"Fue como enfrentarse al taladro de un dentista, pero 100 veces peor".

Así es como el triatleta y plusmarquista de la especialidad Ironman, Tim Don, describe la sensación de tener cuatro tornillos de titanio incrustados en la cabeza durante tres meses.

Todo fue a raíz de un accidente que sufrió el año pasado cuando entrenaba en bicicleta. Un automovilista lo arrolló y le provocó una rotura en la vértebra C2 en el cuello.

Y ante la posibilidad de ver truncada su carrera, el británico de 40 años optó por una dolorosa solución sugerida por su doctor, también triatleta como él.

Con el fin de facilitarle la curación de la fractura, el médico le recomendó un "halo", una especie de aparato medieval que le impedía mover la parte superior del cuerpo.

"Lo trajeron en una bolsa y entonces vi el tamaño de los tornillos, pero mi actitud fue práctica. Tuve que aguantar y soportarlo con anestesia local", contó a la BBC.

"Solo tenían una llave de Allen con una llave de torsión encima para apretarlo. Hace 'clic' cuando esta suficientemente apretada. Cuando eso sucedía, vibraba a través de tu cráneo hacia tu mandíbula y luego tu espalda".

Prueba de resistencia

El triatlón de Ironman es considerado como la prueba definitiva de resistencia para los participantes que recorren 3,8 kilómetros a nado por aguas abiertas para luego pedalear 180 km en bicicleta y finalmente terminar corriendo un maratón de 42,2 km.

Tras romper el récord mundial en más de cuatro minutos, Don llegó el año pasado como uno de los favoritos a los Campeonatos Mundiales de esta especialidad que se disputaban en Kona, Hawái.

Pero dos días antes de comenzar ocurrió el percance y terminó sometido a una prueba aún más dura.

Don tenía que dormir en posición vertical y solo por períodos de 90 minutos. Su medicación le hacía vomitar, pero el reflejo de atragantarse afectaba el ángulo de los tornillos en su cabeza, provocándole un dolor indescriptible.

El instrumento ciertamente parece sacado de una película de horror, pero para Don fue algo de su vida cotidiana durante tres meses.

Sus hijos incluso le vieron el lado gracioso.

"A ellos les encanta la Navidad e insistieron en colocarle luces alrededor del halo", contó a la BBC.

Vuelta a la competencia

Cuando le retiraron el aparato el pasado 3 de enero, comenzó su largo camino de rehabilitación.

El halo le había dejado los músculos del cuello tan débiles que los doctores los describieron como "espaguetis aguantando una bola de boliche".

A eso siguieron meses de intensa rehabilitación y Don no pudo nadar ni pedalear por un mes después de quitarse el halo.

"Fue bueno volver a entrenar, pero también fue mentalmente duro pues quería hacer más, pero simplemente no podía", apunta el campeón mundial de triatlón de 2006.

Sin embargo, seis meses y cinco días después de ser atropellado, Don pudo correr su primer maratón en Boston.

Y el mes pasado volvió al Ironman 70.3, de Costa Rica.

Y lo ganó.

"Soy capaz de cualquier cosa. Puedo enfrentar cualquier cosa que me venga", señaló entonces en Instagram.

A la vista de los acontecimientos, parece difícil llevarle la contraria.

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