Un hito para el deporte nacional se cumplió en el norte de Chile. Dos expediciones de la comunidad de ultramaratón Nadie Corre Solo (NCS) completaron 500 kilómetros por el desierto de Atacama. La primera de ellas fue en el formato de relay (o relevos) de siete corredores.
Por otra parte, la atleta Valentina Henríquez corrió en la modalidad SOLO y se transformó en la primera chlena en conseguir esta hazaña.
El recorrido, tanto de los relevos como el de Valentina, comenzó en Pica y atravesó el desierto chileno hasta llegar a la Cruz Papal de San Pedro de Atacama. La organización de la proeza hizo un arranque diferenciado para que Valentina Henríquez y los deportistas del relevo se encontraran en un punto de la ruta y concluyeran juntos el desafío.
Los miembros de NCS contaron con el apoyo de Salomon para obtener la indumentaria necesaria para una gesta marcada por los cambios de suelo, la altitud y las oscilaciones térmicas del recorrido.
Valentina Henríquez: "Belleza y brutalidad constante"
El llamativo logro de Valentina Henríquez quedará en la historia como la vez en que la primera mujer chilena atravesó corriendo el desierto chileno. Fueron 500 kilómetros en un tiempo total de 142 horas y 18 minutos.
Originalmente Valentina era parte de SOLA, un equipo de cinco corredoras que harían la travesía completa con el mismo equipo multidisciplinario de apoyo, pero cuatro de ellas se lesionaron y tuvieron que retirarse.
La carrera se dividió en dos fases. La primera parte, con el equipo completo de corredoras, incluyó ir a un paso firme y constante ya que condensaba 3/4 del desnivel positivo de la carrera. En esta fase, todas empezaban y terminaban la jornada en el mismo punto. La segunda parte -su recorrido en solitario- se enfocó en correr constantemente con pausas de 12 minutos cada 3 horas y descansos más largos de 3 horas en la noche, con alimentación y cambios de ropa en movimiento para optimizar el tiempo al máximo.
La corredora comentó que el proyecto "fue de una belleza y brutalidad constante, en la ruta mi alma se sintió exprimida, cada paso me rompía".
Sin embargo, señaló que "me sentía abatida y para terminar tuve que tomar una decisión muy difícil: continuar sola parecía traicionar el espíritu del proyecto que habíamos empujado por meses, pero parar era traicionarme a mí misma".
"Mi única certeza fue: no llegué hasta aquí para detenerme y esa certeza fue lo único que el desierto no pude romper", agregó.