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Ascanio Cavallo y gobierno de Boric: "Me preocupa la falta de destreza, hay un aire de aficionado"

Ascanio Cavallo y gobierno de Boric: "Me preocupa la falta de destreza, hay un aire de aficionado"
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El periodista Ascanio Cavallo, panelista de T13 Radio y autor de “La historia oculta de la década socialista” en conjunto con Rocío Montes y de “La historia oculta de la transición”, observa con preocupación algunas señales del gobierno, como la falta de cuidado en defender las instituciones. “El Presidente no entiende bien su papel, no ha terminado de entenderlo”.

-¿Como ves el inicio del año de Boric? Empezó con esta polémica de los últimos días sobre los indultos, cuando se enfrentó con la Corte Suprema por el caso Mateluna.

-Lo que llama la atención es la incapacidad de controlar un problema. O mejor dicho a la inversa: la capacidad de crear un problema a partir de una cosa innecesaria. Mateluna, por ejemplo. Pero también la afirmación del Presidente de que no hay delincuentes entre los indultados. Es una cosa que hay que empezar a revisar.

Ambas cosas sugieren la idea fuerte de que el Presidente no entiende bien su papel, no ha terminado de entenderlo. No es consciente de que un conflicto con la Corte Suprema o con los fiscales (porque se compró los dos problemas altiro), fuera de innecesario, es altamente dañino para el gobierno, para la opinión que la gente tiene de él.

Se está creando lentamente la impresión de que el Presidente no entiende. Y eso es delicado porque lo único que hace es incrementar la percepción de pesimismo enorme que tiene el país y que es bien desolador.

-Según la CEP, la expectativa de la economía personal y nacional es muy mala.

-Sobre todo por lo que viene para adelante, no hay un horizonte posible para el próximo año. Entonces, teniendo en cuenta ese cuadro, que pareciera desconocer o no haber identificado correctamente, comprarse conflictos adicionales en campos tan delicados como el de la justicia y de la delincuencia es verdaderamente incomprensible.

-¿A qué lo atribuyes?

-Me atrevería a hablar de desconexión y de incomprensión del lugar donde está. A mí no me deja de rebotar persistentemente la idea de que su grupo de asesores es de muy baja calidad. Estoy hablando de las asesorías directas, que son lo que llamamos el segundo piso, no de los ministros.

-¿Quiénes, específicamente?

-No tengo idea, pero es el equipo que normalmente está encima del Presidente y que no está para decirle siempre que sí. Está para contradecirlo, para controlarlo, para criticarlo. Eso no ha ocurrido.

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-¿Cuán dañada queda la imagen presidencial con todo esto?

-Yo creo que vamos a ver un reflejo en la próxima encuesta de Cadem. No se espera que el Presidente haga esas cosas. Mira, el Presidente Aylwin se enfrentó al Poder Judicial al comienzo de su gobierno. Pero lo hizo con mucha conciencia y con mucha decisión, con mucha convicción. Desafió a la Corte Suprema, le hizo un planteamiento durísimo. Pero todo eso era perfectamente medido y calculado. No se disculpó ni tuvo que estar dando explicaciones ni ninguna cosa.

-Era una justicia que venía de la dictadura.

-Así es. No sólo eso, sino que poco después, un ministro de la Corte fue destituido por el Congreso por primera vez en la historia. Entonces, el Presidente Aylwin tenía un cuadro mucho más complicado que el actual. Pero no cometió ninguno de esos errores como de aficionado.

-¿Es preocupante que la imagen presidencial se vea así de dañada por este tipo de hechos?

-Claro. Hay que tomarse en serio el problema de que la imagen del presidente se deteriore. Siempre es un problema. Pero a mí me preocupa la falta de destreza en la conducción. Francamente, creo que hay un aire de aficionado, de amateur, que no ha logrado resolver. Yo sé que la cuestión de los indultos era un compromiso y probablemente personas como la senadora Campillai estaban ejerciendo una presión muy fuerte, una presión moral. Pero aun así, no había ninguna necesidad de dar explicaciones posteriores porque eso no le corresponde al Presidente.

-¿Era un guiño al sector más izquierdista de su coalición, Apruebo Dignidad? 

-La experiencia muestra que esos guiños nunca sirven, porque nunca son suficientes, siempre hay alguna demanda adicional. Estar rendido a eso es una mala decisión.

Apruebo Dignidad tiene un problema que podríamos llamar epistemológico, o sea, cree que es mayoría. Pero no se ha dado cuenta de que no lo es. Ganó la elección presidencial, pero no se ha dado cuenta de que esa votación fue porcentualmente de las más bajas que haya tenido cualquier presidente elegido desde la restauración democrática.

El porcentaje que sacó en la primera vuelta es paupérrimo. Yo creo que el Partido Comunista es el que más ha avanzado en darse cuenta de que la ruta, sobre todo después del 4 de septiembre, no es lo que se pensaba. Me parece que en el Frente Amplio hay demasiada dispersión sobre ese asunto. Y muy poca conciencia.

-¿El Partido Comunista está siendo más realista?

-Así es. Hace su crítica, aplica el llamado pensamiento científico, y saca sus conclusiones más o menos en silencio, con algún bullicio que ha tenido en los últimos años a partir de un sector radicalizado, como el de Jadue. Pero el Partido Comunista no va a dejar el gobierno. Cualquier costo le parece mayor que dejar el gobierno. Después de todo, en el gobierno hay muchas posiciones de poder, mucho cargo, mucho empleo.

-¿Boric debe optar por uno de estos dos bloques, Socialismo democrático y Apruebo Dignidad, o mantenerse así, siempre un poco al filo entre los dos?

-Yo creo que está obligado a mantenerse al filo y hacer señales para lado y lado. Pero no descarto que esa situación se le desborde, en el sentido que más temprano que tarde, se haga inviable la convivencia entre los dos sectores, que no es que piensen tan distinto, sino que actúan de manera distinta. El llamado Socialismo Democrático tiene experiencia en el Estado, en el gobierno que en general, Apruebo Dignidad no tiene.

-Algunos piensan que Carolina Tohá queda dañada con este tema del indulto, porque justo estaba haciendo un acuerdo de seguridad y pasa esto.

-No tengo dudas de que le causó un daño enorme. Eso es totalmente evidente. Pero Carolina Tohá es suficientemente disciplinada como para no quejarse, no culpar a nadie. Ella va a tener que sacar el acuerdo de seguridad, partiendo prácticamente de nuevo. Pero claro, por supuesto que para un ministro es mucho más fácil cuando el presidente actúa en la misma línea que lo está haciendo el ministro.

-¿En general cómo ves al Presidente Boric después de su primer año o diez meses? ¿Lo ves debilitado?

-Creo que se ha debilitado. Sin necesidad, por sus propia conductas. Algunos dicen que es impulsivo. No lo sé. Pero cosas como el desaire al embajador de Israel son inéditas, son impropias de un gobernante chileno. Parece que fueran de otro lugar. De gobiernos muy autoritarios, muy despóticos. Que hacen lo que quieren con el mando. No creo que sea el espíritu del Presidente, pero hay resultados objetivos. Uno no puede medir intenciones. Lo que puede medir son los hechos reales.

-¿Dices que hay una deriva autoritaria propia del sistema presidencial?

-En Chile el Presidente es más poderoso que todo. Pero eso siempre depende de cómo uno lo administre. El mismo poder tenía Aylwin, pero su ejercicio era muy ponderado, muy cuidadoso con las instituciones, incluyendo unas Fuerzas Armadas que no le eran nada simpáticas. Lo mismo se puede decir de Lagos, que también tuvo conflictos bastante serios en el campo militar. Frei y de Bachelet aprendieron muy rápidamente a ponderar la protección que un Presidente debe propiciar sobre las instituciones de la República. Yo ese cuidado no lo veo hoy día. Y no entiendo su origen, porque efectivamente estudió Derecho. Pero no se ven los resultados de esa carrera. 

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