Una pareja australiana que puso a su bebé bajo una estricta dieta vegana que la dejó gravemente desnutrida fue condenada a 18 meses de prisión.

Aunque evitarán ir a la cárcel, tendrán que hacer trabajos comunitarios.

La pareja de unos 30 años, que no puede ser nombrada, alimentaba a la niña con una dieta de avena, papas, tostadas y arroz, entre otros alimentos.

La niña, que tiene ahora tres años, estaba tan desnutrida que parecía tener tres meses cuando en realidad tenía 19.

La juez del caso, Sarah Huggett, criticó a los padres por poner a la niña en una dieta "completamente inadecuada".

"La niña está severamente malnutrida, con bajo peso y por debajo de la talla que le corresponde, y retrasada en cuanto a su edad", dijo.

"No podía hablar ni alimentarse"

La niña fue hospitalizada en marzo de 2018 cuando su madre llamó a los servicios de emergencia después de que sufriera una convulsión.

Fue entonces cuando se descubrió que estaba severamente desnutrida. Presentaba labios azules, manos y pies fríos, bajo nivel de azúcar en la sangre y poco tono muscular, según la agencia Associated Press de Australia.

El familiar que la recibió en acogida, después de que la sacaran del cuidado de sus padres, dijo que el bebé estaba "detrás de otros niños".

"No podía sentarse, hablar ni una palabra, alimentarse, jugar con juguetes...", declaró.

La jueza Hugget afirmó que al principio los padres "eran incapaces de aceptar que la condición de su hija se debía a la malnutrición".

Afirmó que la pareja, que tiene otros dos hijos a los que criaron sin causarles daños, no eran "ni muy jóvenes ni faltos de educación".

Dijo que la madre sufría de una depresión leve en ese momento, y que se había "obsesionado cada vez más" con sus creencias, incluida su dieta vegana.

También criticó al padre por no hacer "nada de nada" por ocuparse de la condición de su hija.

Los padres aparecieron por primera vez ante los tribunales en mayo del año pasado, donde se declararon culpables de no proveer para su hija y de causarle lesiones graves.

Cada uno fue sentenciado a 18 meses en la cárcel, conmutados por 300 horas de servicio comunitario.

Aunque se mantienen en contacto intermitente con sus hijos, han perdido la custodia.

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