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"Te matan lentamente": Exprisioneros ucranianos relatan los horrores sufridos en cárceles rusas

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Según un informe especial de la BBC, varios exprisioneros ucranianos revelaron situaciones de golpizas, descargas eléctricas y aislamiento prolongado en cárceles rusas.
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Ya son varios años desde que comenzó la invasión rusa a Ucrania, conflicto que se ha extendido desde el 24 de febrero de 2022. Producto de lo anterior, muchos soldados ucranianos resultaron detenidos en cárceles rusas, sin un juicio previo.

Recientemente, una investigación de BBC dio cuenta de los testimonios de varios soldados ucranianos que terminaron en manos del ejército ruso. El informe da cuenta cómo se vive  en la colonia penal IK-10, en Mordovia, Rusia, uno de los centros más denunciados del sistema ruso. 

Según la versión de quienes fueron prisioneros de guerra, las privaciones y agresiones afectan principalmente a soldados jóvenes y civiles y civiles tomados en las zonas de conflicto, entre 2022 y 2025. Las autoridades ucranianas, calculan que al menos ocho mil ucranianos, tanto prisioneros de guerra como civiles se encuentran bajo custodia en prisiones rusas o en territorios ocupados.

La tortura como práctica frecuente

Naciones Unidas ha dado a conocer que "la tortura por parte de militares y guardias rusos se presenta como una práctica frecuente y organizada contra estos prisioneros". En agosto de 2024, Danielle Bell, jefa de la Misión de Observación de los Derechos Humanos de la ONU en Ucrania, denunció que el 95 % de los soldados ucranianos capturados por las fuerzas rusas fueron víctimas de tortura. De acuerdo con el informe de la ONU, muchos de estos prisioneros regresan a Ucrania en condiciones críticas, con secuelas físicas y psicológicas severas como resultado de los abusos sufridos durante su detención en cárceles rusas.

El centro más denunciado es la colonia penal IK-10, en Mordovia. Durante un reciente intercambio de prisioneros, seis ucranianos dieron su versión sobre los vejámenes ocurridos en el recinto. Torturas, golpizas, insultos, privaciones y agresiones sexuales.

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“Un lugar donde te matan lentamente”

Uno de los testimonios más fuertes es el de un exsoldado que estuvo más de 990 días en diferentes cárceles rusas. En conversación con BBC, relató que los mantenían callados y sin poder moverse por 16 horas. Los obligaban a cantar himnos rusos y en caso de mostrar resistencia eran golpeados brutalmente.

“El pasillo era el espacio para los interrogatorios”, señaló. "En el pasillo, nos interrogaban mientras nos golpeaban, preguntándonos: '¿Quién se agachó? ¿Quién habló? ¿Quién se movió?'. Teníamos que quedarnos completamente inmóviles", añade. Explicó que mantenerse mucho rato en una misma posición les provocaba hinchazón de extremidades, abscesos e incluso riesgos de amputación.

AFP - Militares rusos
AFP - Militares rusos

La prisión fue calificada como "un infierno" y como "un lugar donde te mataban lentamente". 

Los seis exprisioneros coincidían en que los guardias usaban pistolas eléctricas las cuales descargaban en zonas sensibles como los genitales. Según recoge Infobae, muchas veces se les negaba la comida y se usaban perros para atacarlos. 

"Durante la inspección matutina, teníamos que abrir las piernas lo máximo posible. Si alguien tenía las piernas demasiado juntas, lo golpeaban para que las abriera más. Le llamaban la 'postura de la golondrina'. Y en ese momento, simplemente nos soltaban un perro", dice uno de los exprisioneros.

El rol del "doctor"

Relatan el caso de un supuesto "doctor" quien preguntaba el motivo de sus consultas médicas a través de la ranura de la puerta donde permanecían los prisioneros. Por ese mismo espacio, utilizaba descargas eléctricas como respuesta en vez de darles medicamentos. 

"Abría la ranura de la comida en la puerta de la celda y te preguntaba: '¿Qué te pasa?'. Si decías que tenías fiebre alta, por ejemplo, te pedía que sacaras la mano. Cuando lo hacías, el médico te golpeaba la mano con una pistola eléctrica y decía: '¿Te ayuda esto?'", recuerda un prisionero. 

Fue bautizado como el "doctor malvado". Tras una investigación, fue identificado como Illia Sorokin, de 35 años, aunque una vez emplazado, negó haber trabajado en la prisión. 

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