Se convirtió en la primera modelo "plus-size", o de talla grande, en ocupar la portada de trajes de baño de Sport Illustrated; es decir, la edición anual más famosa de la revista, que antes han ocupado desde Tyra Banks a Kate Upton. En la tendencia creciente de aceptar distintos tipos de cuerpos y belleza, Ashley Graham lleva la delantera; comenzó a llamar la atención de los medios desde 2007 y ha sido perfilada en Vogue, modelado para Harper’s Bazaar, ha sido portada de Cosmopolitan, Maxim y Elle, entre otras, y esta semana, se subió en su propia marca de lencería a desfilar la pasarela de la New York Fashion Week. Como siempre, rompiendo con los estereotipos instalados sobre qué es ser bonita. Es una activista del cuerpo.

Graham nació en Nebraska, y ya en 2001 comenzó a modelar. Aunque encontró un lugar en las tallas grandes, la pelea ha sido por no ser considerada una modelo “plus size”, sino que una maniquí como cualquier otra.

En una industria famosa por hacer sufrir a las mujeres por su peso y cánones de belleza casi imposibles de lograr, lo de Ashley Graham parece una hazaña. “Solo porque no me llamo a mí misma ‘plus-size’ no significa que no estoy representando a una mujer que es… Le estoy dando a las mujeres curvilíneas un puesto en la mesa -una mesa con personas de alta moda que nunca nos han considerado hermosas”.

Graham no sólo defiende las curvas, sino que las mujeres acepten su talla, cualquiera que esta esa -de flaquísimas a grandísimas-, va al gimnasio para mantener la salud y ha dicho: “Estoy aquí para todas las mujeres que no se sienten cómodas en su propia piel, que necesitan un recordatorio de que sus cuerpos son únicos y son bellos”.

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