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¿Realmente se pueden comparar los acontecimientos de 2016 con lo ocurrido en 1914?

¿Realmente se pueden comparar los acontecimientos de 2016 con lo ocurrido en 1914?
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El aumento de los movimientos nacionalistas es una de las coinicidencias entre ambos años.

Poco después de conocerse la noticia de la muerte a tiros del embajador de Rusia en Turquía, el lunes se disparó en Google la búsqueda de un nombre: Franz Ferdinand.

Y es que el asesinato del que fuera heredero de la corona del Imperio Austro-Húngaro en Sarajevo desencadenó una serie de acontecimientos que llevaron al estallido de la I Guerra Mundial.

Los internautas buscaban paralelos entre la muerte del príncipe austríaco, ocurrida en 1914, y la del diplomático ruso, sumándose así a una tendencia que durante los últimos meses ha intentado comparar este 2016 con el año del inicio de la llamada Gran Guerra.

"Este titular tiene una especie de alarmante remembranza de 1914", tuiteó el periodista estadounidense Bill Kristol del Weekly Standard, a propósito de la muerte del embajador turco.

"El olor a 1914 es demasiado fuerte como para ser ignorado", escribió en su cuenta de Twitter el columnista de The Guardian Owen Jones.

2016 ha estado pleno de acontecimientos que han causado conmoción: atentados en Francia, Turquía y Alemania; la decisión de los electores británicos de abandonar la Unión Europea, la elección del magnate Donald Trump como presidente de Estados Unidos; el prolongado baño de sangre en Siria y Yemen.

Pese a ello, gran parte de los historiadores que se han manifestado en las últimas semanas tienden a desestimar la comparación entre 2016 y 1914.

Aunque no todos.

Ecos del pasado

La historiadora canadiense Margaret MacMillan señaló a la BBC que aunque la historia no se repite, con frecuencia se encuentran ecos del pasado.

La búsqueda del nombre de Franz Ferdinand se disparó en Google.
La búsqueda del nombre de Franz Ferdinand se disparó en Google.

En este 2016, ella escucha los de 1914.

MacMillan, profesora de la Universidad de Oxford y autora del libro "La guerra que terminó la paz: el camino a 1914", se refirió a las crisis políticas, sociales, económicas y militares que ocurrieron, así como al malestar de los trabajadores que perdían su fuente de sustento debido a la mecanización o al avance del libre comercio.

También destacó la entrada en escena de fuertes emociones como el temor a los cambios que rápidamente se sucedían o el auge de nacionalismos apasionados que implicaban amar al propio país y odiar a los demás.

En ese contexto, destacó, los políticos, los banqueros siempre conseguían gestionar las crisis "al final".

"El mundo entonces había parecido tan estable, tan manejable", dijo MacMillan al referir que en aquella época hubo un cierto sentido de complacencia derivado de la idea de que "seguramente todo saldría bien".

"Esa confianza fue peligrosa porque significó que la gente no tomó las señales de alarma con suficiente seriedad", agregó.

Más diferencias que semejanzas

John Merriman, profesor de la Universidad de Yale y especialista en Historia Europea Moderna, considera poco útil intentar comparar 2016 con el año 1914

"Hay muchas más diferencias que semejanzas", dijo en una conversación con BBC Mundo.

El káiser Guillermo II.
El káiser Guillermo II.

Puesto a buscar similitudes entre ambos años, Merriman cita la existencia de un nacionalismo de masas y algunos puntos de coincidencia entre el liderazgo del káiser Guillermo II y Donald Trump.

"No sabía mucho del mundo y era un poco impulsivo, lo que dado el momento delicado que le toco vivir era bastante peligroso", dijo sobre el último emperador alemán.

"Pero, en este momento, no tenemos el tipo de alianzas enmarañadas que convirtieron a Europa en un castillo de naipes que se derrumbaron en agosto de 1914", agregó en referencia al sistema de alianzas que llevó a las grandes potencias de la época a enfrentarse en la I Guerra Mundial.

Al respecto, la historiadora Nicole Hemmer dijo en un artículo en The Washington Post que en la actualidad hay algunos ecos del pasado, señalando que tanto Turquía como Rusia están gobernadas por líderes autoritarios ansiosos por demostrar su poder.

"Turquía es miembro de la OTAN, una alianza creada para hacer frente a una agresión de Rusia. Añádale a eso la inestabilidad en Estados Unidos y Europa, así como la palpable sensación de miedo que esa inestabilidad ha creado y seguramente 2016 será un 1914 reeditado. Pero hay un problema con este tipo de analogías (...) Rusia no está deseoso de ir a la guerra contra la OTAN", escribió.

Merriman también rechazó cualquier intento de asemejar el asesinato del archiduque Franz Ferdinand con la muerte del embajador de Rusia en Turquía, Andrei Karlov.

El embajador de Rusia en Turquía, Andrei Karlov.
El embajador de Rusia en Turquía, Andrei Karlov.

"Creo que es una comparación rebuscada", afirmó.

Indicó que lo que le parece preocupante en el contexto actual es el crecimiento del populismo y la xenofobia en lugares como Francia, Escandinavia, Polonia, Estados Unidos, entre otros.

"El aumento de la xenofobia en todos estos sitios y el tipo de mentalidad antiinmigrante que permea en el movimiento populista en Estados Unidos podría ser comparado con el período entre 1920 y 1930, cuando la xenofobia estaba barriendo Europa y el antisemitismo era uno de sus componentes más importantes", dijo.

"Todo da mucho miedo", agregó.

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