Panorama general. La imagen de un automóvil rodando lentamente marcha atrás para terminar incrustado en un poste, con su conductor desplomado sobre el volante luego de ser acribillado en una de las principales esquinas de Concepción (Prat con Los Carrera) causó un hondo impacto en muchas personas, el 3 de abril del año pasado, entre las 20.20 y 20.30 horas.

  • No se trataba de la primera ejecución de este tipo en el Gran Concepción ni tampoco sería la última, pero sí es la primera que quedó íntegramente registrada en las cámaras de la Unidad Operativa de Control de Tránsito (UOCT), las cuales muestran cómo dos automóviles se aproximan a otro, un KIA Sportage blanco, cuando este se detiene en el semáforo que permite el acceso al Puente Llacolén, que cruza el río Biobío y conecta las comunas de Concepción y San Pedro de la Paz.
  • Cuando el KIA dejó de moverse, un Nissan Versa blanco paró a unos metros detrás de este, por el costado izquierdo de la calzada, y desde su asiento trasero izquierdo emergió un sujeto que parecía llevar un chaleco antibalas, el cual corrió hacia el costado del primer móvil, disparando en reiteradas ocasiones contra José Sebastián Molina Solís, de 22 años, más conocido como “Chanchiperri”, quien iba conduciendo. A su lado viajaba un primo suyo, de 16 años en ese momento.
  • Al mismo tiempo, por la vía exclusiva para locomoción colectiva, se había detenido un Jeep Renegade. También desde el costado derecho de este (lo que evidencia que en ambos vehículos quedaron al menos los conductores arriba de ellos) descendió un primer sujeto, un hombre de contextura muy gruesa, vestido de rojo, que bajó desde el asiento delantero, mientras que desde atrás descendió otro individuo, más delgado. Ambos dispararon también en dirección al KIA.
  • Mientras todo esto ocurría, el joven de 16 años logró huir (aunque lesionado), al abrir la puerta del copiloto. Luego de ello, mientras el jeep escapaba en reversa, el KIA retrocedió, chocando contra un poste. El Nissan, en tanto, salió en persecución del sobreviviente, pero los sicarios no lograron darle alcance.
  • Pese a que la Prefectura de Carabineros de Concepción y la Primera Comisaría Central se encuentran a 10 cuadras del lugar, la policía uniformada demoró 22 minutos en llegar al sitio del suceso. Antes de que lo hiciera un jeep Hummer se estacionó al lado del KIA.
  • Aunque se logra ver parte de la patente, fuentes de la investigación dijeron a Ex-Ante que quien lo conducía aún no habría sido identificado, pese a que ello podría resultar clave.
  • Se trata de un hombre moreno y macizo, de polerón con gorro, quien al bajarse conversa con un joven que ya estaba al lado del móvil siniestrado, con guantes quirúrgicos en las manos (aún era época de pandemia) luego de lo cual ambos registraron cuidadosamente la parte trasera del KIA, incluso iluminando su interior con la linterna de un celular, como si buscaran algo.
  • Es evidente que la actitud de ambos llamó la atención de quien operaba las cámaras de la UOCT a esa hora, a tal punto que hizo un zoom sobre ellos y luego sobre la placa patente del Hummer, vehículo que siguió ahí, con las balizas encendidas, hasta después de la llegada de Carabineros y del SAMU.

Lo que sucedió ese día. A su corta edad Molina era muy respetado en las calles del Gran Concepción, no solo porque pertenecía al clan de Los Molina, que controla territorialmente buena parte de la población Candelaria, en San Pedro de la Paz, al otro lado del río Bío Bío, sino también por su fuerte personalidad y su cercanía con su primo Antonio Molina Galaz, más conocido como “Toño Montaña”, quien era la cabeza del grupo familiar y que también fue asesinado unos meses más tarde, como contaremos mañana.

  • De acuerdo con lo que se ha podido reconstruir acerca de esa fatídica jornada, durante la mañana Molina Solís y su primo adolescente anduvieron por distintas partes de Concepción a bordo de un Volvo blanco, el cual se quedó en panne.
  • Debido a ello, un amigo de Molina, en San Pedro, les facilitó el KIA Sportage. Dicho amigo era hijo de Juan Boris Pradenas Vargas, uno de los delincuentes más connotados de Concepción, que a fines de los años 90 fue detenido por una multiplicidad de delitos (entre ellos, narcotráfico, homicidio y distintos robos), siendo enviado al penal Colina II, donde luego se haría famoso a nivel nacional, al aparecer como uno de los financistas de la construcción de un enorme túnel que conectaba dicho penal con una vivienda cercana.
  • Luego de recuperar la libertad, casi 20 años después, se radicó en Chillán, donde comenzó a traficar de nuevo y a vivir lujosamente, pero siempre manteniendo sus intereses en las poblaciones de San Pedro de la Paz y Concepción. De hecho, fue detenido en 2020 cuando uno de sus adláteres cayó con 33 kilos de marihuana. En el allanamiento a su casa, en el exclusivo condominio Las Margaritas, en Chillán, la PDI halló más de 10 millones de pesos en efectivo.
  • Volviendo a la noche del crimen, a Molina y su primo se le unió un tercer sujeto, con quien fueron a hacer partir el Volvo, el cual había quedado en el estacionamiento de un edificio de Avenida Padre Hurtado, en Concepción.
  • Cuando lograron echar a andar el Volvo, el tercer individuo se retiró a bordo de dicho móvil y el KIA Sportage salió detrás, doblando ambos por Maipú hacia Prat, pero como el Volvo iba adelante, no alcanzó a quedar detenido en el semáforo, aunque se observa en las imágenes.

La versión de Saldivia. El único detenido por ese crimen es el narcotraficante Rafael Saldivia Muñoz, un sujeto cuyo aspecto físico en general coincide con el del sicario vestido de rojo. Nacido y criado en la población Boca Sur, en San Pedro de la Paz, “El Guatón Rafa” estaba traficando desde hace un par de años en Chillán (donde fue detenido), como parte de la banda de Pradenas.

Saldivia ha negado enfáticamente ser uno de los asesinos pues, aparte de aseverar que ese día estaba en Chillán y que ello se podría comprobar no solo por testigos, sino por las antenas de los dos teléfonos que portaba, asegura ser zurdo, en circunstancias que el sujeto de rojo que dispara es diestro.

  • De hecho, un sobrino del “Guatón Rafa” fue quien asesinó al carabinero Breant Rivas, en mayo pasado, hecho en el cual también estuvo implicado otro hijo de Pradenas, que es menor de edad. Tras el homicidio de Rivas, uno de los carabineros que andaba en la patrulla con la víctima mató al sobrino del “Guatón Rafa”, mientras que el hijo menor de Pradenas logró salir con vida.
  • Saldivia ha negado enfáticamente ser uno de los asesinos pues, aparte de aseverar que ese día estaba en Chillán y que ello se podría comprobar no solo por testigos, sino por las antenas de los dos teléfonos que portaba, asegura ser zurdo, en circunstancias que el sujeto de rojo que dispara es diestro.
  • Previo al homicidio que se le imputa actualmente, Saldivia operaba como distribuidor de drogas en pequeñas cantidades en la Provincia de Arauco, pero fue arrestado por la Brigada de Homicidios de la PDI en Chillán, ciudad a la cual partió a refugiarse cuando se enteró de que estaba siendo buscado por el ataque contra Molina y su primo.
  • Actualmente se encuentra cumpliendo prisión preventiva, acusado de dos homicidios calificados (uno consumado y el otro frustrado). Además, recientemente fue condenado a tres años y un día de presidio por tráfico en pequeñas cantidades, por una causa que tenía pendiente en Arauco.

La pelea por territorio. En la querella por homicidio calificado interpuesta por los abogados Jaime Corvalán y Andrés Méndez, a nombre de la madre de José Sebastián Molina, se asegura que, además de Saldivia, en el crimen participaron otras tres personas a las que identifican con sus nombres y apellidos.

  • Al respecto, Méndez señala que el acribillamiento parece extractado del mundo narco mexicano y que la investigación “va lenta”, porque, asevera, “aquí estamos hablando de mafias, de crimen organizado, personas que amedrentan a los testigos, para que no presten declaración y eso ha obstaculizado la investigación”.
  • En ese sentido, estimó que “el Ministerio Público debe utilizar los mecanismos que le ha dado la ley, en este caso a la Unidad de Protección de Víctimas y Testigos, porque estamos ante un caso que no es fácil de probar, por el miedo que tienen los testigos de declarar en contra de personas que son criminales, a las que no les tiembla la mano para disparar y matar”.
  • Sobre el origen del crimen, el abogado señala categóricamente que “son personas que se están disputando territorio” y que “hay pendencias pendientes que son también producto del tráfico de drogas”.
  • Sin embargo, no se trata de las clásicas disputas, sino de las consecuencias —señala— de un fenómeno mucho más profundo, que tiene que ver con cómo narcotraficantes llegados de otros países han comenzado a disputar los espacios de venta de drogas a los narcos chilenos, por lo cual estos “van mutando de localidades y ciudades, producto de que vienen otros delincuentes más organizados, con más poder de fuego, y los van desplazando, entonces este es un fenómeno ya global que lamentablemente aquí se materializó en el crimen de una persona joven”.
  • Respecto de la forma en que fue ejecutado Molina, Méndez señala que “esta ciudad no está habituada a crímenes de esta magnitud, tampoco el país, en general”, agregando que hoy ya no es extraño y que “lamentablemente, se está transformando en normal algo que en Chile hace tres o cuatro años no era normal”.
  • Respecto del caso de Molina, indicó que van a pedir que la Fiscalía preste protección efectiva a un testigo clave del caso y que se efectúe la georreferenciación de los teléfonos de quienes están siendo acusados.
  • Además, el abogado Corvalán explicó que solicitaron que la PDI interrogue a todos los sospechosos, pero es difícil, pues como explica su colega Méndez, “las personas hoy en día no declaran porque están amenazadas de muerte, saben que si ellas prestan declaraciones en contra de otra persona las van a matar”.
  • Independiente de ello, comenta que “ya se le dijo al fiscal que nuestra intención no es llegar a ningún tipo de salida alternativa, pues es un homicidio calificado y queremos justicia para la familia de la víctima”.

La visión de un exfiscal. El doctor en Derecho Andrés Cruz, quien fue fiscal especializado en narcotráfico y crimen organizado en la Región del Bío Bío hasta 2011, y que hoy es profesor de la Universidad de Concepción, señala que crímenes como el descrito no le sorprenden en lo más mínimo. De hecho, es querellante en un caso ocurrido en Coronel, donde un hombre mayor y su hijo fueron baleados también en una emboscada cometida por cuatro sujetos, que dispararon desde un auto en contra de sus blancos, dejando parapléjico al joven y asesinando a su padre.

  • Desde esa perspectiva, explica, “indudablemente ha habido una transformación significativa en materia de criminalidad, tomando en cuenta que hay un cambio sobre todo en lo que dice relación con el uso de armas. Ya no se trata del homicidio espontáneo, aquel que obedecía a una riña, relacionado con problemas de consumo de alcohol o de otro tipo de diferencias en torno a los individuos que participaban en los hechos”.
  • Ahora, indica, “la perpetración del delito da a entender que existe una planificación mayor y tiene como denominador común el uso de armas de fuego, cuestión que constituye un desafío para la investigación criminal de los hechos que revisten carácter de delito. La brutalidad de los hechos ha ido aumentando significativamente”.
Publicidad