Dolores Candelaria Mora Vega de Hernández, más conocida como Lola Mora, fue una importante artista y escultora argentina. Además de esculpir inmensas figuras de mármol como la conocida Fuente de las Nereidas, se abrió espacios en lugares que históricamente se encontraban cerrados a las mujeres, como el urbanismo y la minería. Lola participó en la obra del tendido de rieles del Ferrocarril Trasandino del Norte o Huaytiquina, por donde actualmente transita el Tren de las Nubes.  Como urbanista fue autora del primer proyecto de subterráneo y galería subfluvial para la Ciudad de Buenos Aires y también previó el trazado de las calles de la ciudad de Jujuy.  En su época, bajo el contexto de la liberación femenina, Lola tuvo que enfrentarse a la censura. En su empeño por exaltar a la mujer libre y natural, muchos consideraron que su trabajo era inmoral.

Sobre su lugar de nacimiento hay una controversia no resuelta, podría ser en Salta o en Tucumán. Lo cierto es que creció en Tucumán y fue la tercera de siete hermanos. Cuando Lola tenía 18 años su madre murió de neumonía y dos días después murió su padre de un infarto.  En 1887 llegó a Tucumán el artista italiano Santiago Falcucci para dar clases y Lola fue una de sus alumnas. Con él aprendió pintura, dibujo y retrato y se especializó en neoclasicismo y romanticismo italiano. Entonces empezó a retratar a personajes de la sociedad tucumana para financiar sus otras obras. En 1895 viajó a Buenos Aires para conseguir una beca que le permitiera perfeccionar sus estudios en Europa. El entonces presidente José Evaristo Uriburu le entregó una subvención por dos años y con eso partió a Italia.

Instalada en Roma fue alumna de artistas como Francesco Paolo Michetti y Constantino Barbella, decidió dedicarse a la escultura bajo las enseñanzas de Giulio Monteverde, maestro en el trabajo del mármol. Lola vivió un buen tiempo viajando entre Roma y Buenos Aires donde vendía sus trabajos. Fue ganando prestigio y reconocimiento,en 1900 un autorretrato de Lola Mora, en mármol de carrara, se exhibió en la Exposición Universal de París  y ganó una medalla de oro. Ese año también ofreció a la municipalidad de Buenos Aires la creación de lo que sería su obra más emblemática; la Fuente de Las Nereidas. En 1902 Lola volvió a Buenos Aires con los bloques de estatuas esculpidas que, al ser desembaladas, provocaron un escándalo ya que la sociedad porteña  consideró que los cuerpos desnudos emergiendo de las aguas eran figuras “licenciosas” y “libidinosas”. De todas maneras, el conjunto escultórico fue inaugurado en 1903 en el Paseo de Julio de Buenos Aires (en 1915 el Congreso censuró la obra y más tarde fue trasladada de lugar).

Durante varios años Lola siguió teniendo distintos encargos internacionales y esculpió también un busto del presidente argentino Julio Roca, que era además su amigo cercano. En 1910 su trabajo empezó a decaer y tuvo que asumir las deudas de algunos de sus proveedores. En 1920 abandonó la escultura e impulsó un dispositivo que permitía ver cine sin necesidad de oscurecer una sala, se llamaba cinematografía a la luz pero lamentablemente no logró introducirlo en el mercado.

En junio de 1936 Lola Mora murió luego de haber sufrido un ataque cerebral. El 1998 la Dirección General de la Mujer de la ciudad de Buenos Aires  creó los Premios Lola Mora que se entregan a los medios de comunicación que  transmitan una imagen positiva de la mujer que rompa con los estereotipos de género, promueva la igualdad de oportunidades y los derechos de las mujeres

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