Quiénes integraban el directorio. El pasado 19 de diciembre, la Fiscalía tomó declaración a Alberto Larraín, fundador y director ejecutivo de ProCultura, en el marco de la investigación por posible fraude al fisco en convenios por cerca de $6 mil millones con gobiernos regionales y seremías, además de un eventual financiamiento irregular de la política.
- En su testimonio, el psiquiatra de 42 años describió cómo era la toma de decisiones de la fundación y el rol que tenía el directorio de la ONG. “Las funciones del directorio son velar por que la fundación cumpla el objeto social, a través de reuniones de directorio, donde velan por el cumplimiento de estos objetivos”, afirmó.
- Según Larraín, cada año se realizaban “tres o cuatro reuniones” en las que se entregaban directrices para el funcionamiento de la institución y para que “las cosas se realicen de buena manera”.
- Desde 2019 hasta su disolución, en noviembre de 2023, el directorio de ProCultura estuvo compuesto por Allan Mix como presidente, María Eugenia Sabbagh como secretaria, e Ingrid Koch como tesorera. Los tres, según diversas declaraciones, ejercían sus cargos ad honorem.
- Larraín conoció a Mix (39) —médico urgenciólogo— mientras estudiaban en la Universidad de Chile y construyeron una relación de amistad, “razón por la cual lo invité a participar en la fundación”. El psiquiatra relató que “me ayudó a pagar la declaración de renta año 2023, de la fundación, que fue de $9 millones”.
- Sabbagh (42), en tanto, es abogada de la Universidad Católica. Fue su cercanía con María Constanza Gómez, gerente general de ProCultura, quien la invitó al directorio.
- Respecto a Koch, geógrafa de 41 años, Larraín declaró que “es sudafricana, es analista de proyectos internacionales, conoció a Connie en Sudáfrica, desconozco detalles, pero es quien la invita a participar a la fundación”.
“Directorio de papel”. Un mes antes, en su declaración judicial, la exesposa de Alberto Larraín, Josefina Huneeus, afirmó que el psiquiatra tenía el control absoluto de la institución. Ante la pregunta “¿Ud. sabe si los miembros del directorio tomaban alguna decisión en la fundación?”, la psiquiatra respondió tajante: “No, Alberto hacía y deshacía todo él mismo”.
- “En mi opinión era un directorio de papel, ya que no sabía nada de las cosas que se realizaban y menos de gestión cultural, pues no era el rubro de ellos. Esta concepción la tengo porque conozco a las personas del directorio de hace muchos años, además no había modelo de negocios más que en la cabeza de Alberto, casi no tenían reuniones de directorio y creo que ni siquiera existían actas de las reuniones”, añadió.
La dupla Larraín-Gómez. María Constanza Gómez llegó a ProCultura en 2018 tras la salida de la fundadora Ilonka Csillag, y se transformó en su representante legal. Desde ese rol, le correspondió suscribir los convenios y contratos, además de encargarse del manejo de la documentación administrativo contable.
- Huneeus afirmó que la actriz —una de sus amigas más cercanas— “ejecutaba las decisiones de Alberto Larraín, quien hacía y deshacía herméticamente sin consultarle a nadie, e incluso en contra de las opiniones del resto”.
- La gerente general —dijo— “hacía de todo, era encargada de recursos humanos, encargada de pagos, cuadraba los dineros de la fundación, rendía los proyectos, supervisaba los proyectos y manejaba las transferencias de los recursos de la fundación”.
- Además, afirmó que Gómez y el director de patrimonio cultural, Francisco Fuentes, le advirtieron “durante los últimos años (…) que no se involucrara en proyectos tan grandes, ya que era muy arriesgado y que no estaban las espaldas financieras”.
- En su declaración, María Constanza Gómez señaló que “las decisiones financieras eran tomadas por Alberto Larraín, quien decidía qué territorio se priorizaba, qué iniciativa se priorizaba y las decisiones financieras, lo que incluía arriendo y adquisición de inmuebles”.
- Una visión similar tenía la exdirectora de estudios de ProCultura, María Teresa Abusleme, quien planteó a los fiscales que “era Alberto quien tomaba las decisiones de la fundación y Constanza solo firmaba”.
El G10. Larraín declaró en diciembre que en 2020 se creó un comité, paralelo al directorio, integrado por él mismo, Csillag, Gómez, Abusleme, los directores zonales y temáticos, además de algunos jefes de programas. El grupo, que sumaba “unas 15 personas”, se reunía cada martes de forma telemática.
- En ese equipo se analizaban los detalles de los proyectos. La viabilidad de una iniciativa, según el psiquiatra, “era una decisión que se tomaba por el experto, en el caso de temas de salud mental, era yo quien tenía la última palabra, como así alguien que fuera experto en un tema determinado y que fuera parte del comité de ProCultura”.
- Esteban Miranda, encargado de participación ciudadana de la fundación que declaró que todas las decisiones de ProCultura pasaban por Larraín, señaló a los fiscales que en la ONG ese comité era conocido como “G10”, pues estaba integrado por “la gente que tomaba decisiones”.
Contactos con autoridades. Larraín, quien ejercía como figura visible y vocero de ProCultura, era el que hacía los principales contactos con autoridades. En su testimonio, María Teresa Abusleme afirmó a la Fiscalía que la obtención de convenios era “producto de las gestiones que realizaba Alberto Larraín”.
- “Alberto se reunió con todos los gobernadores, principalmente con Antofagasta, Atacama, Metropolitana, Valparaíso, Ñuble, Biobío, Aysén y Magallanes”, sostuvo.
- Abusleme relató también que “Alberto siempre se ha jactado de sus reuniones con ministros de Estado, entre ellos Ministerio de las Culturas, Ministerio de Relaciones Exteriores, Ministerio de Vivienda, el director de la Subdere, Miguel Crispi. Esto en base a que vez que salía de una reunión, me escribía, diciéndome lo que se nos venía”.