La historia de Maureen Slough, una mujer de 58 años procedente de Cavan, Irlanda, ha conmocionado a su país y también a su entorno familiar y además abrió el debate sobre la eutanasia.

Cuando Slough voló a Suiza el 8 de julio pasado, su familia creyó que viajaba de vacaciones a Lituania con una amiga. Dos días después, falleció en Pegasos, organización suiza sin fines de lucro dedicada a la ayuda para morir, consignó el Daily Mail.

Según se indicó, la mujer dejó este mundo escuchando música gospel de Elvis Presley, tras someterse a un suicido asistido.

La mañana de su muerte, le dijo a su amiga a través de TikTok: "No soy yo misma. Siento que he estado viviendo un infierno durante el último año y no es nada bueno. Me despierto llorando, temblando, de todo, porque tengo miedo todo el tiempo, y esa no es la forma en que quiero vivir".

Días antes, le había confesado a la misma amiga que dudaba sobre someterse al procedimiento y que temía ir al infierno. "Sé que mucha gente me quiere. No voy a decir que estoy de acuerdo con el suicidio, pero sí con el suicidio asistido, cuando la gente está sufriendo de verdad. Ahora mismo estoy indecisa. Voy a lastimar a mucha gente y no me gusta hacerlo. Pero no veo salida", le dijo Maureen a su confidente. 

Sus seres queridos se enteraron de esta trágica noticia a través de un breve mensaje de WhatsApp, que además anunciaba el envío postal de sus cenizas.

Megan, quien dio a luz a su segundo hijo pocas semanas antes del fallecimiento de su madre, afirmó que la familia no recibió ninguna advertencia previa de Pegasos, que, según ella, se basó en documentación falsificada para verificar que los familiares estaban al tanto del procedimiento.

La clínica afirmó haber recibido una carta de Megan confirmando que conocía la decisión de su madre, junto con un correo electrónico de seguimiento, pero la familia cree que la Maureen falsificó ambas cosas.

La familia de la mujer que se sometió a un sucidio asistido también quedó horrorizada por la forma en que sus cenizas fueron devueltas a través de una encomienda. "Estaba simplemente en la parte trasera de una camioneta, y yo seguía un número de seguimiento como si fuera un paquete", declaró Megan, desconsolada, al Irish Independent.

La clínica se defiende por suicidio asistido de mujer

Ante estas críticas, la clínica suiza Pegasos ha defendido sus protocolos y ha asegurado que cumple estrictamente la legislación de su país, la cual exige que los solicitantes de muerte asistida estén en pleno uso de sus facultades mentales.

Tras el caso de Slough, Pegasos anunció nuevas medidas, ya que no aceptará solicitudes de personas no acompañadas que tengan familiares vivos, a menos que los parientes proporcionen copias de sus pasaportes y realicen una videollamada con el personal de la clínica.

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