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Revista Capital | Las semanas más intensas de Cristóbal Piñera

Revista Capital | Las semanas más intensas de Cristóbal Piñera
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Hasta la reciente gira presidencial a China, el menor de los cuatro Piñera Morel había logrado mantenerse bajo perfil. Pero estos días el psicólogo, emprendedor y fanático de la tecnología, debió salir a aclarar que él había dejado completamente el emprendimiento Hop.in, antes de que este participara en licitaciones del actual gobierno.

Por: María José López y María José Gutiérrez

Cuando en junio de 2018 Cristóbal Piñera Morel (34) leyó, desde su celular, lo que sus socios le contaban a través de un mail, decidió salir. En la misiva, José Tomás Daire y Andrés Godoy le explicaban que, a través de Hop.in, la empresa de servicios tecnológicos que los tres amigos fundaron en 2011, evaluaban participar en una licitación para ofrecer sus servicios a la Dirección del Trabajo, entidad que depende de la administración actual de su padre, Sebastián Piñera. A pesar de que el menor de los cuatro hijos del mandatario estaba desligado de la operación de la compañía desde 2015, mantenía un 7% de su propiedad. Un inminente conflicto de interés se abría ante sus ojos.

Al día siguiente los socios se reunieron en un café cerca de Isidora Goyenechea para conversar los términos de salida de Cristóbal Piñera de la firma. Junto al abogado Juan Turner, socio de Grasty, Quintana & Majlis y amigo cercano del emprendedor, firmaron el documento con el que traspasó su paquete de acciones a Daire y Godoy e informaron al Servicio de Impuestos Internos. “Lo común en ese tipo de procedimientos, es que se estudie cuál es el valor económico del porcentaje que cada socio tiene. Pero él quería salir rápido”, explica un amigo. “Toda transacción debe tener un precio. Y aquí se le dio un valor nominal que no supera los dos millones de pesos en total. Es razonable, pero muy por debajo a lo que él invirtió en el proyecto”, aclara Turner, quien los asesora desde los inicios del emprendimiento.

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Cristóbal Piñera jamás sospechó que en menos de un año aquella empresa sería blanco de críticas. La semana pasada, el medio digital Interferencia dio a conocer contratos por más de 200 millones de pesos que Hop.in mantiene desde 2015 con La Moneda. Se trata de asesorías a diversos organismos, entre ellos a la Junaeb, Servel, SII, Parque Metropolitano y Sernac. Según registra Mercado Público, solo este último tiene una orden de compra cuando Piñera ya había asumido como presidente. Se trata la implementación de un chat automatizado para la web de este servicio, con fecha 5 de abril por un monto de 1.023,76 UF. Desde La Moneda aclaran que efectivamente la orden de compra llegó en ese mes, pero corresponde a la renovación de un contrato que fue aprobado en diciembre de 2017 y firmado durante la administración Bachelet. Aseguran que aquí no hay conflicto ni crisis y que no fue un error que el 7% de Cristóbal Piñera en Hop.in no entrara al fideicomiso ciego –al que se sometieron voluntariamente tanto los hijos como la mujer del mandatario en marzo pasado-, dado que las startup no son parte de las inversiones que quedan administradas por un tercero, sino que solo las acciones de sociedades anónimas abiertas. “Pretender que los hijos del presidente no puedan iniciar un emprendimiento o que aquellos en que participen deban ser entregados a un fideicomiso es absurdo. Es como pretender que se queden en sus casas y vivan de una mesada”, asegura una persona cercana a la familia.

La carta

Una semana antes de aquella publicación, el nombre de Cristóbal Piñera Morel, psicólogo de la Universidad Diego Portales y MBA del MIT, ya copaba la prensa. Esto, luego de que con su hermano mayor, Sebastián, acompañaran a su padre y su madre, Cecilia Morel, a la reciente gira presidencial a China y participaran en encuentros con líderes de empresas tecnológicas del país asiático. Tras ello, el sitio Interferencia vinculó al menor del clan con una empresa dedicada a robótica, lo que habría explicado su interés de viajar a China.

“Cristóbal reconoce que fue un error haber asistido a la gira porque se prestó para segundas lecturas. Pero no está dispuesto a que lo traten de tramposo”, cuenta un familiar. Por eso, agrega la misma persona, a diferencia de lo que han hecho sus hermanos en casos similares –que han optado por mantener el bajo perfil-, él quiso responder. Primero por Twitter, y el fin de semana pasado a través de una extensa carta a El Mercurio  que escribió la noche del viernes 17 y envió al diario en la mañana del sábado. “Estoy orgulloso de lo que hice en Hop.in  y quería dejarlo claro en una prensa más tradicional. No responderle al hater de Twitter, sino que a otro público”, ha dicho a sus cercanos. Aunque la idea central la redactó solo, pimponeó partes del mensaje en el chat familiar con su mujer (la abogada Sofía Marín), sus hermanos mayores, Cecilia, Magdalena y Sebastián, y con sus padres. También se la mostró a amigos periodistas y expertos comunicacionales de su confianza, como la ex ministra Magdalena Matte, socia de la agencia Perceptiva.

“Si bien todos los últimos presidentes de la República han sido acompañados por sus hijos en visitas al exterior, efectivamente el país y la sociedad han cambiado y los estándares son distintos. No supimos dimensionarlo, pido disculpas por ello”, señaló en la misiva que se publicó el domingo 19, y que fue viralizada –en formato Word para que todos los que no están suscritos al periódico también pudieran leerla– desde la mañana por Pablo Matamoros, ex asesor comunicacional de Piñera durante su primer gobierno.

Cuentan sus cercanos que desde Chena, localidad al sur de Santiago –donde estuvo el fin de semana– Tobín, como le dicen sus amigos, siguió todo el proceso y sus repercusiones. “No leía los comentarios, sabe que la mayoría son negativos. Pero se fijó y alegró al ver que tenía más likes que comentarios”, asegura alguien que compartió con él.

Handyman

“Tobín siempre tuvo acceso a tecnología de última generación”, asegura un amigo de su infancia. Al igual que sus otros tres hermanos entró al Saint George, donde era conocido por ser fanático del mundo techie desde temprana edad: varios recuerdan que en 1991, cuando cursaba primero básico, tenía un computador Macintosh con el que jugaba Prince of Persia y Asteroids. Lo describen como un alumno más inquieto que el promedio del curso, lo que influyó en la decisión de que sus padres lo cambiaran, pasando a cuarto básico, al Francisco de Asís, un colegio con educación más personalizada y menos alumnos por nivel.

Ahí creció su pasión por los gadgets: estaba al día con el lanzamiento de las últimas novedades que ocurrían en los países desarrollados. “Fue el primero en tener minidisk, en saber lo que era un iPod y sus derivados”, cuenta una ex compañera. Uno de sus hermanos dice: “En la casa fue él quien nos contó lo que era el Kindle”. “Es el handyman de su papá. Cada vez que necesita ayuda con algún control, cable, conexión, o ayuda tecnológica, lo llama a él”, agrega un pariente. A su vez, era famoso por su afición al skate y por su gusto por la música: de adolescente tenía una colección de cd –le gustaba el grunge y el rock–, y hoy en su casa hay un tocadiscos con cientos de vinilos.

Así como su hermano Sebastián –de quien es muy cercano– optó por una carrera similar a la de su padre –es ingeniero comercial de la UC, fue ejecutivo de Bancard y ha trabajado en el sector financiero–, Cristóbal optó por una profesión humanista: en 2003 entró a psicología en la UDP. “A nadie de la familia le llamó la atención. Le gustaba la filosofía, la historia, las ciencias sociales. Aunque teníamos claro que no se dedicaría a atender pacientes en el diván”, explica una persona del clan Piñera. Otro agrega: “Fue muy simbólica la elección, porque su padrino era Cristián Morel, el hermano de Cecilia que murió y que era psicólogo”.

Recién egresado entró a la Fundación Chile como consultor de innovación en capital humano. Ahí conoció de cerca casos de emprendedores que despertaron su interés por participar en este mundo. Tras cumplir casi dos años, en 2010 lo contrataron como director de innovación de País Digital, liderado por Claudia Bobadilla. Hasta que le tocaron la puerta para emprender.

Nace Hop.in

En marzo de 2011 el médico Andrés Godoy llamó desde la U. John Hopkins, EE.UU., a su compañero del colegio Grange, José Tomás Daire. Tenía un proyecto en mente. A raíz de investigaciones que había realizado sobre cómo las personas perciben los rostros de los otros, y analizando la forma cómo los usuarios interactúan en la red, quería crear una plataforma y red social que permitiera a los usuarios abrir un contenido solo con un touch y compartirlo o coleccionarlo en una cuenta personal. Daire –en ese entonces abogado del estudio Pérez de Arce– quedó fascinado con la idea y se unió al startup. Cinco meses más tarde, la dupla llamó a Cristóbal Piñera, de quien son amigos de infancia, y le ofrecieron sumarse como socio cofundador y hacerse cargo del área comercial.

En noviembre, dejó su cargo en País Digital para dedicarse a full al emprendimiento. Partieron levantando capital entre amigos y familiares. Luego sumaron a Andrés Navarro, controlador de Sonda e histórico amigo de Sebastián Piñera; y al asesor y director de empresas, Eduardo Novoa, como socios pasivos. Después de ir y venir a San Francisco varias veces, Piñera y Daire decidieron trasladarse a California de forma permanente en busca de nuevas ideas y socios y con el sueño de hacer de Hop.in una plataforma global. Un experto de la industria cuenta que en ese proceso “Tobin” le pidió una reunión para contarle su idea. “Pese al prejuicio que a priori uno puede tener por una persona como él, que por ser hijo de Piñera tiene mejores contactos y más fácil acceso a recursos económicos, me pareció un tipo muy bien preparado, atinado y con una iniciativa interesante y aterrizada”, indica.

A fines de ese año, Cristóbal viajó a Chile a casarse con la abogada Sofía Marín, y regresó con ella a Silicon Valley hasta principios de 2014. El emprendimiento no logró despegar, y el modelo de negocios no funcionó. “Nadie nunca entendió bien qué era Hop.in. Los tres hermanos (Piñera Morel) lo molestaban en el sentido de no ‘comprarle’ mucho. Tobin siempre ha sido muy vendedor. Es intenso y te puede dejar embobado con lo que piensa”, comenta un amigo de la familia.

De vuelta en la oficina en Apoquindo, el menor del clan inició el proceso de postulación al Massachusetts Institute of Technology para hacer un MBA. Tenía la base profesional de la psicología social, pero le faltaba entender más de números y tecnología. En mayo de 2015 firmó el finiquito con sus socios y se subió al avión rumbo a Boston.

Llegada al retail

Se instaló en el Eastgate, el complejo de departamentos que tiene la universidad para los alumnos de postgrado que llegan con sus familias. Ahí conoció al venezolano Germán Toro, con quien hoy es socio en la importadora de toallitas húmedas Goodcare. La empresa tiene la representación en Chile de la compañía estadounidense AnthemCare y tiene tres productos a la venta: Mimaditos (para guaguas), Bresh (para mujeres) y Whice (para hombres).

Cuando le faltaba poco para terminar el MBA con mención en tecnología e innovación, Cencosud abrió un proceso para reclutar profesionales que estuvieran cursando un postgrado fuera del país. Cristóbal Piñera postuló y luego de tres meses fue aceptado junto a otros seis candidatos.

El programa en la firma que lidera Horst Paulmann comienza con una primera etapa de consultoría, que en el caso del psicólogo duró entre cinco y seis meses. “Cuando entró a la empresa dijo que quería aprovechar las tecnologías y hacer uso del big data para el negocio”, comenta una fuente que participó en el proceso. Así, al cabo de ese período comenzó a estructurar un área nueva, donde partió sólo y terminó como gerente de innovación a cargo de un equipo de diez personas de perfiles variados.

“Su rol era analizar y proponer iniciativas para sacarle más partido a los activos de la empresa. No era un laboratorio de investigación de nueva tecnología para el retail, sino de recoger los problemas de distintas áreas, levantar oportunidades y analizarlas, buscar soluciones en el mercado y si la hipótesis se cumplía, implementarlas, ya sea a través de un equipo interno o de una empresa externa”, señala una persona que trabajó con él. Ese equipo presenta los proyectos a un comité donde participa un representante de cada área de Cencosud: Daniel Güell, por tiendas por departamento; Lorenzo Iriarte, por supermercados; Sebastián Bellocchio, por shopping centers; y Felipe Longo, por Easy.

Entre las iniciativas que desarrolló el grupo bajo el mandato de Piñera Morel está la implementación de un modelo de despacho express, como el servicio de Amazon Prime, que fue analizado y funcionó, cuentan en Cencosud; así como un nuevo tipo de “influencers” donde cualquier persona puede registrarse para promocionar productos a través de las redes sociales y en caso de que eso derive en una venta, ésta recibe una comisión; y el servicio de armado de muebles, que estaría en marcha blanca actualmente.

Desde la compañía agregan que durante su gestión se idearon 23 proyectos, cinco quedaron en etapa de investigación y dos en desarrollo.

A comienzos de enero, y teniendo en la mira un nuevo proyecto, Cristóbal Piñera presentó su renuncia a la empresa. Le ofrecieron un nuevo cargo dentro de la compañía con más responsabilidades y presupuesto, que requería un compromiso de su parte por otros cuatro años. Y él quería volver a emprender. Dos meses más tarde, con su sucesor en la gerencia de innovación ya instalado –Joaquín Rojas, hasta entonces jefe de marketplace de Paris– dejó la compañía.

¿Qué mail uso?

Dicen que el puntapié inicial de su actual emprendimiento partió porque no tenía un mail desde donde mandar sus mensajes. A fines del año pasado desactivó su correo de Hop.in, sabía que no le quedaba mucho tiempo utilizando el de Cencosud y no quería usar de manera profesional su correo personal que hace referencia a su pseudónimo.

En 2016 había viajado con su mujer a Hawai y uno de los lugares que más le había gustado fue la isla de Kauai. Sin consultarlo con nadie más que su abogado, armó la sociedad con ese nombre, inscribió el dominio en diciembre y en marzo creó un email asociado para comenzar a trabajar en sus nuevos emprendimientos: una fintech que estaría relacionada al rubro inmobiliario y un proyecto relacionado al deporte.

En su entorno cuentan que la idea aún está en fase se investigación y “discovery” –como él define este proceso–, lo que debería tomar dos meses más. Mientras, trabaja en cafés en el barrio el Golf, cerca del departamento donde vive con su mujer y sus dos hijos –de tres y un año- hasta donde se desplaza en bicicleta siempre con audífonos escuchando música. Otras veces llega en longboard eléctrico, su última adquisición.

Sus mañanas parten a las 6 am con trotes de entre 10 y 20 kilómetros diarios. Piñera Morel es “runner” desde 2010 cuando compitió en 21 k en Santiago. Desde entonces ha participado en las maratones de Chicago y Nueva York y se está preparando para la de Berlín que se corre el 30 de septiembre. En la última MDS obtuvo un tiempo de 3:35.

Además de los wipes, participa desde el año pasado como socio en la tienda de ropa elegante It Velvet –ubicada en Luis Pasteur-, de su amiga Elisa Mahuzier. “Es inversionista menor, y la asesora en temas de redes sociales y e-commerce”, asegura una persona en su entorno.

Tormenta perfecta

Cristóbal no creyó que volvería a usar Twitter. En marzo pasado, junto a su mujer, decidieron dedicarle menos tiempo al celular y cuidar más su vida privada: el psicólogo dejó su cuenta de Instagram abierta sólo para sus cercanos, eliminó varios seguidores, cerró su Twitter y eliminó la plataforma de su smartphone.

Pero mientras estaba en China decidió reabrir la cuenta. El 26 de abril Interferencia publicó una nota que decía que desde fines de marzo Sebastián y Cristóbal figuran como miembros del directorio de Kauai Labs SpA, que, según el medio digital, correspondía a una empresa dedicada a la robótica con sede en Estados Unidos. “Solo para aclarar, kauailabs.cl es solo un dominio (y una idea), no es una empresa ni nada y no tiene ninguna relación con https://kauailabs.com (para los que me están preguntando por la nueva pega)”, posteó sobre la confusión que despertó el alcance de nombre con la empresa estadounidense.

El 13 de mayo, el mismo medio arremetió con otro titular que señalaba que Hop.in mantenía contratos con el gobierno. El psicólogo conversó en el avión presidencial con su hermano Sebastián de cuánto le molestaba este asunto. Y desde el asiento escribió los tuits que explicaban en un “hilo” el paso a paso de cómo se formó Hop.in y cuándo se desligó de ahí.

Cuando aterrizó en Santiago, sus mensajes ya eran trending topic.

¿Qué es Hop.in?

Mientras Cristóbal Piñera Morel estaba en Boston estudiando un MBA, sus socios en Hop.in decidieron darle un segundo aire a la empresa. Manteniendo a los inversionistas y el nombre de la compañía matriz, lanzaron Uniq, un asistente virtual –tipo bot- que interactúa con los usuarios por chat. Hoy, entre sus clientes están Lipigas, DHL, Georgetown University, la Universidad John Hopkins, mientras que su relación con entidades del estado se inició en noviembre de 2016 con el Parque Metropolitano. Hoy también tienen como clientes a Junaeb, Sernac, el SII, la Dirección del Trabajo, entre otros.

La polémica del avión

El 29 de abril Cristóbal Piñera publicó en Twitter: “A China fui a acompañar a mis padres, cubriendo todos mis gastos y sin costo para el Estado”.
A raíz de esto un asesor de la parlamentaria Yasna Provoste (DC) solicitó a la Fuerza Aérea de Chile (FACH) que detallara el informe de costos de los pasajeros que volaron. Ayer (22 de mayo) la organización sostuvo que “la institución no realiza cobros ni facturación respecto de vuelos de la naturaleza señalada (avión presidencial)”. 
Pese a que esa aclaración despertó nuevos cuestionamientos -hay quienes dicen que aquello sí constituye un gasto monetario directo a la administración pública-, tanto el Presidente como el ministro de Defensa, Alberto Espina, han salido a aclarar en este caso no hay un costo adicional ya que en la nave habían asientos vacíos y, fuera o no el hijo del mandatario, volaría igual.  Independiente si el avión viaja solo con el presidente abordo o con otros pasajeros -lo que no conlleva ningún costo adicional- no existe por reglamento la posibilidad de pagar ese pasaje. 

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