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8 consejos para perderle el miedo al dentista

8 consejos para perderle el miedo al dentista
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"La mayoría de quienes le tienen miedo al dentista tienen malos recuerdos de la infancia", según la consultora dental Karen Coates.

Una de cada cuatro personas teme visitar al dentista, según datos del sistema de salud pública británico. Y no es sólo cosa de niños.

"Algunos le tienen tal fobia al dentista que no lo han visitado en años", dice Karen Coates, asesora dental de la Fundación Británica para la Salud Dental.

Ese temor puede responder a varias motivaciones: el miedo a que el tratamiento duela, el pánico a las agujas o el rechazo a los sonidos y los olores de la clínica dental, que pueden traer malos recuerdos de la niñez.

"Las clínicas dentales modernas son ambientes mucho más amigables", comenta Coates.

"En general es una experiencia más suave. Por supuesto que todavía tienes los olores y sonidos de una clínica dental, pero todo es más discreto que antes, con instrumentos que no están a la vista y música relajante de fondo. Hasta los tornos hacen menos ruido", dice.

Por otro lado muchos dentistas ahora entienden mejor los temores de los pacientes y pueden atenuar su estrés con un trato amable y delicado.

Además, los avances en tecnología han transformado los métodos de la industria, que ahora puede ofrecer tratamientos totalmente sin dolor.

Aún así, aquí te damos 8 consejos para ayudar a vencer la ansiedad de ir al dentista.

1. Encuentra un dentista comprensivo

Puedes preguntarle a tus amigos y conocidos o buscar específicamente un profesional que se especialice en pacientes con ansiedad.

2. Visita la clínica antes de la primera consulta

Antes de pedir tu primera cita, visita la clínica, conoce al recepcionista y al dentista y mira cómo es el ambiente. También puedes informarles de tu ansiedad o fobia para que lo tengan en cuenta para tus futuras visitas.

paciente en el dentista
paciente en el dentista

3. Elige una cita a primera hora de la mañana

Así tendrás menos tiempo para pensar en tu fobia e ir acumulando ansiedad durante el día

4. No llegues antes de tiempo a tu cita

Trata de llegar a la hora en punto para no tener que esperar en la clínica. En la sala de espera puedes sentirte más ansioso ante los sonidos y olores.

5. Planea una primera cita "suave"

No te metas de buenas a primeras en empastes, endodoncias y anestesias. La primera visita puede ser una revisión o una limpieza, y puedes aprovecharla como una manera de conocer un poco más a tu dentista en una visita totalmente libre de ansiedad. Cuando te sientas más cómodo puedes proceder a hacer tratamientos más complicados.

6. Acuerda una señal para avisar que te sientes incómodo

Puedes acordar con tu dentista una señal concreta para indicarle que necesitas un descanso y quieres que pare. Puede ser simplemente señalar con el dedo o levantar la mano pero te hará sentirte más en control.

7. Lleva tu propia música para relajarte y distraerte

No olvides tus auriculares y tu música favorita para relajarte o abstraerte mientras el dentista hace su trabajo. El tiempo se te pasará mucho más rápido y probablemente no escuches tanto los sonidos que te generan ansiedad.

8. Finalmente, si tienes una fobia grave, explora la posibilidad de sedación

Si ir al dentista te genera una ansiedad extrema puedes explorar la posibilidad de sedación.

Paciente en el dentista
Paciente en el dentista

Hoy en día es posible hacer tratamientos totalmente sin dolor. Una crema local en las encías puede hacer que no sientas la inyección de anestesia.

Pero además hay modernos sistemas de anestesia con una "varita mágica dental" que tiene el aspecto de un bolígrafo y administran la anestesia tan lentamente que el paciente no lo nota.

Además existe la sedación por inhalación que puede ser muy útil para relajarser durante el procedimiento dental. Es una opción parecida al "gas de la risa" que se le administra a través de la boca a las mujeres que dan a luz, pero en este caso a través de la nariz.

Finalmente si la fobia es grave y el paciente lo desea, también existe la sedación intravenosa durante el tratamiento, a través de la mano o el brazo. La anestesia no tiene por qué ponerte a dormir, puedes permanecer despierto y hablar con el dentista, pero te relajarán tan profundamente que probablemente no recuerdes bien qué ocurrió.

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