Hace unas semanas, las autoridades militares estadounidenses notaron que una aplicación deportiva revela la ubicación de sus bases militares secretas en lugares como Afganistán, Siria e Irak. Una realidad que les tomó por sorpresa, ya que los soldados estaban almacenando la ubicación de sus sesiones de entrenamiento, incluso en los lugares más recónditos del mundo, sin tener la intención de delatar dicha información clasificada.

Es por ello que surge la pregunta ¿Puede el celular conocer tu ubicación sin tener la aplicación activada? En el caso de los militares norteamericanos, ellos sí tenían encendida la aplicación de ubicación y Strava, esta última es una app que registra los movimientos al momento de entrenar.

Sin embargo, existe una vulnerabilidad que surge de la amplia gama de sensores con las que están equipados los teléfonos: giroscopios y acelerómetros que pueden medir otros movimientos del dispositivo.

Gracias a estos sensores se puede hacer un seguimiento de los movimientos de un usuario mientras se desplaza dentro de una ciudad, aunque es muy difícil conocerlos con exactitud. La mayoría de las personas que usan smartphones piensa que desactivar la aplicación de geolocalización inhabilita este tipo de vigilancia, pero una investigación realizada por los científicos Paul Kocher, Sashank Narain, Triet Vo-Huu, Ken Block y Amirali Sanatinia en la Universidad Northeastern, revela que se puede conocer la ubicación de una persona evitando o eludiendo esas restricciones. 

Vigilar la ubicación 

A todos los lados que vamos lo hacemos en compañía de nuestro smartphone. En cada recorrido entre la casa y el trabajo conversamos por Whatsapp, revisamos Instagram, mandamos correos o nos divertimos con los últimos memes; y ese trayecto consideramos que es una información muy personal. 

El grupo de científicos quería saber si es posible determinar la ubicación del usuario empleando únicamente sensores que no requieren de la activación. El trayecto que hace una persona, por ejemplo, puede determinarse conociéndose la serie de giros que realiza mientras se desplaza, cada uno en una dirección concreta y con un cierto ángulo. 

Haciendo esas mediciones e ingresando los datos a un computador, el escáner puede determinar los movimientos, luego se crea un mapa con el trayecto, el que se debe hacer coincidir con un mapa real de la ciudad y finalmente conocer el destino final de esa persona.

Los científicos desarrollaron un algoritmo para comparar estos movimientos con un mapa digitalizado de las calles de la ciudad en la que estaba el usuario, y determinaron cuáles eran las rutas más probables que había tomado esa persona.

Los resultados finales se expresan en una lista de rutas posibles clasificadas por la probabilidad y se hacía coincidir con la ruta real. Aproximadamente la mitad de las veces, en las ciudades en las que fueron probadas, el trayecto realizado por un usuario se encontraba en las 10 primeras posibles rutas de la lista. 

Al perfeccionarse las mediciones, más los datos de los mapas, las lecturas de los sensores y el algoritmo de coincidencias, podría mejorar sustancialmente la predicción del lugar donde se encuentra la persona.

 

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