Todos los días, estas voluntarias cocinan para los migrantes que pasan en tren por México, en la comunidad de La Patrona camino hacia la frontera norteamericana. Lanzan bolsas de comida a quienes viajan en La Bestia, ese tren que nunca para, y que sólo disminuye su velocidad por 15 minutos para que estas mujeres, Las Patronas, arrojen sus mejores tiros a quienes esperan con ansias un poco de comida.

Desde que se privatizaron los ferrocarriles en México, los migrantes hacia el norte acuden a medios alternativos como los techos de los vagones de La Bestia o el Tren de los Desconocidos, que son parte de una red de trenes de movimientos de mercancías y que llevan rápidamente a sus pasajeros a la frontera de México con Estados Unidos. Un recorrido de 3000 kilómetros que es ilegal, peligroso y precario.

En 1995, dos de las fundadoras de Las Patronas salían de comprar su desayuno cuando vieron que el tren que pasaba todos los días venía lleno de personas que les pedían comida, por lo que les dieron lo que tenían. Ellas no sabían quiénes eran, hasta que una vez que el tren paró en la estación y tuvieron la oportunidad de conocer a los migrantes. Ahí pudieron ver el sufrimiento de salir del país de origen buscando una vida mejor, por lo que decidieron preparar todos los días 300 almuerzos usando 15 y 20 kilos de frijoles y arroz, que luego lanzan en bolsas donde además agregan información sobre derechos de migrantes.

No han parado desde 1995 de dar una ayuda a quien lleva probablemente varios días sin comer y a quien le espera un futuro incierto. Su labor ha sido premiada por el gobierno  mexicano con el Premio Nacional de Derechos Humanos para su líder Norma Romero, quien en la ocasión dijo: “Cada quien desde su vida cotidiana puede propiciar un cambio. Hacemos un llamado a las instituciones y a la sociedad civil para que se pongan las pilas y trabajen para su pueblo”.

Las Patronas
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