-¿Cuál es su balance de 2025 en lo político y social?
-El proceso eleccionario fue ejemplar. Nadie discutió los resultados, rápidamente hubo contacto entre el Presidente Boric y el Presidente electo Kast, y un encuentro entre la candidata Jara y el candidato Kast. Eso habla de que Chile tiene arraigado el valor de la democracia. Son signos muy positivos, especialmente para los jóvenes. Ha habido situaciones muy complejas, especialmente en seguridad, crimen organizado y corrupción. Pero Chile es un país sólido desde el punto de vista democrático y el Estado de Derecho se reconoce como fundamental .
-¿Cómo ve el clima de polarización reflejado en las elecciones?
-Se entiende en el contexto de dos modelos distintos presentados al país. Pero sobre todo se manifiesta en una gran decepción respecto de la clase política que no ha sido consecuente con el valor de la política como el arte del bien común. Sin embargo, creo que afecta a una parte del país, porque al día siguiente todos tuvimos que ir a trabajar y cumplir con nuestras responsabilidades, lo que demuestra la dinámica propia del país más allá de quien gobierne. La gran mayoría de los chilenos, y también de los migrantes avecindados en Chile, quiere trabajar, que sus hijos estudien y poder salir tranquilos a la calle.
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De hecho, hitos fundamentales, como la PAES y la fiesta de la Inmaculada Concepción, no se vieron alterados. No exageraría tanto en el tema. Más bien es una polarización de la élite, de los ambientes de poder, no de la gente que día a día sale a trabajar.
-Usted ha calificado la corrupción como uno de los mayores males de la política chilena. ¿Qué explica su alcance?
-La corrupción desestabiliza la democracia, perjudica a los pobres y abre paso al crimen organizado. No son hechos aislados porque vemos que muchas instituciones han caído en descrédito por actos de corrupción. Lo que más duele es que son de personas con poder y educación. Estamos pagando las consecuencias de una sociedad donde el dinero es un fin en sí mismo, y no un medio ni tampoco el resultado de un trabajo bien hecho. Cuando el dinero es un bien en sí mismo comienza la lógica de que lo importante es tenerlo, sin importar cómo. El próximo gobierno debe ser muy duro con la corrupción porque corroe el tejido social, empobrece la sociedad y no permite un desarrollo armónico.
-Las instituciones católicas –como el Servicio Jesuita a Migrantes y el Incami– han llamado a regularizar a los migrantes. ¿Cómo mira la Iglesia este debate?
-Una cosa es el discurso electoral y otra la realidad. La inmensa mayoría de los migrantes prestan un servicio extraordinario. Por lo tanto, es un tema que hay que abordar con madurez y sabiduría. Hay niños y familias involucradas, muchos con historias dramáticas. Las personas que han salido de sus países lo han hecho por necesidad, por el principio de supervivencia de todo ser humano. Es cierto que los países tienen derecho a proteger sus fronteras, hay que ver caso o caso y evidentemente quien delinque, sea chileno o no, tiene que someterse a la justicia.
La Iglesia va a proteger todo lo que sea justo, bueno y correcto, y sobre todo va a velar para que se respete la dignidad de la persona, porque una persona puede ser migrante, pudo haber entrado de manera ilegal, pero eso no significa que pierda su dignidad. En ese sentido, estamos muy atentos a lo que va a pasar.
-En enero el Senado debiera votar el proyecto que regula la eutanasia y la muerte asistida.
-Es un mal proyecto, que permite que una persona pueda ser eliminada y eso es gravísimo. Hay personas solas, con problemas en el final de su vida y sufren mucho, es cierto, pero corresponde cuidarlos, una potente política de cuidados paliativos y, sobre todo, el fortalecimiento de la familia. En nuestros hogares hay muchos enfermos graves y terminales muy bien cuidados, nadie nos dice que quiere morir anticipadamente. No somos dueños de nuestras vidas. Nunca conocí a una persona que esté acompañada y querida que piense en terminar con su vida.
-La semana pasada se reunió con el Presidente electo y su esposa. ¿Qué les transmitió?
-Hablamos muchos temas, fue un encuentro cordial. Ellos son católicos, han tenido una vida de fe muy profunda y eso nos vincula mucho desde lo espiritual. Nosotros tenemos preocupaciones importantes como las clases de religión, la pauperización de la educación básica, especialmente en escuelas públicas, hay que reforzar mucho la carrera docente y la formación ética de los alumnos.
-¿Qué consecuencias tiene que el próximo gobierno lo encabece un Presidente católico?
-Implica que tiene una mirada de la persona, la familia y la sociedad y, evidentemente, que va a velar para que se cumpla lo que pide el Evangelio y la Doctrina Social de la Iglesia: una sociedad más justa, donde se termine claramente con la pobreza, donde la persona esté por sobre el trabajo y no la persona al servicio del trabajo.
Será, entonces, un aporte importante, pero lo que tiene que hacer es gobernar, velar por el bien común y por la libertad religiosa, no solo de los católicos, sino de todas las personas, porque es un derecho básico. También por el derecho a vivir desde la fecundación hasta la muerte natural. Y lo va a hacer con convicción, sobre todo porque lamentablemente siempre vuelve el tema del aborto.
-Tras la crisis por los abusos cometidos por sacerdotes y religiosos, ¿cree que la Iglesia ha recuperado su credibilidad y el lugar que tenía en la sociedad chilena?
-Falta mucho todavía por crecer. Tenemos oficinas de prevención de abuso en todas partes, estamos haciendo cursos en todo Chile. Es un flagelo que tenemos que terminar absolutamente, y quienes han visto este proceso de cambios lo han agradecido. En Roma se ha considerado como un ejemplo positivo que prácticamente ya no estén llegando denuncias de abuso. Pero todo eso ha sido gracias a un trabajo muy acucioso y profesional.
La experiencia de seminarios, cursos, charlas de formación, tiene que ser aplicada a todos los estamentos de la sociedad porque lamentablemente los abusos son bastante transversales en materia sexual y también en materia de corrupción, que es un tipo de abuso de poder. Eso no se puede tolerar. No hay espacio para personas que abusan, especialmente si son sacerdotes, y en eso hemos avanzado mucho.
-¿Cómo evalúa el primer año del Papa León XIV?
-Ha sido un año hermoso, sereno, ha demostrado su sencillez, su amabilidad y un gran respeto por la vida de la Iglesia. Le gusta escuchar distintos puntos de vista. Lo veo sereno, de fácil acceso hacia las personas, y ha dado señales muy importantes en materia de fe, de ética y, sobre todo, de vida espiritual. Estoy contento, pienso que va a ser un aporte.
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