"Todos los perros van al cielo". El título de la película de 1989 acerca de un animal que moría, pero volvía a la tierra desde el paraíso, hoy es materia de un debate teológico y en la prensa mundial, después de que el miércoles un niño apenado por la muerte de su perro fuera consolado por el Papa Francisco, quien le señaló que los animales también podrían tener vida eterna.
“El paraíso está abierto a todas las criaturas de Dios”, había señalado a fines de noviembre el Pontífice. “La Sagrada Escritura nos enseña que el cumplimiento de este maravilloso diseño también afecta a todo lo que nos rodea”, afirmó en ese entonces.
De acuerdo con el diario italiano Corriere della Sera, esas palabras del Papa “amplían la esperanza de la salvación a toda la creación”. Sin embargo, el Papa Benedicto XVI, antecesor de Francisco, había afirmado en 2008 que “para las criaturas que no son llamadas a la eternidad, la muerte sólo significa el fin de la existencia terrenal”.
Las palabras papales fueron bienvenidas por grupos como Personas por el Tratamiento Etico de Animales y The Human Society, el mayor grupo de protección de animales de Estados Unidos.
Según recuerda el diario The New York Times, este tema ha sido intensamente debatido desde hace más de un siglo y medio. Así, Pío IX -cuyo papado duró entre 1846 y 1878- apoyó firmemente la doctrina de que los perros y otros animales no tienen consciencia. Pero el Papa Juan Pablo II dijo en 1990 que los animales tienen alma.
Habló en un lenguaje pastoral que no se supone que los académicos diserten.
Charles Casmosy, teólogo y especialista en ética cristiana de la Universidad de Fordham, afirmó a The New York Times que es difícil saber qué quiso decir el Papa, ya que “habló en un lenguaje pastoral que no se supone que los académicos diserten", aunque afirma que estas palabras abren una importante discusión.
