Allá donde va, la secta Lev Tahor se ha visto envuelta en escándalos.

Desde su creación en los años 80 en Israel, este grupo ultraortodoxo judío ha pasado por Estados Unidos, Canadá, México y Guatemala, donde desde hace unos 5 años está asentado.

En su paso por estos países ha estado rodeada de escándalos de secuestros, matrimonios infantiles o maltrato infantil.

El último caso se centra en el presunto secuestro en el estado de Nueva York de dos niños, de 14 y 12 años, nietos del fundador del grupo, Shlomo Helbrans, fallecido en 2017.

Según las autoridades encargadas del caso, la madre de los niños decidió "escapar" del grupo en Guatemala el año pasado: se separó de su marido y se fue con sus hijos a Estados Unidos.

En diciembre, el padre, ayudado por los líderes de Lev Tahor, fue a por ellos e intentaba llevarlos de regreso.

Tras un amplio operativo policial mexicano-estadounidense, los menores fueron "rescatados" a su paso por México y cuatro miembros de la secta fueron detenidos y acusados de secuestro de menores en Nueva York.

BBC Mundo consiguió acceder a este comunidad y uno de sus miembros habló por primera vez de este y otros casos en los que se han visto envueltos.

"Un problema familiar"

Obadia Guzmán, un médico de origen guatemalteco, fue el encargado de dar el mensaje de los miembros se la secta, unas 350 personas que viven en Santa Rosa, en el sureste de Guatemala, "apegados a los principios de la Torá".

"Es el caso de una familia, es algo privado", dice desde la zona rural donde habló con BBC Mundo, un lugar enclavado en una cadena de montañas no muy altas, de exuberante vegetación y cerca de la costa del Pacífico.

"Se ha acusado a la comunidad de secuestro pero en ningún momento esto ha sido real", defiende.

En concreto, la justicia estadounidense acusa de secuestro a cuatro miembros del grupo, entre ellos, el actual líder de la secta, Nachman Helbrans, cuya hermana, Sara, es la madre de los dos menores.

Guzmán defiende que, cuando salieron del país, los niños siempre estuvieron acompañados de uno de los progenitores, "en este caso, el papá".

"Y, en el proceso, si fueron ayudados por amigos, fue tan solo para cumplir los deseos de los hijos de querer regresar al papá", asegura Guzmán.

Como otros miembros de la comunidad judía ortodoxa, piden que se les pregunte a los niños con cuál de los padres prefieren estar.

En el informe de la fiscalía estadounidense, las autoridades detallan que la madre escapó del grupo con los hijos porque el actual líder de la secta -su hermano- era más "extremista" que su padre, el anterior líder del grupo.

"La madre indicó que no era seguro quedarse con los niños ahí", señala el texto.

Un polémico matrimonio infantil

En el caso del reciente "secuestro", la posibilidad de un matrimonio forzado avivó la polémica.

Según las autoridades estadounidenses, la niña de 14 años "secuestrada" es la esposa de uno de los miembros, de 20 años.

El médico entrevistado por BBC Mundo, que llegó a la Torá "desde una visión científica", también se refirió a esa controversia y rechazó que Lev Tahor promueva estas uniones.

"La comunidad es acusada también de promover el matrimonio entre menores de edad. Pero nosotros nunca lo hemos hecho. Eso es una cosa personal. Si alguien se siente con la capacidad y listo para poder forjar una familia de acuerdo a sus principios religiosos, es decisión de cada quien", indica.

"No se puede prohibir el derecho de querer casarse", dice. En su opinión, lo que no estaría bien sería tener varias parejas antes del matrimonio.

Los miembros de Lev Tahor, cuyo nombre significa en hebrero "corazón puro", practican una forma rigurosa del judaísmo ortodoxo: con una dieta kosher, sin mucha tecnología y vistiendo con mucho "recato".

Las mujeres casadas, por ejemplo, deben cubrir su cabello y sus clavículas, y debe usar siempre medias oscuras y una falda que le llegue debajo de las rodillas cuando están sentadas.

Su postura política es contraria al sionismo y defienden que el Estado judío debe ser restaurado por la llegada del "mesías" y no por la política o fuerza militar del Estado.

Así, son muy críticos con el Estado de Israel.

En el caso de Guzmán, su conversión o "el hecho de buscar estos principios, es que la Torá es una sabiduría ancestral muy lógica".

"Muchas cosas que se han descubierto en la ciencia actual, fueron ya descritos en la sabiduría ancestral", destaca.

¿Persecución política?

Guzmán considera que este caso y otros anteriores evidencian que Lev Tahor sufre una "persecución política, debido a sus ideales".

"Desde que la comunidad fue fundada en Israel, fueron perseguidos en Estados Unidos, fueron perseguidos en Canadá y Guatemala. Y a lo largo de todas las investigaciones, no se ha comprobado ni un solo caso en la corte", indica.

"La comunidad se trasladó a Guatemala buscando paz, cumplir con su misión religiosa y en Guatemala también recibió acusaciones falsas".

El médico critica el allanamiento realizado por las autoridades guatemaltecas, "tras el que no se confirmó ni un solo caso de maltrato o abuso de menores".

En este contexto, la comunidad se muestra muy reticente a hablar.

Primero, porque hay un proceso contra ellos, y segundo, porque aseguran que siempre han sido abiertos con los medios pero éstos siempre les han perjudicado.

En uno de los casos más llamativos desde su formación, el fundador de Lev Tahor fue condenado a dos años de prisión por el secuestro de un joven israelí en 1994.

Ahora, varios de sus líderes están detenidos en EE.UU., por lo que prefieren no hacer muchas declaraciones ni dar acceso a su comunidad.

El grupo decidió finalmente hablar con BBC Mundo como una excepción.

Sus vecinos aseguran que ellos viven su judaísmo de puertas adentro y que no les dan problemas.

"Ellos tienen su comunidad judía dentro, nosotros vivimos fuera y no sabemos lo que pasa ahí. No nos molestan ni los molestamos. Cuando pasan por aquí nos saludan", asegura José Najarro, el presidente de la comunidad Amatío Santa Rosa.

Aunque cuenta que, una pelea, en la que supuestamente se disputaban a los niños, fue la excepción a la tranquilidad que se vive en la zona.

"Solo en una ocasión en la calle hubo un enfrentamiento por los niños. Se empujaron, se jalaron, se gritaban. Nosotros después les dijimos que eso no debía volver a pasar. A la siguiente, levantamos una denuncia formal ante las autoridades", dice.

Por ahora Lev Tahor prefiere seguir guardando silencio.

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