apuestas legales, confinadas al estado de Nevada, llegarán a la no despreciable suma de US$295 millones.

La entidad estima que se harán cerca de 70 millones de apuestas.

Los derechos

Decenas de millones de estadounidenses siguen el torneo.

Pero la danza de los millones de este torneo no se limita a las apuestas. El torneo mismo es uno de los más vistos del país por televisión, por lo que los derechos de transmisión se venden por cifras astronómicas.

La Asociación Nacional de Deportes Universitarios, (NCAA por sus siglas en inglés), la entidad que coordina los torneos, firmó con las cadenas CBS y Turner un contrato hasta 2024 por valor de

US$10.800 millones, para transmitir el campeonato.

Cerca de US$700 millones anuales van a las universidades.

Para los estudiantes

La pregunta que muchos se hacen es, ¿qué pasa con los protagonistas mismos del torneo, los estudiantes?

Los fanáticos del torneo son parte de la atracción.

Las reglas de la NCAA son muy estrictas en cuanto a las prohibiciones aplicables a los estudiantes para recibir sueldos, incentivos o cualquier clase de honorarios por su participación.

A muchos eso les suena a explotación en un negocio en el que todos salen beneficiados menos los estudiantes.

Pese a ello, la NCAA niega que los jugadores se vean perjudicados.

En un comunicado, la organización explicó que "cerca de US$740 millones anuales ayudarán a las universidades a contribuir a que los estudiantes atletas en mas de 23 disciplinas aprendan y compitan".

Hay cerca de 400.000 estudiantes participando en los torneos de la NCAA, que se benefician de una infraestructura sin igual en el mundo.

Cientos de universidades, incluso algunas muy pequeñas, poseen estadios que serían la envidia de algunos de los equipos profesionales de fútbol europeos que participan en la Champions League.

Además, los jóvenes que juegan a baloncesto y muchos otros deportes son frecuentemente beneficiarios de becas deportivas que les permiten completar sus estudios.

La NCAA estima que 150.000 estudiantes se benefician cada año con US$2.900 millones en becas por sus habilidades deportivas.

Este marzo se define el campeón universitario.

Y, por supuesto, para los ganadores que llegan a las rondas finales de campeonatos como el de March Madness, el evento les otorga una vitrina para presentarse ante los equipos profesionales que pueden ofrecerles contratos, también multimillonarios.

Para la inmensa mayoría de los estadounidenses interesados en el March Madness, sin embargo, el torneo será, ante todo, una oportunidad para discutir y tal vez apostar, con sus colegas de oficina en torno a los resultados del campeonato universitario más conocido del mundo.

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