Le cortaron parte de la oreja y lo obligaron a comérsela: La tortura que delincuente viral recibió de su propia banda
Con nueve meses de embarazo, una pareja chilena esperaba con ilusión el nacimiento de su primer hijo. Pero lejos de ser solo una familia común, Elías Jordán Sayeg Díaz y Cinthya Sitche Sitche llevaban una doble vida: eran líderes de una violenta banda narco que terminó en secuestro y tortura a uno de sus propios integrantes por una deuda de $140 mil.
Reportajes T13 reveló una impactante denuncia y justamente es por aspectos de esta índole que el mundo narco exige demostrar poder. Y fue esa diferencia en el dinero recaudado el que marcó la ruptura con un supuesto amigo, heredero de propiedades que se habían transformado en centros de venta de droga.
La víctima no es una persona desconocida: se trata del mismo delincuente que en febrero intentó asaltar a un conductor de aplicación. Sin embargo, al no lograr intimidar al chofer, el sujeto terminó lanzándose del auto en movimiento para huir.
El secuestro y la tortura contra delincuente que se hizo viral
El plan fue brutal. En una SUV blanca subieron a la víctima y sumaron a dos venezolanos indocumentados, que aportaron “técnicas de tortura” a cambio de droga. El traslado los llevó a una casa tomada en un barrio de adultos mayores, donde lo mantuvieron cautivo por 20 horas.
Ahí lo golpearon con bates de béisbol, lo quemaron con cigarros y lo mutilaron: le cortaron parte de una oreja y lo obligaron a comérsela.
Por si fuera poco, le dejaron una marca más que escalofriante: un corte en su espalda con la letra “J”, inicial de Jordán. Según la investigación, las órdenes no provenían de él, sino de su pareja, que estaba a semanas de dar a luz.
Caída de la banda
La BIPE de la PDI confirmó que los captores grabaron parte de las torturas y viralizaron el registro, imitando métodos propios de carteles mexicanos. La víctima sobrevivió, aunque él mismo hoy está en prisión preventiva por unos crímenes de robos con violencia.
Los allanamientos posteriores permitieron detener a los líderes de la organización, a sus vendedores y al artista “urbano de discreto éxito” que estaba relacionado al grupo. Todos quedaron formalizados por secuestro, tráfico de drogas y asociación ilícita.
La pregunta que queda abierta es inquietante: ¿Habrá otras víctimas que también carguen en su piel la misma “marca” sangrienta?

