La mujer por la que Charles Darwin y el pintor Rugendas perdieron la cabeza
Esta entrevista empieza con una pregunta sobre un cuadro.
Un cuadro al que hace referencia la última página de "Si te vieras con mis ojos" de Carlos Franz que, según explica el autor, está ubicado un museo de Valparaíso, Chile, y sobre el cual gira un capítulo completo del libro.
Es una de las pocas referencias reales de la historia. El lector la visualiza: en él se ve una mujer al aire libre posando para un pintor, junto al pintor mismo. La nota final cuenta que, a pesar de ser de autor desconocido, se encontró escondido en su reverso el fragmento de una carta, ¡como el libro mismo, que es una epístola de la narradora a su amante!
Y al leerla, el lector empatiza con ese atisbo de realidad que pareciera haber empujado a Franz a escribir el libro. O al menos, parte de él.
Primera pregunta: "La inspiración de esta novela es un cuadro que está en el Bellas Artes de Valparaíso. Me puede contar un poco más sobre él, ¿cuándo lo vio por primera vez y cómo se le ocurrió esta novela?".
Del otro lado del teléfono se escucha una risa.
"Eso sí que es ficción", confiesa Carlos Franz, que conversa con BBC Mundo en el marco del festival HayFestivalCartagena@BBCMundo.
El cuadro no existe. Y la mitad de las teorías de esta entrevista se caen por la borda.
"La última nota del libro, aparentemente realista, es completamente ficticia, en cambio muchas cosas que se presentan como ficción en el libro corresponden aproximadamente a la realidad histórica.
Esa mezcla, borronear los límites, poner en duda el estatuto de la realidad y la ficción, a mí me interesa mucho", continúa con gracia Franz.
Corre 1834 y en "Si te vieras con mis ojos" el treintañero y apasionado pintor Johann Moritz Rugendas acaba de recalar en la bahía de Valparaíso, luego de recorrer América Latina completa pintando sus paisajes. Allí conoce a Carmen Lisperguer, una mujer casada y adelantada a su época de la cual se enamora perdidamente y a Charles Darwin, quien llega pocos días después de él al mismo puerto, a bordo de la expedición Beagle y quien termina por enamorarse de la misma mujer.
También corre 1854 y Rugendas se reencuentra con Darwin en su casa de Inglaterra, a pagar una apuesta hecha 20 años antes y a conversar sobre ese amor marcado a fuego que les dejó esa mujer.
Y por último, corre 1903, el ahora, el presente, el minuto en el cual la narradora, Carmen, le escribe esta larga carta a su "Moro" como llama cariñosamente a Rugendas, intentando recordar su historia como cree que el pintor la vivió.
Tres épocas, tres mundos y tres personajes entrelazados que interactúan entre sí y caminan sobre esa delgada cuerda floja que divide la realidad de la ficción.
- ¿Cuánto es esta mezcla? Cuáles son esas verdades y cuánto tiene el libro de ella
La base histórica de esta historia ficticia es auténtica. El pintor bávaro Juan Mauricio Rugendas viajó por América Latina desde México hasta Chile durante prácticamente 20 años en un periodo muy interesante: el nacimiento de nuestras repúblicas.
Pasó por Chile, donde iba por unos pocos meses y terminó quedándose ocho años. A mí me pareció siempre misterioso por qué se quedaba este hombre en este rincón del mundo habiendo tantas otras cosas interesantes que ver.
- Fue por una mujer…
Al llegar a Chile se enamoró de una mujer casada y eso lo atascó, cambió su vida y su visión del arte, según mi hipótesis. Una mujer muy extraordinaria: Carmen Arriagada, una de las grandes escritoras chilena, quizás la primera, sin serlo intencionadamente. De gran cultura, políglota, que dejó un cuerpo de cartas a Rugendas que se descubrieron un siglo después y donde vemos una mujer de una pluma extraordinaria.
- ¿En ella se inspira Carmen Lisperguer, la "mujer del acabose" de la que se enamoran Darwin y Rugendas?
En la novela no se llama Arriagada porque me tomé muchas libertades con el personaje histórico.
La Carmen literaria, la que yo invento, mi Carmen, es más arriesgada que la otra. La otra se queda en el deseo y es más melancólica, el típico personaje romántico que tiende a ser fatalista, que vive en un mundo que no lo entiende, que no se adapta y que sería preferible quizás abandonar. Cree que no va a poder desafiar a la sociedad y vencerla. En cambio mi Carmen cree que sí puede.
- Teniendo a Darwin y a Rugendas, ¿por qué decidió narrar la novela desde el punto de vista de Carmen?
La voz narrativa es la de ella, que muchos años después recuerda esta historia y la narra de una manera peculiar, que es esta segunda persona singular: tú. Se dirige sobre todo a Rugendas.
Esa es la marca de estilo del libro, que tiene ambición literaria y eso para mí significa que hasta cierto punto el lenguaje tiene que representar en su propia textura y forma la historia que se está contando. Este tú es la representación que yo encontré de la voz amorosa.
Cuando estamos enamorados sentimos que el yo se disuelve y se une con la otra persona, formando una rara entidad doble. Ella habla de tú, se pone en el lugar de él.
En el fondo lo que está haciendo ella, 50 años después (el presente "real" de la narradora), muy anciana, es hacerle el amor con la palabra a su amante desaparecido y muerto hace mucho tiempo.
- ¿De ahí el título de la novela?
Claro. Todo esto es el esfuerzo de hacer de dos hablas, el del hombre y el de la mujer, una sola palabra.
Representa esa voz tan especial que está tratando de imaginar lo que el otro ve en nosotros, que es típica de los enamorados. Los enamorados están siempre preguntándose por qué me quiere el otro, porque de esa manera quieres ser fiel a esa imagen, para que no se disuelva el amor.
Un joven fogoso llamado Darwin
- Hablemos un poco del personaje más famoso de la novela, pero también la relación más ficticia: Charles Darwin. ¿Conoció Rugendas a Darwin en la vida real?
Charles Darwin en su viaje en el Beagle pasó casi un año en las costas de Chile, llegó a Valparaíso exactamente el mismo mes en que llegó Rugendas.
Tengo la pretensión de haber encontrado una pista directa de que se conocieron. Rugendas alojó en Valparaíso al pintor oficial del Beagle, así que hubiese sido muy raro que no conociera al naturalista a bordo del barco.
A mí lo que me gustó cuando vi esta coincidencia fue la posibilidad de esta oposición entre dos personalidades, dos mentes, dos visiones del mundo tan diferentes; la del artista romántico alemán y la del científico racionalista británico.
Se forma un trío muy interesante: la coincidencia entre una escritora, un pintor romántico y un joven científico británico. La ocasión estaba cantada para hacer una explosión romántica.
Rugendas cree que el amor es fundamentalmente un impulso romántico del espíritu, una fuerza externa a nosotros, mientras Darwin piensa que es simplemente un engaño que nos hace la naturaleza para invitarnos a reproducirnos.
- Pero Carmen no conoció a Darwin…
No tenemos una prueba concreta de que Carmen haya conocido a Darwin, pero es lo más probable, él frecuentaba sus círculos.
Y aunque no. Supongamos que nunca lo conoció, ni Rugendas... el papel de la ficción es realizar lo que la realidad dejó incompleto. Para eso nos sirve la imaginación.
- ¿Cómo se le ocurrió introducir a Darwin como el tercero de esta relación y de esa manera?
Yo tuve la idea de esta novela 20 años atrás, cuando me leí una biografía de Rugendas donde encontré la historia de amor entre él y esta mujer casada.
Pero cuando trataba de escribir esta historia me topaba con una dificultad que me costó mucho resolver: el triángulo adúltero mujer casada-marido-amante ha sido contado tantas veces, tan manoseado, que quería, necesitaba algo que distorsionara ese triángulo para darle una nueva luz. Y de pronto en las lecturas que hice sobre la época apareció Darwin.
De pronto pensé: por qué no violar la historia, porque esto efectivamente no ocurrió así, y meter a Darwin, un joven de 25 años atractivo, fogoso y con todos los deseos de esa edad, y al mismo tiempo muy timorato, y así obtener una forma distinta.
No un triángulo sino un cuadrado, donde se van a oponer tres hombres por una mujer, tres formas de amar: el amor patrimonial del marido, el amor apasionado romántico del pintor y el amor enfocado en la procreación para la continuidad de la especie, de Darwin.
- El libro habla sin pudor de tabúes sexuales como el tamaño del pene, la masturbación femenina, penetración, juegos sexuales, etc. ¿Había algo de eso en las cartas de la Carmen real?
La pornografía no la hemos inventado nosotros. Estas cosas seguramente se hablaban, se decían, desde luego que se practicaban, y se escribían. Pero las cartas que tenemos son muy intensas sin llegar a ese nivel de descripción.
A mí lo que me interesa es jugar en el límite, en el borde, correr el riesgo de aproximarme a esas zonas prohibidas para la novela seria. A mí me parece un desafío para un escritor intentar la descripción del amor físico, de un acto sexual, sin caer en la pornografía. Y a mí me gustan los desafíos.
¿Crítica social?
- ¿Por qué esos personajes históricos? ¿Qué encarnan Darwin y Rugendas que los hacen vigentes aún?
Son dos extranjeros, uno artista y el otro científico, dos mentes agudas, que carecen de los prejuicios locales, pero están llenas de los europeos, que se enfrentan a esta realidad y no entienden nada y tienen un choque con esta realidad distinta.
Eso es muy fructífero, porque nos permite a nosotros, los latinoamericanos, mirar nuestras cosas como si fueran ajenas, distintas, tomar distancia.
- Usted se ríe un poco de aspectos de la idiosincrasia chilena que parecen aplicable a la del resto de América Latina. Por ejemplo, la "hospitalidad chilena (…) esa esa manía de suponer que el mayor deseo de un visitante es convertirse en un chileno más" o sus "liberales no tan liberales". ¿Es todavía nuestra sociedad un poco así?
Se trata de una sociedad naciente que se está formando, por lo tanto no es directamente una representación de las sociedades actuales, pero sí de ciertas cosas que nos parecen remotas, que no han cambiado tanto. Las apariencias, por ejemplo, son todavía a veces más importantes que la realidad en América Latina.
- ¿Hay una crítica soslayada a la sociedad chilena en el libro?
Hay una ironía que pertenece al punto de vista. Carmen es una mujer que es muy crítica del mundo que le ha tocado vivir pero es hija de ese mundo. La Carmen real era hija de un militar de las guerras de la independiente, amigo de San Martín, vecino de O´Higgins, pero también era una mujer intelectual, liberal, bastante liberada, que tenía una visión muy crítica del atraso intelectual cultural de su país. Yo creo que eso mutatis mutandis no ha cambiado demasiado.