-Mirando la encuesta Criteria sobre pensiones, hay un aparente desacople entre lo que pretende el gobierno y lo que piensa la gente.¿Cuál es tu conclusión?

-El Gobierno pareciera no darse cuenta que, los retiros validaron y consolidaron la demanda ciudadana para que las cotizaciones vayan a las cuentas individuales. La Moneda hace oídos sordos. Es muy difícil para la gente aceptar que esas cotizaciones extras sean llevadas a fondos colectivos o a solidaridad. Existe mucha desafección con esa idea desde en la población.

-¿También hay desconocimiento sobre la propuesta del gobierno?

-Si, es poco conocida. Porque no ha habido suficiente información, salvo eslóganes que parecen de campaña: terminar con las AFP, mejorar las pensiones, que son cosas muy genéricas y generan duda y temor.

-¿Y desconfianza?

-La desconfianza es la principal emoción sobre la reforma. Las personas, no sin motivo, descreen de tanto titular y tanta buena intención, y ven una amenaza de una suerte de atentado a los fondos previsionales.

-El 73% quiere que estos 6 puntos extras vayan a cuentas individuales y solo el 10% quiere que sea 3 y 3, que era la propuesta que hizo Piñera.

-La gente entendió que la PGU es la manera de subir las pensiones más bajas. Al mismo tiempo, con los retiros la gente sintió que la plata le pertenecía, en función del esfuerzo individual de cada uno.

Por lo demás, la reforma de Bachelet y la reforma de Piñera estaban inspiradas en otros tiempos. El mercado laboral hoy día es muy distinto: hay mucha y creciente informalidad, y esta reforma de Boric no habla nada de la informalidad. Es decir, es una reforma que está más bien pensada en el siglo 20 que en el siglo 21.

-¿La gente no quiere financiar a quienes no cotizan?

-Claro. Es un tema grande porque hay un 30% de personas que son informales. Los trabajadores formales se preguntan: si yo colectivizo mis fondos, ¿por qué voy a tener que repartirlos con una cantidad de informales que no hacen esfuerzo por cotizar?

-¿Ha crecido la idea de que la PGU sea financiada por impuestos generales?

-Ese es el mecanismo validado, en vez de la colectivización de fondos. En el último tiempo, esta tendencia se ha reforzado por la llegada de inmigrantes, el mercado informal; y todos los casos que se han visto de corrupción, tanto en las municipalidades como en las fundaciones. Todo eso hace que la gente tenga un temor profundo a la administración estatal de los fondos de pensiones. Eso no significa que la gente hoy día ame a las AFP. Pero prefiere que la PGU se financie con impuestos generales. Ha crecido harto esa opinión en el último tiempo. Ya está en casi un cuarto de la población.

-La ministra Jeannette Jara dijo que las AFP buscan perpetuar su negocio para ellos y que les falta empatía. ¿Qué efecto ha tenido esta campaña anti AFP?

-La percepción de las AFP no es particularmente positiva, pero ha ido mejorando en el tiempo, producto del temor que la gente siente de quedar atrapada en un administrador estatal. La gente quiere libertad de elección: si está molesta, si no le gusta, se puede cambiar. Lo que menos quiere la población es un ente monopólico estatal.

-La propia presidenta de las AFP, Paulina Yazigi, dijo que la solidaridad debería ser vía impuestos, no por reparto.

-No es que la gente no esté dispuesta a la solidaridad, lo que no quiere es que esa solidaridad se haga con la plata de la gente de clase media y media baja que hace un esfuerzo por cotizar.

Por lo mismo, si la reforma atenta contra una subjetividad mayoritaria, que indica que la plata vaya a los fondos individuales, lo que va a terminar pasando es que va a haber un incentivo a la informalidad. La reforma no puede ir contra ciertos hábitos y cierta cultura que hay en la sociedad. La amplia mayoría quiere que las cotizaciones le rindan directamente, individualmente. Es contracultural ir a decirle que ahora va a tener que colectivizar los fondos.

-En la comisión de Hacienda el debate ha sido áspero. ¿Están alejados de las preocupaciones de la gente?

Te encuentras en un debate en el Parlamento mucho más ideologizado, donde algunos quieren terminar con las AFP; otros no quieren cambiar nada ni menos un pacto fiscal. Entonces terminan en suma cero y la gente mira esto como un espectáculo más bien propio del teatro del absurdo.

-Desde parte de la derecha se critica que con esto el gobierno quiere tener control de una tajada de los 220 mil millones de dólares, que es el mercado de capitales que manejan las AFP. ¿Puede ser un objetivo político?

-No hay que pensar que las intenciones sean buenas hoy día y así van a ser siempre. Pueden ser malas también. El Estado tiene posiciones en ciertas industrias, y si tiene acceso a parte de los fondos, se va dando una suerte de presencia mayor del Estado en el mercado que la sociedad no quiere que tenga.

-¿Cómo ves el discurso de la derecha? Fue Piñera el que propuso la idea de 3 y 3, a la que muchos se oponen.

-Lo que pasa es que la derecha está sin discurso y sin un rumbo muy claro desde el 17 de diciembre. Yo creo que la derecha intuye que la propuesta de Piñera de 3 y 3 era en otra época, sin PGU, sin retiro de los fondos previsionales. Ahora a la gente le gustaría tener todo el dinero en el bolsillo. La derecha está atrapada y no es capaz de salir jugando con un discurso distinto. Por ejemplo, allanarse a una suerte de pacto fiscal para aumentar la PGU.

-En términos de liderazgo de la reforma, ¿la ministra Jara quedó debilitada por el caso Zalaquett?

-La ministra ha cumplido un rol importante de empujar una reforma, y darle vida una y otra vez. Incluso poniendo a la derecha en una suerte de contradicción vital, con dificultad para proponer algo.  Pero claramente, después de las reuniones de lobby y las dudas que generan, el piso de ella hoy día está más debilitado.

Tengo la impresión de que el Presidente debiera buscar un liderazgo que no tenga que ver con la lógica de la polarización, sino más bien con la lógica del encuentro y de tender los puentes para que haya una conversación que esté más en sintonía con lo que la gente quiere y está dispuesta a hacer.

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