Arranca la primera fase de la misión ExoMars con destino a Marte. Dos gigantes de última tecnología, irán a bordo del cohete para llevar a cabo las pruebas científicas que dan sentido a esta operación espacial:
Un orbitador
El llamado Trace Gas Orbiter (TGO): un rastreador que dará vueltas alrededor de Marte (dos por día), para estudiar la presencia de gases que pudieran dar indicios de origen biológico.
El objetivo más importante será el gas metano, el cual está relacionado con los seres vivos. Hace años la NASA descubrió rastros de este gas. Ahora ExoMars pretende encontrar los principales focos de emisión.
Un módulo de aterrizaje
Apodado Schiaparelli, este prototipo de última generación probará sus cualidades como herramienta de entrada, descenso y aterrizaje sobre la superficie marciana (EDM, sus siglas en inglés). Este experimento es clave para el éxito de las próximas misiones.
Ya en 2003, su predecesor el Beagle, falló al tomar tierra en el planeta. Sin embargo el EDM no sólo aterrizará, también analizará las peculiaridades en el aire: polvo, electricidad, etc. Después de unos días, tras haber enviado la información recopilada, Schiaparelli morirá en la superficie.
La segunda fase: recorrido por el planeta rojo
Una vez comprobado que los sistemas funcionan y después de analizar los datos, un segundo viaje pondrá en la superficie de Marte un robot no tripulado (en inglés llamado rover) para hacer un estudio en profundidad.
La máquina, de unos 300 kilos, estará equipada con orugas (como las ruedas de los tanques), una cámara doble de alta resolución y un taladro. Con este taladro se pretenden cavar hoyos de hasta dos metros de profundidad para tomar muestras del suelo marciano.
Hace poco se encontraron evidencias de hidrógeno en el subsuelo, lo cual puede llevar a la existencia de reservas de hielo en el planeta. El sensor que analizará las moléculas orgánicas, esenciales para la vida, está siendo desarrollado por el Instituto Max Planck en Göttingen, Alemania.