Maud Le Fort no desfilará en las pasarelas de la Semana de la Moda de París, que comienza este lunes, ya que eligió su salud antes que una carrera como modelo. Eligió enfrentar los trastornos alimenticios.

Le Fort, que ahora tiene 30 años, llegó a París cuando tenía 18 con el sueño de desfilar para las grandes casas de moda.

Inmediatamente fue etiquetada como "modelo comercial", es decir, no lo suficientemente delgada para los desfiles de moda de alto nivel.

"Tenía una cintura de 36,6 cm y un pecho de 85 cm, por lo que tenía curvas", dijo a la AFP.

"En París me dijeron que sólo iba a hacer lencería y quizás cosas muy comerciales, pero no mucha moda", explica.

Le Fort se negó a abandonar su sueño y trabajó para adelgazar aún más. Pero sin hacer ejercicio, ya que los músculos tampoco son bien vistos en la pasarela. 

"Me pesaban casi todos los días. Y cuanto más peso perdía, más felicitaciones recibía", dijo. 

Bajó a 49 kilogramos, a pesar de medir 1,81 metros. Logró desfilar para Armani, Balmain, Jean Paul Gaultier y Yohji Yamamoto. Pero luego se dio cuenta de que era una locura. "Un día dije 'basta'. Voy a comer, voy a hacer deporte", dijo Le Fort.

Trastornos alimenticios

Ahora, con 30 años, toma clases de teatro y sigue una terapia, para volver a ganar confianza en sí misma y dejar atrás los años de depresión y trastornos alimenticios.

"Todavía no acepto completamente mi cuerpo tal como es", dijo. "No tengo una relación completamente sana con la comida", añadió.

En la actualidad realiza sesiones de fotos en las que la presión es mucho menor. Pero también le molesta ver cuánto retocan sus fotos, ya que cree que eso crea expectativas poco realistas para las jóvenes.

"Es absolutamente impactante y triste", dijo. 

Desmayos en vestuarios

La modelo brasileña Tatiana (nombre ficticio para proteger su identidad) fue despedida de su agencia al cabo de cinco años, cuando engordó algunos kilos a causa del estrés y un tratamiento hormonal.

La moda era el único trabajo que conocía desde la adolescencia.

"Me despidieron sin previo aviso. Perder la moda fue muy duro", dijo a la AFP. 

Tanto ella como Sophie mencionan con entusiasmo la década de 1980, cuando los físicos femeninos y deportivos estaban de moda.

Hoy en día, los pocos ejemplos de modelos con curvas en las pasarelas de alto nivel son personas que construyeron un estatus de celebridad antes de entrar en la moda.

Tatiana recuerda haber visto "chicas muy delgadas desmayarse durante las pruebas; apenas podían caminar con tacones", dijo.

Ahora tiene 37 años, pesa entre 53 y 54 kilos y mide 1,78 m.

Trabaja como modelo de pruebas, las que trabajan para diseñadores que quieren verificar cómo sienta un conjunto a una mujer en el mundo real, en lugar del mundo de fantasía de la pasarela.

Otras modelos consiguen escapar a la trampa. 

Sophie (nombre ficticio) es una estudiante de medicina de 22 años en París.

Trabaja como modelo comercial y sueña con la pasarela, pero sabe que tiene una carrera a más largo plazo a la que recurrir y no está dispuesta a sacrificar su salud. 

"La moda no es un ambiente que recomendaría a alguien frágil psicológicamente", declara. 

"Si esto fuera todo lo que hiciera para ganarme la vida, estaría constantemente preocupada", reconoce. 

"Para mí, si consigo desfilar en la pasarela, está bien, pero si no lo consigo, da igual", asegura.

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